jueves, 13 de octubre de 2022

Nuestro drama en gente

Interesante texto de  Joshua Rothman sobre nuestros yoes a lo largo de la existencia: sincrónicos y diacrónicos, uno y múltiples.


           Vidriera del Shakespeare Memorial Theatre


Aquí en V.O. en el New Yorker:
 
Y aquí debajo una tradu muy, pero muy exprés:


¿Eres la misma persona que antes?


Los investigadores han estudiado que gran parte de nuestra personalidad queda fijada desde la infancia, pero lo que pareces ser no es quien eres.

Por Joshua Rothman (3 de octubre de 2022)

Tengo pocos recuerdos de cuando tenía cuatro años, algo que me desconcierta hoy en día, padre de un niño de cuatro años. Mi hijo y yo lo pasamos estupendamente juntos; en los últimos tiempos hemos estado construyendo versiones de Lego de lugares conocidos (la cafetería, el baño) y perfeccionando el "flipperoo" (un movimiento en el que yo le sostengo las manos mientras él da una voltereta hacia atrás subido en mis hombros hasta aterrizar en el suelo). Pero ¿cuánto recordará  él de nuestra alegre vida? Lo que yo recuerdo de mis cuatro años son las uñas pintadas de rojo de una malvada niñera que tuve; el equipo de música de color plateado pulido en el apartamento de mis padres; un pasillo con una alfombra naranja en particular; algunas plantas de interior al sol; y un atisbo del rostro de mi padre, quizás almacenado en mi memoria gracias a una fotografía. Esas imágenes inconexas no se unen en una imagen de una vida. Tampoco iluminan ninguna realidad interior. No tengo recuerdos de mis propios sentimientos, pensamientos o  de mi personalidad; me cuentan que era un niño alegre y hablador, bastante dado a largos discursos en la mesa, pero yo no me recuerdo siendo así. Mi hijo, alegre y voluble, es tan divertido que a veces lamento, pensando en él, su futura incapacidad para recordarse a sí mismo.

Si pudiésemos ver nuestro yo infantil con mayor claridad, podríamos tener una mejor percepción del curso y del carácter de nuestras existencias. ¿Somos a los cuatro años la misma persona que seremos a los veinticuatro, cuarenta y cuatro o setenta y cuatro? ¿O cambiaremos sustancialmente con el paso del tiempo? ¿Está todo ya hecho, o nuestras historias experimentarán giros sorprendentes? Algunas personas sienten que han cambiado profundamente a lo largo de los años, y el pasado les parece como un país extranjero, caracterizado por costumbres, valores y gustos peculiares. (¡Ah, esos novios! ¡Esa música! ¡Aquellos trajes!) Pero otras personas atesoran un fuerte sentido de conexión con su yo más joven, y para ellas el pasado sigue siendo una suerte de hogar. Mi suegra, que vive cerca de la casa de sus padres y en el mismo pueblo donde creció, insiste en que es la misma de siempre, y recuerda, con renovada indignación, cuando cumplió seis añitos y le prometieron un poni que nunca se le regaló. Su hermano opina, en cambio,  lo contrario: él recuerda épocas distintas de su vida, cada una con su propio elenco de actitudes, circunstancias y amigos. "He pasado por muchas puertas", me dice. Yo también me siento así, aunque la mayoría de la gente que me conoce bien afirma que he sido siempre la misma persona.

Intenta recordar la vida como la vivías hace años, en un día típico de otoño. Por aquel entonces, algunas cosas te importaban mucho (¿Una novia? ¿Depeche Mode?), pero otras te resultaban indiferentes (¿Tus compromisos políticos? ¿Tus hijos?). Ciertos acontecimientos claves -¿la universidad? ¿la guerra? ¿el matrimonio? Alcohólicos Anónimos... aún no se habían producido en tu vida. ¿El yo que recuerda se siente como tú o más bien como un extraño? ¿Te parece que estás recordando el ayer o que estás leyendo una novela sobre un personaje de ficción?

Si eres de los primeros, probablemente seas un continuador; si las segundas, probablemente seas un segmentador. Es posible que prefieras ser una cosa más que la otra, pero que te resulte difícil cambiar de perspectiva. En el poema "El arco iris", William Wordsworth escribió que "el niño es el padre del hombre", y ese lema se cita a menudo como una verdad. Pero él formuló la idea como una aspiración -"Y podría desear que mis días estuvieran / unidos cada uno a cada cual por una piedad natural"-, un poco como si dijera que, aunque sería bonito que nuestra infancia y nuestra edad adulta estuvieran conectadas como los extremos de un arco iris, dicha conexión podría ser una ilusión dependiente de dónde nos situemos. Una de las razones para ir a una reunión de antiguos alumnos de tu instituto es sentirse como era uno mismo en el pasado: se reanudan las amistades, resurgen las broma de entonces, se reavivan los viejos amores. Pero el viaje en el tiempo cesa  en cuanto sales del gimnasio donde se celebra el encuentro. Resulta que uno sí ha cambiado, después de todo.

Por otro lado, algunos queremos desconectar de nuestro pasado; agobiados por lo que fuimos o enjaulados por lo que somos, deseamos tener vidas múltiples. En la voluminosa novela autobiográfica Mi lucha, Karl Ove Knausgaard, un hombre de mediana edad que espera ser mejor hoy que cuando era joven, -se pregunta si tiene sentido utilizar el mismo nombre a lo largo de toda una vida. Mirando una fotografía de sí mismo cuando era bebé, se pregunta qué tiene que ver esa pequeña personita, con "los brazos y las piernas abiertas, y la cara distorsionada en un grito", con el padre y escritor de cuarenta años que es ahora, o con "el anciano gris y encorvado que dentro de cuarenta años podría estar sentado babeando y temblando en una residencia de la tercera edad". Podría ser mejor,  nos sugiere, adoptar una serie de nombres distintos: "El feto podría llamarse Jens Ove, por ejemplo; y el bebé Nils Ove... el de diez a doce años: Geir Ove, y el de doce a diecisiete, Kurt Ove... el de veintitrés a treinta y dos Tor Ove, el de treinta y dos a cuarenta y seis, Karl Ove... y así sucesivamente". En un esquema así, "el primer nombre representaría el carácter distintivo del rango de edad, el segundo representaría la continuidad, y el último, la afiliación familiar".

Mi hijo se llama Peter. Me inquieta pensar que algún día pueda llegar a ser tan diferente como para justificar un nuevo nombre. Pero él aprende y crece cada día; ¿cómo no va a ser cada vez alguien nuevo? Tengo aspiraciones combativas para con él: sigue creciendo; sigue siendo tú mismo. En cuanto a cómo se verá a sí mismo, ¿quién lo sabe? El filósofo Galen Strawson cree que algunas personas son simplemente más "episódicas" que otras; están bien viviendo el día a día, sin tener en cuenta un arco argumental más amplio. "Estoy en algún lugar hacia el extremo episódico de ese espectro", escribe Strawson en un ensayo titulado The Sense of the Self (El sentido del yo). "No tengo ningún sentido de mi vida como si fuese un relato formal, y siento poco interés por mi propio pasado".

Tal vez Peter crezca como una persona episódica que vive el momento, sin preocuparse de si su vida forma un todo o bien un conjunto de partes. Aun así, no podrá escapar de las paradojas de la mutabilidad, que tienen cierta forma de entretejerse en nuestras vidas. Pensando en algún antiguo acto vergonzoso nuestro, nos decimos: "¡He cambiado!". (Pero, ¿es eso cierto?) Hartos de una amiga que está obsesionada con lo que pasó hace tiempo, nos decimos: "Aquello era otra vida; ahora tú eres una persona diferente". (¿Pero lo es ella?) Al convivir con nuestros amigos, cónyuges, padres e hijos, nos preguntamos si son las mismas personas que siempre hemos conocido, o si han vivido cambios que a nosotros, o a ellos, nos cuesta y les cuesta ver. Incluso cuando trabajamos incansablemente para mejorar, nos damos cuenta de que, vayamos donde vayamos, ahí estamos (en cuyo caso, ¿qué sentido tiene?). Y, sin embargo, a veces recordamos nuestro yo anterior con una sensación de asombro, como si recordásemos una vida pasada. Las vidas son largas y difíciles de captar. ¿Qué podemos aprender al preguntarnos si siempre hemos sido quienes somos?

La cuestión de nuestra continuidad tiene una vertiente empírica que puede responderse científicamente. En los años setenta, mientras trabajaba en la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, un psicólogo llamado Phil Silva ayudó a poner en marcha un estudio con mil treinta y siete niños. Los sujetos, todos los cuales vivían en la ciudad de Dunedin o en sus alrededores, fueron estudiados a los tres años, y de nuevo cuando cumplieron cinco años, siete, nueve, once, trece, quince, dieciocho, veintiuno, veintiséis, treinta y dos, treinta y ocho y cuarenta y cinco años, por investigadores que muchas veces entrevistaban no sólo a los sujetos sino también a sus familiares y amigos. En 2020, cuatro psicólogos asociados al estudio de Dunedin -Jay Belsky, Avshalom Caspi, Terrie E. Moffitt y Richie Poulton- incorporaron lo aprendido hasta entonces en un libro titulado The Origins of You: How Childhood Shapes Later Life [Tus orígenes.: cómo tu infancia moldea tu futuro]. En él se recogen los resultados de algunos estudios relacionados llevados a cabo en Estados Unidos y Reino Unido; y así se describe cómo han cambiado unas cuatro mil personas a lo largo de las décadas.

John Stuart Mill escribió, en una ocasión, que una persona joven es como "un árbol, que necesita crecer y desarrollarse por todos lados, según la tendencia de las fuerzas internas que lo convierten en un ser vivo". La imagen sugiere una extensión generalizada y un despliegue hacia arriba, que ha de verse afectado por el suelo y el clima, y que podría ser ayudado por un poco de poda juiciosa aquí y allá. Los autores de The Origins of You ofrecen una metáfora más caótica: los seres humanos, nos dicen, son como sistemas de tormentas. Cada tormenta individual posee su propio conjunto de rasgos y su dinámica; mientras que su futuro depende de numerosos elementos de la atmósfera y del paisaje. El destino de cualquier Harvey, Allison, Ike o Katrina podría estar determinado, en parte, por "la presión atmosférica en otro lugar" y por "el tiempo que el huracán pasa en el mar, recogiendo humedad, antes de tocar tierra". Donald Trump, en 2014, le dijo a un biógrafo que él era la misma persona a los sesenta años que había sido cuando empezaba la escuela primaria. En su caso, escriben los investigadores, la idea no es tan difícil de creer. Las tormentas, sin embargo, se ven moldeadas por el mundo… y por otras tormentas; y sólo un sistema meteorológico ególatra cree en su individualidad absoluta e inmutable.

Los esfuerzos por comprender el “clima” humano -para demostrar, por ejemplo, que los niños que sufren abusos llevan la marca de esos abusos cuando son adultos- son previsiblemente inexactos. Uno de los problemas es que muchos estudios sobre el desarrollo son de naturaleza "retrospectiva": los investigadores comienzan con la situación actual de las personas y luego miran al pasado para averiguar cómo llegaron a ser así. Pero hay muchos problemas que dificultan esos esfuerzos. Está la falibilidad de la memoria: la gente suele tener dificultades para recordar incluso hechos básicos en lo que vivieron décadas atrás. (Muchos padres, por ejemplo, no pueden recordar con exactitud si a su hijo le diagnosticaron TDAH; la gente incluso tiene problemas para recordar si sus padres eran malos o buenos). También existe el problema del sesgo de inscripción. Un estudio retrospectivo de adultos con ansiedad podría descubrir que muchos de ellos crecieron con padres divorciados, pero ¿qué pasa con los muchos hijos de divorciados que no desarrollaron ansiedad y que, por tanto, nunca se incluyeron en el estudio? Es difícil para un estudio retrospectivo establecer la verdadera importancia de un solo factor. El valor del proyecto Dunedin, por lo tanto, se deriva no sólo de su larga duración, sino también del hecho de que es "prospectivo". Comenzó con un millar de niños al azar, y sólo después identificó los cambios a medida que iban surgiendo.

Trabajando de forma prospectiva, los investigadores de Dunedin empezaron por clasificar a los niños de tres años. Se reunieron con los niños durante noventa minutos cada uno, y los puntuaron en veintidós aspectos de la personalidad: inquietud, impulsividad, voluntad, atención, amabilidad, capacidad de comunicación, etc. A continuación, utilizaron los resultados para identificar cinco tipos generales de niños. El 40% de los niños fueron considerados "bien adaptados", con la mezcla habitual de rasgos de personalidad infantil. Otra cuarta parte resultó ser "confiada", es decir, más cómoda de lo habitual con los extraños y las situaciones nuevas. El 15% se mostró "reservado", o distante, al principio. Aproximadamente uno de cada diez resultó "inhibido"; la misma proporción fue identificada como "descontrolada". Los niños inhibidos eran notablemente tímidos y excepcionalmente lentos para coger confianza; los descontrolados eran impulsivos e intratables. Estas determinaciones de la personalidad, a las que se llegó tras breves encuentros y por parte de desconocidos, constituirían la base de medio siglo de trabajos posteriores.

A los dieciocho años, ciertos patrones se hacían visibles. Aunque los niños seguros de sí mismos, reservados y bien adaptados seguían siendo así, esas categorías estaban menos definidas. En cambio, los niños que habían sido categorizados como inhibidos o como poco controlados se habían mantenido más fieles a sí mismos. A los dieciocho años, los niños que habían sido  considerados inhibidos seguían un poco apartados y eran "significativamente menos enérgicos y determinados que los demás niños". Los chicos poco controlados, por su parte, "se describían a sí mismos como buscadores de peligro e impulsivos", y eran "los menos propensos de todos los adultos jóvenes a evitar situaciones dañinas, excitantes y peligrosas o a comportarse de forma reflexiva, cautelosa, cuidadosa o planificada." Los adolescentes de este último grupo tendían a enfadarse más a menudo y a verse "como maltratados y víctimas".

Los investigadores vieron la oportunidad de racionalizar las categorías. Agruparon al gran grupo de adolescentes que no parecían seguir un camino fijo. Luego se centraron en dos grupos más pequeños que destacaban. Un grupo se "aleja del mundo", abrazando un modo de vida que, aunque puede ser perfectamente gratificante, también es discreto y circunspecto. Y otro grupo, de tamaño similar, se "movilizaba contra el mundo". En los años siguientes, los investigadores descubrieron que las personas de este último grupo eran más propensas a ser despedidas de sus trabajos y a tener problemas con el juego. Sus disposiciones eran duraderas.

Esa durabilidad se debe, en parte, al poder social del temperamento, que, según escriben los autores, es "una máquina que diseña otra máquina, que pasa a influir en el desarrollo". Esta segunda máquina es el entorno social de una persona. Alguien que se mueve en contra del mundo apartará a los demás, y tenderá a interpretar las acciones de los demás, incluso las bienintencionadas, como un rechazo; esta retroalimentación social negativa profundizará su postura de oposición. Mientras tanto, se dedicará a lo que los psicólogos llaman "selección de nichos", es decir, a favorecer las situaciones sociales que refuerzan su disposición. Una niña de último dep primaria "bien adaptada" podría "esperar con ansias la transición a la escuela secundaria"; cuando llegue allí, podría incluso apuntarse a algunos clubes. Su amiga, la que se aleja del mundo, podría preferir leer durante la pausa del almuerzo. Y su hermano, que se moviliza contra el mundo -el grupo es ligeramente masculino- se sentirá más a gusto en situaciones de peligro.

Los autores escriben que, a través de este tipo de desarrollo personal, creamos vidas que nos hacen parecernos cada vez más a nosotros mismos. Pero hay formas de salir del ciclo. Una forma de cambiar el rumbo de las personas es a través de sus relaciones íntimas. El estudio de Dunedin sugiere que, si alguien que tiende a movilizarse en contra del mundo se casa con la persona adecuada, o encuentra el mentor adecuado, podría empezar a moverse en una dirección más positiva. Su mundo se habrá convertido en una cocreación más benéfica. Aunque gran parte de la historia esté escrita, siempre es posible reescribirla.

El estudio de Dunedin nos dice mucho sobre la importancia de las diferencias entre los niños a lo largo del tiempo. Pero ¿cuánto puede revelar este tipo de trabajo sobre la cuestión más profunda y personal de nuestra propia continuidad o mutabilidad? Eso depende de lo que queramos decir cuando preguntamos quiénes somos. Al fin y al cabo, somos más que nuestras disposiciones. Todos nosotros encajamos en cualquier número de categorías, pero esas categorías no abarcan totalmente nuestras identidades.

Hay un sentido importante, en primer lugar, en el que “quién eres” se halla determinado no por “cómo eres” sino por “lo que haces”. Imagina a dos hermanos que crecen compartiendo dormitorio y que tienen personalidades similares: inteligentes, duros, dominantes y ambiciosos. Uno llega a ser senador del Estado y presidente de la universidad, mientras que el otro se convierte en un jefe de la mafia. ¿Sus temperamentos paralelos los convierten en personas similares? Quienes han seguido las historias de William Bulger y James (Whitey) Bulger -los hermanos de Boston que dirigieron el Senado de Massachusetts y el hampa, respectivamente- sugieren a veces que eran más parecidos que diferentes. ("Ambos son muy duros en sus respectivos campos", observó un biógrafo). Pero haríamos bien en ser escépticos ante tal perspectiva, porque requiere dejar de lado las sustancias salvajemente diferentes de las vidas de los hermanos. En las puertas del cielo, nadie los confundirá.

Los hermanos Bulger son extraordinarios; pocos llegamos a tanto bueno o a tanto malo. Pero todos hacemos cosas sorprendentes que importan. En 1964, el director Michael Apted ayudó a realizar Seven Up!, el primero de una serie de documentales en el que se visitaría al mismo grupo de una docena de británicos cada siete años, a partir de los siete años; Apted imaginó el proyecto -que se actualizó más recientemente en 2019, con 63 Up- como una investigación socioeconómica "sobre estos niños que lo tienen todo, y estos otros niños que no tienen nada." Pero, a medida que la serie ha ido avanzando, el caos de la individualidad ha ido invadiendo la claridad de la categorización. Uno de los participantes se ha convertido en ministro laico y se ha dedicado a la política; otro ha empezado a ayudar a huérfanos en Bulgaria; otros han hecho teatro aficionado, han estudiado la fusión nuclear o han creado conjuntos de rock. Uno se convirtió en documentalista y dejó el proyecto. La vida real, incontenible en sus particularidades, ha superado las intenciones esquemáticas de los cineastas.

Incluso elementos aparentemente sin importancia o triviales pueden contribuir a lo que somos. A finales de este verano, asistí a una reunión familiar con mi padre y mi tío. Mientras estábamos sentados en una mesa exterior, charlando, nuestra conversación giró en torno a Star Trek, la serie de televisión de ciencia ficción que se estrenó en 1966. Mi padre y mi tío han visto varias encarnaciones de la serie desde su infancia, y mi padre, en particular, es un auténtico fan de ella. Mientras la fiesta transcurría a nuestro alrededor, todos recitábamos de memoria el monólogo inicial de la versión original: "El espacio: la última frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise..."- y nos aplaudimos a nosotros mismos por nuestra interpretación. Star Trek es una línea que atraviesa la vida de mi padre. Tendemos a restar importancia a este tipo de manías y entusiasmos, pero son importantes para lo que somos. Cuando Leopold Bloom, el protagonista del Ulises de James Joyce, pasea por un cementerio de Dublín, no le impresionan las inscripciones genéricas de las lápidas, y piensa que deberían ser más específicas. "Fulano de tal, carretero", imagina Bloom, o, en una lápida grabada con el dibujo de una cacerola: "Cociné un buen guiso irlandés". Cuando se nos pide que nos describamos a nosotros mismos, tendemos a hablar en términos generales, pues los detalles de nuestras vidas nos resultan en cierto modo embarazosos. Pero un amigo que pronuncie un panegírico haría bien en señalar que tocamos la guitarra, coleccionamos teléfonos antiguos y amamos a Agatha Christie y a los Mets. Cada conjunto de detalles es como una huella digital. Algunos hemos tenido las mismas huellas a lo largo de nuestra vida; otros han tenido varios conjuntos de estas.

Centrarnos en la actualidad de nuestras vidas puede desmentir las propias intuiciones sobre nuestra propia continuidad o capacidad de cambio. Galen Strawson, el filósofo que dice tener poco sentido de su vida "como una narración", es más conocido por los argumentos que ha presentado contra las ideas del libre albedrío y la responsabilidad moral; sostiene que no disponemos de un libre albedrío y que no somos responsables en última instancia de lo que hacemos. Pero su padre, Peter Strawson, también era filósofo, y fue famoso, entre otras cosas, por defender esos conceptos. Galen Strawson puede asegurar que, desde una perspectiva en primera persona, su vida parece "episódica". Sin embargo, desde la perspectiva en tercera persona de un biógrafo imaginario, forma parte de un largo arco argumental que se extiende a lo largo de varias vidas. Podemos sentirnos discontinuos por dentro pero ser continuos por fuera, y viceversa. Ese tipo de divergencia puede ser simplemente inevitable. Cada vida puede verse probablemente desde dos ángulos.

Conozco a dos Tim, y tienen intuiciones opuestas sobre sus propias continuidades. El primer Tim, mi suegro, está seguro de que ha tenido la misma personalidad jovial desde los dos hasta los setenta y dos años. También ha tenido los mismos intereses -la lectura, la Segunda Guerra Mundial, Irlanda, el Salvaje Oeste, el equipo de los Yankees- durante la mayor parte de su vida. Es una de las personas más coherentes que conozco.

El segundo Tim, mi amigo del instituto, ve su vida como radicalmente discontinua, y con razón. Cuando le conocí, estaba tan delgado que le rechazaron en una campaña de donación de sangre por su poco peso; acosado y objeto de empujones por niños más grandotes, se consolaba con la idea de que sus padres  fueron tardíos en su crecimiento. A sus amigos les parecía una idea descabellada. Pero después del instituto, Tim se transformó repentinamente en un hombre imponente con un físico de héroe de acción. Estudió física y filosofía en la universidad, y luego trabajó en un laboratorio de neurociencia antes de convertirse en oficial de los Marines  y servir en Irak; entró en el mundo de las finanzas, pero desde entonces lo ha dejado para estudiar informática.

"He cambiado más que la mayoría de la gente que conozco", me dijo Tim. Compartió un vívido recuerdo de una conversación que tuvo con su madre, mientras estaban sentados en el coche a la salida de un taller mecánico: "Tenía trece años y estábamos hablando de cómo cambia la gente. Y mi madre, que es psiquiatra, me dijo que la gente suele dejar de cambiar mucho cuando llega a la treintena. Empiezan a aceptar lo que son, y a vivir con ellos mismos tal y como son. Y, tal vez porque yo era una persona infeliz y enojada en ese momento, encontré esa idea ofensiva. Y juré entonces que nunca dejaría de cambiar. Y no he dejado de hacerlo".

¿Los dos Tim tienen ante sí la imagen completa de lo que son? Conozco a mi suegro desde hace sólo veinte de sus setenta y dos años, pero incluso en este tiempo ha cambiado bastante, volviéndose más paciente y comprensivo; por lo que se ve, la vida que llevaba antes de conocerle también tenía sus propios capítulos aparte. Y hay un sentido fundamental en el que mi amigo del instituto no ha cambiado. Desde que le conozco, ha estado comprometido con la idea de ser diferente. Para él, la verdadera transformación sería el asentarse; el cambio interminable es una especie de coherencia.

Galen Strawson señala que hay una amplia gama de formas en que las personas pueden relacionarse con el tiempo a lo largo de sus vidas. "Algunas personas viven en modo narrativo", escribe, y otras no tienen "ninguna tendencia a ver su vida como si constituyera un relato o un desarrollo". Pero no se trata sólo de ser un continuador o un segmentador. Algunas personas viven episódicamente como una forma de "disciplina espiritual", mientras que otras "simplemente no tienen rumbo". El presentismo puede "ser una respuesta a la indigencia económica -una devastadora falta de oportunidades-, o  bien una gran riqueza". Continúa diciendo: hay indolentes, vagabundos, despreocupados lirios del campo, místicos y personas que trabajan duro en el momento presente. . . . Algunas personas son creativas aunque carezcan de ambición o de objetivos a largo plazo, y saltan de una pequeña cosa a la siguiente, o producen grandes obras sin planearlo, por accidente o por acumulación. Algunas personas son muy coherentes en su carácter, lo sepan o no, con una forma de constancia que puede sustentar la experiencia de la continuidad del yo. Otras son consistentes en su inconsistencia, y se sienten continuamente desconcertadas y fragmentadas.

Las historias que nos contamos a nosotros mismos sobre si hemos cambiado están destinadas a ser más simples que la esquiva realidad. Pero eso no quiere decir que sean inútiles. La historia de mi amigo Tim, que jura que cambia siempre, muestra cómo esas historias pueden estar cargadas de valor. Percibir la inmovilidad o la segmentación es casi una cuestión ideológica. Ser cambiante es ser imprevisible y libre; es ser no sólo el protagonista de la historia de tu vida sino el autor de su trama. En algunos casos, significa abrazar un drama de vulnerabilidad, decisión y transformación; también puede implicar una negativa a aceptar la finitud, que es la otra cara de la individualidad.

La perspectiva alternativa -el que siempre hayas sido quien eres- también entraña valores. James Fenton recoge algunos de ellos en su poema "El ideal":

Un yo es un yo.

No es una pantalla.

Una persona debe respetar

lo que ha sido.

 

Este es mi pasado

Que no desecharé.

Este es el ideal.

Esto es lo difícil.

 

Desde este punto de vista, la vida es plena y variable, y todos pasamos por aventuras que pueden cambiar lo que somos. Pero lo que más importa es que la hemos vivido. El mismo yo, aunque alterado, lo absorbió todo y todo lo hizo. Esta perspectiva también implica una declaración de independencia: independencia no del propio yo frente al pasado ni de las circunstancias, sino del poder de las circunstancias y de las elecciones que hacemos para dar sentido a nuestras vidas. Los segmentadores cuentan la historia de cómo han renovado sus casas, convirtiéndose en arquitectos durante el propio proceso. Los continuadores cuentan la historia de una propiedad augusta que seguirá siendo ella misma independientemente de lo que se construya. Por muy diferentes que parezcan esos dos puntos de vista, tienen mucho en común. Entre otras cosas, nos ayudan en nuestro autodesarrollo. Al comprometerse con una vida de cambios, mi amigo Tim podría haberla acelerado. Al concentrarse en su persistencia de carácter, mi suegro puede haber alimentado y refinado su mejor yo.

El paso del tiempo casi exige que contemos una especie de historia: hay ciertas formas que no podemos evitar cambiar a lo largo de la vida, y debemos responder ante ellas. Los cuerpos jóvenes difieren de los viejos; las posibilidades se multiplican en nuestras primeras décadas, y más tarde se desvanecen. Cuando tenías diecisiete años, practicabas el piano durante una hora cada día, y te enamoraste por primera vez; ahora pagas los cargos de tus tarjetas de crédito y ves Amazon Prime. Decir que hoy eres la misma persona que hace décadas es absurdo. Una historia que segmenta limpiamente tu pasado en capítulos también puede ser artificial. Y, sin embargo, hay valor en querer imponer orden al caos. No es sólo una cuestión de calmarse uno mismo: el futuro se cierne sobre nosotros y debemos decidir cómo actuar en función del pasado. No se puede continuar una historia sin escribirla primero.

Aferrarse al único relato de su propia mutabilidad puede ser limitante. Las historias que hemos contado pueden resultar demasiado estrechas para nuestras necesidades. En el libro Life is Hard  (La vida es dura), el filósofo Kieran Setiya argumenta que ciertos desafíos vigorosos -la soledad, el fracaso, la mala salud, el dolor, etc.- son esencialmente inevitables; mientras que tendemos a que se nos eduque en una tradición ampliamente redentora que "nos insta a centrarnos en lo mejor de la vida". Una de las ventajas de afirmar que siempre hemos sido quienes somos es que ello nos ayuda a pasar por alto los acontecimientos perturbadores que han trastornado nuestras vidas. Pero es bueno, como muestra el libro, reconocer las experiencias duras y preguntarse cómo nos han ayudado a ser más fuertes, más amables y más sabios. En términos más generales, si durante mucho tiempo has respondido a la cuestión de la continuidad de una cierta manera, podrías intentar responderla de otra. Para variar, considérate que eres más o menos continuo de lo que suponías. Averigua qué revela esta nueva perspectiva.

Los actos de autonarración tienen una cualidad recursiva. Me cuento una historia sobre mí mismo para sincronizarme con la historia que estoy contando; luego, inevitablemente, reviso la historia a medida que voy cambiando. El largo trabajo de revisión puede ser en sí mismo una fuente de continuidad en nuestras vidas. Uno de los participantes en la serie Up le dice a Apted: "He tardado prácticamente sesenta años en comprender quién soy". Martin Heidegger, filósofo alemán a menudo impenetrable, sostenía que lo que distingue a los seres humanos es nuestra capacidad de "tomar posición" sobre lo que somos y quiénes somos; de hecho, no tenemos más remedio que hacernos preguntas incesantes acerca de lo que significa existir, y lo que todo ello supone. Preguntar y ensayar respuestas es tan fundamental para nuestra personalidad como lo es el crecimiento de un árbol.

Recientemente, mi hijo ha empezado a entender que está cambiando. Se ha dado cuenta de que ya no cabe en su camisa favorita, y me enseña cómo duerme un poco en diagonal en su camita de niño. Le han pillado paseando por la casa con unas tijeras de verdad. "Ya soy un niño grande y puedo usarlas", dice. Al pasar por uno de los lugares favoritos de la playa, me dice: "¿Recuerdas cuando jugábamos con camiones aquí? Me encantaba entonces". A estas alturas, ya ha tenido varios nombres diferentes: le llamamos "pequeñín" después de nacer, y ahora le llamo "Señor Hombre". La comprensión de su propio crecimiento es un paso en su crecimiento, y es, cada vez más, un ser doble: un árbol y una vid. Mientras el árbol crece, la enredadera se enrosca, encontrando nuevos asideros en la forma que lo sostiene. Es un proceso que continuará durante toda su vida. Cambiamos, y cambiamos nuestra visión de ese cambio, mientras vivimos.

Joshua Rothman

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miércoles, 24 de agosto de 2022

Una inteligencia sin semántica


A vueltas con la IA cuando parece humana, una charla con el físico cuántico Alexei Grinbaum.

Aquí en V.O. en Le Monde de hoy.

Y aquí debajo una tradu exprés:

La inteligencia artificial desplaza la frontera entre lo humano y lo no humano

Alexei Grinbaum, físico cuántico y filósofo, comenta el caso de un ingeniero que fue despedido por Google por haber mencionado públicamente su preocupación durante un intercambio con una inteligencia artificial.


Entrevista realizada por Laure Belot y David Larousserie

Alexei Grinbaum es físico y filósofo en la Comisión Francesa de Energía Atómica y Energías Renovables (CEA). Es miembro del Comité Nacional de Ética Digital de Francia y advierte sobre el fascinante y preocupante progreso de la generación automática de lenguaje. En particular, habla para Le Monde sobre las declaraciones de un empleado de Google, Blake Lemoine, en el Washington Post el 11 de junio. Tras conversar con el último algoritmo de procesamiento del lenguaje natural de la empresa, LaMDA, este ingeniero explicó que creía estar hablando con una inteligencia humana a la que atribuía la sensibilidad de un niño de 7 u 8 años. La revelación de los detalles de las conversaciones puso de manifiesto los considerables avances de Google en materia de lenguaje y reavivó los debates sobre las capacidades de las máquinas. Blake Lemoine fue despedido el 22 de julio por lo que, según la empresa, fue un incumplimiento de su política de seguridad.


-¿Qué le parece este caso de conversación realista con una inteligencia artificial?

Desde 1965, con el primer chatbot [bot conversacional], Eliza, se sabe que las máquinas que hablan pueden tener efectos psicológicos en los usuarios. Eliza era un sistema determinista y bastante trivial cuya estrategia consistía en convertir las afirmaciones en preguntas para relanzar la conversación. Con los sistemas actuales de inteligencia artificial (IA), la estrategia es diferente, pero Blake Lemoine también ha padecido sus efectos: vive la ilusión de que esta máquina tiene emociones, estados de ánimo... Y saber que es una máquina no le impide, con todo, proyectar cualidades humanas sobre LaMDA. Proyecta sentimientos, como a veces hacemos con nuestro querido coche o nuestro travieso smartphone...

-Pero la ilusión es casi perfecta, ¿no?

La particularidad estriba en que esta ilusión proviene del lenguaje, sin necesidad de recurrir a una bonita figura humanoide, como la robot Sophia. LaMDA escribe texto, y eso es suficiente para la proyección de los rasgos humanos. Hay que recordar que en la Edad Media se podía nombrar a un "monstruo" si cumplía uno de estos tres criterios: paternidad humana, rostro humano o que estuviese dotado de habla. En cuanto una entidad extraña habla en nuestro lenguaje, se establece automáticamente una relación con el interlocutor humano. En los mitos, los agentes no humanos que nos hablaban eran dioses, demonios o ángeles. Ahora interactuamos con unas auténticas hazañas técnicas, con máquinas que hablan.

-¿Se ha superado el test de Turing, que distingue lo artificial de lo humano?

De hecho, esta prueba está obsoleta, porque en su versión original ya ha sido superada por muchos sistemas. Existen otras pruebas, como la de Lovelace, propuesta a principios de la década de 2000. La noción de inteligencia marca una especie de carrera precipitada hacia el horizonte eternamente inalcanzable de una inteligencia "verdaderamente" humana. Hace diez años, la generación de textos por parte de LaMDA y similares se habría considerado un logro increíble. Turing lo habría llamado "inteligencia", pero nosotros no. Todo depende de los criterios de tiempo y vocabulario, por ejemplo. si el lapso de charla es breve, muchos sistemas pasan la prueba. Pero a lo largo de una hora de interacción, ninguna IA puede engañar perfectamente a un ser humano. Lo mismo ocurre con los temas de conversación: con un número limitado de temas, puede hacerlo. La cuestión no es de competencia, sino de imitación mutua. Aunque el usuario sepa que está hablando con una máquina, la imitará. Y adoptará algunos de sus tics, sus formas de expresarse, que no eran originalmente humanas.

-Pero ¿qué diferencia a LaMDA de otros modelos lingüísticos lanzados recientemente?

A diferencia de otros modelos (y ya hay muchos: GPT-2 y GPT-3, de la empresa OpenAI; Gopher, de DeepMind, propiedad de Google, en Londres; YAML, de la rusa Yandex; Wu Dao, de la china Baidu; Jurassic-1, de la israelí AI21 Labs...)  LaMDA demuestra cierta robustez al ofrecer siempre la misma respuesta al mismo problema.  Y sus respuestas tienen sentido. Esto es, por ejemplo, lo que se busca cuando se da un consejo jurídico o médico. Pero LaMDA se acerca a lo humano porque también crea la ilusión de tener libre albedrío. Los sistemas anteriores, por lo general, descarrilan cuando la conversación se alarga demasiado. Con algunas variables de control suplementarias, LaMDA es capaz de mantener una larga conversación sin salirse del marco, e incluso de mantener la ilusión de tener conciencia de sí misma.

-¿Qué quiere decir con esto?

En la conversación entre LaMDA y Blake Lemoine, es fascinante ver que LaMDA habla de sí misma, de sus emociones, de sus estados de ánimo de forma coherente. Mantiene esta habilidad a lo largo del tiempo. El interlocutor se convencerá poco a poco de que hay un verdadero "agente" detrás. LaMDA no saltará de un tema a otro ni dirá cosas extrañas. Esta cercanía con nosotros es inquietante. Esto explica la creencia de Lemoine de que la máquina está dotada de personalidad. Pero, de nuevo, esto es sólo el resultado de una proyección antropomórfica.

Los avances en la generación automática de lengua se han acelerado desde hace dos o tres años. Hace seis meses, nos preguntábamos si la máquina podía mantener su "yo" con la suficiente coherencia a lo largo de páginas enteras de diálogo. LaMDA responde en gran medida a esta pregunta. Estamos ante lo que el  experto en robótica japonés Masahiro Mori llama "El valle inquietante", aplicado al lenguaje: un sistema de IA que se acerca demasiado a nosotros, y nos perturba. A los humanos les gusta saber quién les habla, si una máquina u otro ser humano, y no difuminar esa distinción. La inteligencia artificial ya está desplazando la frontera entre lo humano y lo no humano.

-¿Qué consecuencias puede tener esto?

En primer lugar, gracias a los sistemas de generación de lenguaje o de imágenes (como Dall-E 2 de OpenAI), muchas profesiones se encontrarán con creaciones originales pero no humanas: los profesores y sus alumnos, los escritores, los artistas, los periodistas, etc. Hace cinco años, creía, como otros, que las profesiones creativas estaban a salvo de la automatización. Pero esto no es cierto. La IA genera lenguaje e imágenes de la forma más creativa del mundo. Excepto que lo hace de forma diferente a nosotros, inhumanamente. Y eso conlleva riesgos.

-¿Cuáles son?

El lenguaje que genera no tiene, para la máquina, ningún valor de verdad, ni lógica de razonamiento. LaMDA no tiene semántica, mientras que los humanos dan significado a las palabras. Si la máquina dice "ve y mátate", el ser humano puede pensar que la máquina se lo está sugiriendo, mientras que para la máquina es sólo un cálculo numérico sin ningún significado.

Sin llegar a estos extremos, son posibles otras manipulaciones. Si quiere convencer a alguien de que le compre una pizza a usted y no a su competidor, no hay nada mejor que un lenguaje que pueda despertar una emoción a su favor. Los objetivos también pueden ser los niños, los ancianos, que podrían sufrir efectos reales en su estado psicológico y cognitivo... Podría empeorar, con el desarrollo de los deadbots

-¿Qué es esto?

Este tipo de chatbots puede hablar como una persona muerta, habiendo aprendido de todos los mensajes escritos por el difunto. Dialogar con un deadbot (robot o bot muerto) no es como ver un vídeo o una fotografía antigua. Un deadbot innova creando contenidos nuevos, con giros originales y frases parecidas [a los del sujeto].

En cierto modo, es como hablar con las mentes que salen de la máquina. Y cambia el estatuto de la muerte. Un joven canadiense, Joshua Barber, mantuvo una conversación con una máquina que imitaba a su amiga muerta en 2021, utilizando la GPT-3. Esto parece haber tenido un efecto terapéutico beneficioso, pero hay que tener en cuenta que OpenAI ha suspendido esta utilización.

-¿Pueden las empresas controlar estos usos?

Todas son conscientes de que los derrapajes pueden dañar su reputación. En sus artículos científicos sobre el procesamiento del lenguaje, hay párrafos obligatorios sobre cuestiones éticas. OpenAI, Google, etc. se preocupan por lo que llaman la "alineamiento" de los sistemas de inteligencia artificial con los valores de la sociedad. Por ejemplo, hay que evitar los prejuicios discriminatorios basados en el género, el color de la piel, etc. En la práctica, algunas empresas están retrasando el lanzamiento de sus modelos de lenguaje, siguiendo el ejemplo de OpenAI en 2019 con GPT-2. Actualmente, LaMDA no es de acceso abierto. Para los textos largos, propongo mantener la frontera entre el lenguaje humano y el de las máquinas "etiquetando" digitalmente las producciones de las máquinas para distinguirlas de las humanas.

-¿Y las autoridades públicas?

Una cosa es cierta: la actual regulación por el Reglamento General de Protección de Datos [GDPR] es insuficiente. El ejemplo de Lemoine muestra que, incluso estando informado de la calidad no humana de LaMDA, experimentó importantes efectos psíquicos. El paradigma del consentimiento libre e informado, que se basa en la idea de que el ciudadano informado es autónomo en sus decisiones, no es suficiente para evitar la manipulación.

Además, en el caso de los deadbots, el concepto de datos personales no se aplica después de la muerte. Por ello, el Comité Piloto Nacional de Ética Digital [de Francia] ya se pronunció, en noviembre de 2021 a favor de una normativa más precisa. Su opinión muestra por qué los chatbots deben ser clasificados como sistemas de IA de alto riesgo en la futura directiva europea.

A nivel europeo, la reflexión sobre los modelos de lengua no ha hecho más que empezar. El proyecto de investigación TechEthos, que reúne a varios países y al que contribuye la CEA, hará una serie de recomendaciones a principios de 2023, tras haber analizado en un informe en junio los problemas éticos que plantean cinco tecnologías, entre ellas el procesamiento del lenguaje y la realidad virtual.

-¿Hemos tomado la medida de estas transformaciones?

Todavía no con respecto al lenguaje. Y eso es preocupante. Ya no es necesario consultar el oráculo de Delfos ni llamar a un mago. Generar un lenguaje no humano se ha convertido en algo sencillo y accesible para todos. Sin embargo, la lengua es un elemento constitutivo de la identidad humana y de la vida en sociedad. Estamos en proceso de modificar tanto la condición humana como la sociedad.

Laure Belot y David Larousserie

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miércoles, 10 de agosto de 2022

Seré yo el único

¿Hizo  Felipe VI un mero Zapatero al paso del espadón de Bolívar, hizo un Balduino, o fue otra cosa? 

El marido de Fabiola abdicó unas horas en 1990 parque pudiera aprobarse en Bélgica una ley del aborto, llamada de las 12 semanas, que le planteaba problemas de conciencia (“¿Es normal que sea el único ciudadano belga que se vea obligado a actuar contra su conciencia en un ámbito esencial? ¿Se aplica la libertad de conciencia a todo el mundo excepto al rey?”: ver la carta íntegra infra). Si la sentada de Felipe VI fue esa clase de cláusula de conciencia, urge un hácese saber, sin más demora, de la Casa Real para zanjar peligrosas polémicas; si, en cambio, y retomando esa cierta idea de España que tuvo el 3 de octubre de 2017, le impulsó un designio más alto, que empiece por fin a ejercer su encomienda de arbitrar y moderar el funcionamiento normal de las instituciones, impidiendo la voladura controlada de este régimen del 78 en que se apoya su corona. Por España, todo por España (y por su propia coronilla y la de su hija).

Mas si apenas fue un Zapatero pueril, redundancia, la Messa è finita, puede ir en paz y seguir alpargateando lo que le queda de verano. 

Diciembre (de 2023) ¿el mes más cruel?

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La  carta de objeción de conciencia que mandó Balduino en 1990 al primer ministro belga cuando la ley del aborto.

Aquí en V.O. 

Aquí en una tradu exprés:

es normal que sea el único ciudadano belga que se vea obligado a actuar contra su conciencia en un ámbito esencial? ¿Se aplica la libertad de conciencia a todo el mundo excepto al rey?

"Señor Primer Ministro,

 En los últimos meses, he podido transmitir a muchos políticos mi gran preocupación por el proyecto de ley sobre la interrupción del embarazo. Este texto ha sido votado en la Cámara después de haber sido votado en el Senado. Lamento que no se haya podido alcanzar un consenso entre los principales partidos políticos en una cuestión tan fundamental.

 Este proyecto me plantea un grave problema de conciencia. Me temo que una gran parte de la población entenderá que autoriza el aborto durante las primeras doce semanas después de la concepción.

 También tengo serias dudas sobre la disposición que permite abortar más allá de las doce semanas si el niño por nacer padece una "enfermedad especialmente grave reconocida como incurable en el momento del diagnóstico". ¿Ha pensado alguien en cómo percibirían ese mensaje los discapacitados y sus familias?

 En definitiva, me temo que este proyecto va a suponer una importante disminución del respeto a la vida de los más débiles. Así que podrá entender por qué no quiero que se me asocie con esta ley.

 Al firmar este proyecto de ley y aceptarlo como tercera rama del poder legislativo, creo que inevitablemente estaría asumiendo cierto grado de corresponsabilidad. No puedo hacerlo por las razones expresadas anteriormente.

 Sé que al hacerlo no estoy eligiendo un camino fácil y que me arriesgo a no ser comprendido por muchos de mis conciudadanos. Pero es el único camino que puedo seguir en conciencia.

 A los que se sorprenden de mi decisión, les pregunto: ¿es normal que sea el único ciudadano belga que se vea obligado a actuar contra su conciencia en un ámbito esencial? ¿Se aplica la libertad de conciencia a todo el mundo excepto al rey?

 Me gustaría terminar esta carta subrayando dos puntos importantes a nivel humano.

 Mi objeción de conciencia no implica ningún juicio sobre los que están a favor del proyecto de ley.

 Por otro lado, mi actitud no significa que sea insensible a la situación tan difícil, y a veces dramática, a la que se enfrentan algunas mujeres.

 Señor Primer Ministro, le ruego que comparta esta carta, a su conveniencia, con el Gobierno y el Parlamento".


miércoles, 20 de julio de 2022

Dani c'est fini


Con Jean-Pierre Léaud en La noche americana



Murió de repente con 77 años Dani, la inolvidable cantante y actriz (La noche americana de François Truffaut, 1973). 

Aquí  en 1971, en un concurso de canciones para un público familiar, interpretando la políticamente incorrecta Papa a épousé la bonne (Papá se ha casado con la chacha, viejo éxito de 1935). La cantó a contracorriente por primera vez en 1968, y vendió un millón de discos con ella.

Obsérvese el público: familias con niños, aplaudiendo a rabiar.

Aquí la letra original y una tradu exprés interlineal:

Papa vient d'épouser la bonne

Papa se ha casado con la chacha
Oh quelle idée il a eu là mon p'tit papa

Que ideíta ha tenido mi papaíto
C'est une gentille petite bretonne

Es una bretona muy simpatiquita
Oh quelle idée il a eu là mon p'tit papa

Que ideíta la de mi papaíto
Toute la famille, tante Clara, tante Lison

Toda la familia: tía Clara, tía Lison 

Oncle Camille, ne viennent plus à la maison

Y el tío Camille: ya no vienen por casa

Car ça personne lui pardonne

Y es que nadie se lo perdona

Oh quelle idée il a eu là mon p'tit papa 

Qué ideíta ha tenido mi papaíto

Maintenant comme on n'a plus d'bonne

Y ahora que ya no tenemos chacha

J'vais ouvrir lorsque l'on sonne

Me toca abrir la puerta si alguien llama

L'autre jour j'ai donc ouvert à un soldat

El otro día se la abrí a un soldadito

Il me dit : comme je suis sorti, je suis venu voir Marie

Que me dijo: estaba de paso y quería ver a Marie

Vu qu'elle est ma bonne amie et qu'on se mariera

Pues es muy buena amiga y nos vamos a casar

Je suis obligée de lui avouer l'événement 

Y yo no pude ocultarle la noticia

En lui disant avec les plus grand ménagements :  

Y le dije con muchos miramientos:

"Vous n'savez pas c'qui vient d'arriver ?

¿No sabe usted lo que ha pasado?

Papa vient d'épouser la bonne 

Papá se ha casado con la chacha

Oh quelle idée il a eu là mon p'tit papa

Que ideíta ha tenido mi papaíto

J'comprends très bien qu'ça vous étonne 

Ya imagino lo mucho que le sorprende

Oh quelle idée il a eu là mon p'tit papa 

Qué ideíta la de mi papaíto

Pas d'importance que le soldat m'a répondu 

No pasa nada, me contestó el soldatido

J'vais voir Hortense, c'est la bonne à l'étage au-dessus

Subo a ver a Hortense, la chacha del piso de arriba

Car c'est pas ça qui manque les bonnes

No será por falta de chachas...

Oh quelle idée il a eu là mon p'tit papa 

Oh qué idea ha tenido mi papaíto

Nous avons su que Marie avait des économies 

Sabemos que Marie tenía sus ahorritos

C'est peut-être pour ça que papa l'épousa 

Quizá por eso se casó mi papaíto

Elle avait une série de billets pour la loterie 

Tenía una serie de décimos de lotería

Qu'en sortant de la Mairie à papa elle donna 

Que al salir del Ayuntamiento le dio a mi papaíto

Puis environ trois semaines après cette union 

Y a las tres semanitas de aquella unión

Papa s'écrie : Ah ! nous avons gagné l'million 

Papá gritaba: ¡Hemos ganado un millón!

Papa vient d'épouser la bonne

Papá se ha casado con la chacha

Oh quelle idée il a eu là mon p'tit papa 

Qué idea ha tenido mi papaíto

Avouez vraiment qu'ça vous étonne 

Reconozcan que no se lo creen

Oh quelle idée il a eu là mon p'tit papa 

Que ideíta la de mi papaíto

Toute la famille, tante Clara, tante Lison 

Toda la familia, tía Clara, tía Lison

L'oncle Camille, sont revenus à la maison 

Y el tío Camille ya vuelven por casa

Car ça tout le monde lui pardonne 

Y es que todos ya se lo perdonan

Oh quelle idée il a eu là mon p'tit papa 

Qué ideíta tuvo mi papaíto".

(Aquí cantada por Georges Milton en 1935, música y letra de Pierre Chagnon y Fred Pearly)

Por cierto, en la canción original había este introito:

Quand j'suis arrivé sur terre
Cuando llegué a este mundo
Papa Maman divorcèrent 
Papa y mamá se divorciaron 
Mais depuis Papa s'est r'marié plusieurs fois
Pero luego papá se casó varias veces

Si je n'ai eu qu'une mère
Si solo una madre tuve

Qu'est c'que j'ai eu comme belle-mère
¡Hay que ver cuántas madrastas tuve!

Ça fait avec la dernière
Y si contamos la última
 
La douzième que je vois 
Ya van doce en la lista 
Papa s'marie sans nous demander notre avis  
Papá se casa sin pedirnos permiso
                                              
Nous le savons seul'ment après quand c'est fini 
Nos enteramos cuando ya está hecho el guiso
Papa vient d'épouser la bonne

Papá se ha casado con la chacha 

Etc...
 
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jueves, 7 de julio de 2022

Contra la destransición


Destransición: 140 médicos e intelectuales llaman a informar a los jóvenes con objetividad

La web Gènéthique (genethique.org) se hace eco hoy, 7 de julio de 2022, del  Manifiesto europeo contra las campañas mediáticas de apología de la llamada "destransición" entre los más jóvenes. (Ni un sola entidad o universidad españolas entre los firmantes, de momento).

Aquí la info, y aquí el Manifiesto en V.O.


Y aquí una tradu exprés de ambas cosas:

"Nosotros, científicos, médicos y académicos de humanidades y ciencias sociales, hacemos un llamamiento a los medios de comunicación públicos y privados de Francia, Bélgica, Alemania, Reino Unido, Suiza y otros países europeos para que presenten fielmente los estudios serios y los hechos científicamente establecidos sobre el "cambio de sexo" de los niños en las emisiones destinadas a una amplia audiencia." Iniciado por el Observatorio de la Petite Sirène [La Sirenita], 140 científicos e intelectuales han firmado un "manifiesto europeo para un enfoque objetivo del "cambio de sexo" de los menores en los medios de comunicación". Los primeros firmantes son franceses, belgas, alemanes, británicos, suizos, suecos, noruegos y finlandeses*.

Los hechos científicos frente a la ideología

"Como científicos, profesionales de la infancia y académicos, nos oponemos firmemente a la afirmación de que las mujeres y los hombres son meras construcciones sociales o identidades sentidas", escriben. No eliges tu sexo y sólo hay dos. Se nace niña o niño. El sexo se establece al nacer y se inscribe en el registro civil. "Podemos cambiar la apariencia de nuestro cuerpo, pero nunca su inscripción cromosómica", nos recuerdan.

Lamentan que los medios de comunicación recojan "unívocamente" las "afirmaciones infundadas de los activistas transafirmativos, a menudo sin objetividad", poniendo "al mismo nivel las verdades científicas y las opiniones", sin dejar lugar a la crítica ni a la más mínima reserva.

El impacto en los jóvenes

Al presentar el cambio de "género" como una "solución milagrosa" al malestar de los adolescentes, estos "programas repetitivos tienen un efecto de adoctrinamiento en los jóvenes que las redes sociales acentúan" (cf. Cambio de sexo entre los niños: "Es como si mi hijo estuviera hechizado"). Esto lleva a un aumento de los "autodiagnósticos" entre los jóvenes. Así, las solicitudes de atención se han multiplicado por 25 "en menos de diez años".

Por otra parte, el aumento del número de "jóvenes en destransición" ilustra "la despreocupación con la que han sido tratados por médicos, psiquiatras y otros profesionales de la salud" (cf. Cambio de sexo en los niños: "uno de los mayores escándalos sanitarios y éticos").

Y "al mismo tiempo, se desarrolla en las escuelas una 'educación sexual' desde la primaria, que no tiene en cuenta en absoluto la inmadurez psicológica de los niños al exponerlos a contenidos intrusivos y restrictivos", denuncian los firmantes del manifiesto. Así, además de sensibilizar a los medios de comunicación, piden a las "instituciones públicas" que "garanticen la imparcialidad en la presentación y transmisión de conocimientos sobre un tema tan importante". (cf. La frágil protección de los niños frente a los lobbies trans-afirmativos)


Con la creación del Observatorio de Discursos Ideológicos sobre la Infancia y la Adolescencia (www.observatoirepetitesirene.org) y la publicación de La fabrique de l'enfant-transgenre (Caroline Eliacheff, Céline Masson, ed. de l'Observatoire, 2022) y Dysphorie de genre (Jean-Pierre Lebrun, Charles Melman, ed. Eres, 2022), el Observatorio "La Petite Sirène" lleva un año y medio alertando sobre los posibles excesos de una medicalización demasiado rápida que puede llevar a modificaciones corporales irreversibles, sobre todo en adolescentes con una vulnerabilidad psicológica que debe abordarse mediante un enfoque exploratorio. 

Este Manifiesto Europeo está firmado por numerosos intelectuales y científicos de Francia, Bélgica, Alemania, Inglaterra, Suiza, Suecia y Noruega, como Elisabeth Badinter, René Frydman, Arnold Munnich, Ghada Hattem-Gantzer y Didier Sicard, Pierre-André Taguieff en Francia, Diane Drory, Jean-Yves Hayez, Jean-Louis Renchon en Bélgica, Alexander Korte, Uwe Steinhoff, Aglaja Valentina Stirn en Alemania, David Bell, Marcus y Sue Evans en Inglaterra, Bertrand Cramer en Suiza, por citar algunos.

Este Manifiesto puede ser firmado por todos los ciudadanos de Europa que piden la misma precaución, respetando los derechos de las personas transgénero.


Presentación del Manifiesto Europeo

El colectivo franco-belga de profesionales de la infancia (médicos, psicólogos, profesores, académicos) del Observatorio "La Petite Sirène", ha tomado la iniciativa de publicar un manifiesto en la prensa de varios países europeos para alertar al público en general sobre la necesidad de tener acceso a una información imparcial en los medios de comunicación y en las instituciones públicas sobre la "reasignación de sexo/género" en menores.

Nosotros, científicos, médicos y académicos de humanidades y ciencias sociales, hacemos un llamamiento a los medios de comunicación públicos y privados de Francia, Bélgica, Alemania, Reino Unido, Suiza y otros países europeos para que presenten fielmente los estudios serios y los hechos científicamente establecidos sobre la "reasignación de sexo/género" de los niños en emisiones dirigidas a una amplia audiencia. En cuanto a la educación sexual, pedimos que se respete el ritmo de los niños y adolescentes en las recomendaciones de las escuelas y plataformas educativas. 

En la actualidad, demasiados programas e informes transmiten unívocamente las reivindicaciones infundadas de los activistas transafirmativos, a menudo sin objetividad. Los niños y adolescentes desfilan en los programas de televisión con sus padres para mostrar lo beneficioso que es el cambio de género (eufemismo de sexo), sin que nadie exprese nunca la más mínima reserva, ni dé los datos científicos que relativicen los beneficios de estas transformaciones a medio y largo plazo, ni los riesgos de los tratamientos. A los científicos que son críticos no se les da ningún espacio, o peor aún, se les insulta antes de cualquier debate. Estos programas repetitivos pueden tener un efecto de adoctrinamiento en los jóvenes, amplificado por las redes sociales.

Estas presiones mediáticas acríticas, transmitidas por algunos medios de comunicación impresos, normalizan y trivializan la ideología que afirma que uno puede elegir su género a cualquier edad, en nombre de la "autodeterminación", si no se siente de acuerdo con el llamado "sexo asignado al nacer". La reasignación de sexo se presenta a menudo como una solución milagrosa a los problemas de la adolescencia. Esto ha hecho que aumente el número de jóvenes que se autoidentifican como "trans", aunque es dudoso que lo sean, dado que el número de solicitudes se ha multiplicado por veinticinco en menos de diez años. Al mismo tiempo, en las escuelas se desarrolla una "educación sexual" desde la escuela primaria, que no tiene en cuenta en absoluto la inmadurez psicológica de los niños al exponerlos a contenidos intrusivos y restrictivos.

Esta visión tranquilizadora olvida que estos jóvenes van a entrar en un proceso de medicalización del que apenas se habla. 

La racionalidad científica y la objetividad están ausentes en estas presentaciones. La medicalización se extiende a medida que el número de jóvenes en destransición sigue creciendo, y estos jóvenes, muy mortificados y con cicatrices físicas por su transición, son testimonio de la falta de cuidado con la que han sido tratados por médicos, psiquiatras y otros profesionales de la salud.

Como científicos, profesionales de la infancia y académicos, nos oponemos firmemente a la afirmación de que las mujeres y los hombres son meras construcciones sociales o identidades sentidas. 

No elegimos nuestro sexo y sólo hay dos. Se nace niña o niño. El sexo se establece al nacer y se inscribe en el registro civil y cada persona construye una identidad que nunca es fija y que evoluciona con el tiempo, lo que se olvida con demasiada frecuencia. Uno puede cambiar la apariencia de su cuerpo, pero nunca su inscripción cromosómica. Es urgente romper con un discurso que utiliza un vocabulario creado de la nada para imponerse a todos, mientras que se basa en creencias y pone al mismo nivel las verdades científicas y las opiniones. Existe un riesgo de confusión entre los jóvenes. 

Hacemos un llamamiento a los directores de televisión y radio, así como a los medios de comunicación impresos, para que representen no sólo la diversidad de puntos de vista, sino también los conocimientos probados sobre la "disforia de género" en los menores. Actualmente, cuando los profesionales apoyan una atención psicológica que tenga en cuenta la temporalidad psíquica de los niños y adolescentes que sufren, son notoriamente descalificados o ausentes del debate.

En interés de todos, especialmente de los más jóvenes, pedimos también a las instituciones públicas que garanticen la imparcialidad en la presentación y transmisión de conocimientos sobre un tema tan importante".


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* En los links se encontrarán los nombres de los, de momento, 140 firmantes (ni un solo firmante de una entidad o universidad españolas).

Adiós a todo eso


                                                      Ivan Rioufol durante un debate en CNews.-

Después de 20 años, se jubila de Le Figaro Ivan Rioufol (1952), gran cronista contracorriente del Bloc-notes que inaugurara en 1952 François Mauriac.

Aquí en V.O.

Aquí una tradu exprés:

20 años del "Bloc-notes", siempre tocando lo real:  el adiós de Ivan Rioufol a los lectores del Figaro.

CRÓNICA - Ante la proximidad de la jubilación, nuestro columnista ha decidido dejar su puesto, y hace balance de sus muchos años como "fotógrafo y comentarista de las convulsiones de la sociedad".


"¿Quién se atreverá a agitar las aguas de nuestra sociedad bloqueada? Me hice esta pregunta el 29 de marzo de 2002, abriendo mi primer "Bloc-notes". Veinte años después, estoy convencido de la respuesta: sólo los franceses, hartos y por fin escuchados y respetados, harán que se mueva un Sistema desconectado de la realidad, aislado del pueblo, que ya no produce ideas. "El actor principal es el pueblo (...) Lo mejor está debajo", escribió Michelet sobre la Revolución Francesa. Es este mundo de los olvidados y los modestos el que me ha inspirado, mucho más que los ostentosos y los predicadores. "Para encontrar la verdad, hay que dar la espalda a la muchedumbre"*, escribió el viejo Fontenelle. Este consejo ha guiado mis columnas semanales, llenas de "pequeños hechos reales" y retazos de Historia viva. Con la llegada de la jubilación, he optado por dejar mi lugar. Aquí va mi último "Bloc-notes".

"Dieciséis años es una edad avanzada para una crónica", decía mi ilustre predecesor, François Mauriac, en uno de sus "Bloc-notes" en el Figaro littéraire de 1968. El académico mantendría su cita con el periódico hasta su muerte en 1970. A él, Premio Nobel de Literatura, le pertenece esta fórmula periodística lanzada en 1952, año de mi nacimiento. El 31 de octubre de 1969, explicaba: "He abierto este 'Bloc-notes' (ciertamente, lleno de mí mismo) a la Historia en marcha". 

A mi nivel, he tratado de ser el fotógrafo y comentarista de las convulsiones de la sociedad, siguiendo los pasos de Max Clos, a quien sucedí en 2002. El antiguo director editorial había relanzado el "Bloc-notes" en 1988, para continuarlo hasta el final de su vida. Yves de Chaisemartin, entonces director de Le Figaro, me ofreció el trabajo con dos condiciones: "Sigues siendo tú mismo y quedas liberado de la línea editorial". Mi gratitud hacia él es inmensa.

La revolución de la realidad, de la que estas columnas han querido hacerse eco, ha comenzado. Está destinada a barrer muchas imposturas y mentiras.

Mi total libertad de tono ha sido protegida y defendida por todas las sucesivas direcciones del periódico, a las que doy las gracias. Esta preciada condición me ha valido, como a otros que han acarreado el sambenito de "reaccionario", las caricaturas, las prohibiciones y los mordiscos de la manada. Pude así comprobar la observación de Montherlant: "Los amigos de la verdad no tienen amigos". Sin embargo, me voy sin tener que renegar de mis análisis, liberado de las prohibiciones de lo políticamente correcto y de la pesadez de los calcos. Schopenhauer dice lo que yo observo: "Toda verdad pasa por tres etapas: primero es ridiculizada. Luego, padece una fortísima oposición. Y por fin  se la considera como si hubiese sido siempre una mera evidencia". Y en eso estamos: sí, la inmigración masiva está desestabilizando a la sociedad; sí, el Islam político está amenazando a la nación; sí, la Francia sobreendeudada se ha vuelto frágil.

La revolución de la realidad, de la que estas crónicas han querido hacerse eco, ha comenzado. Está llamada a barrer muchas imposturas y mentiras. El martes, en RTL, [el ministro del interior] Gérald Darmanin, refiriéndose a la violencia en el Stade de France durante la final de la Liga de Campeones, admitió la responsabilidad de la "delincuencia [en la zona de] Seine-Saint-Denis". El 1 de junio, en una comparecencia ante el Senado, el ministro del Interior había señalado a los aficionados británicos como culpables, asumiendo una mentira de Estado. Hizo reproches a la senadora Jacqueline Eustache-Brinio (Les Républicains/Gaullistas) por haber evocado "vínculos muy nauseabundos" y haberse atrevido a mencionar a matones locales. Todavía Darmanin no ha reconocido la relación, que él mismo cuestiona, entre inseguridad e inmigración. El 24 de junio, en Oslo (Noruega), fue un islamista de origen iraní quien abrió fuego cerca de un bar gay (dos muertos).

Creencias desesperadas

La Francia dañada no está fuera de peligro. Los ideólogos, si bien están preocupados por el despertar de los parias y la tozudez de los hechos, no piensan abandonar sus puestos. Pero al menos revelan, por su infantilismo en querer negar la realidad, sus creencias desesperadas. El jefe del Estado, que busca ampliar su mayoría reducida por las elecciones legislativas, ha descartado cualquier acuerdo con La France Insoumise y el RN de Le Pen  porque "estas formaciones no se inscriben en la lógica de partidos de gobierno". Sin duda, estos movimientos nunca se habrían sumado al polo presidencial; tampoco los Republicanos (Gaullistas) habrían aceptado apoyar a un macronismo desautorizado. Sin embargo, no corresponde al "presidente de todos los franceses" excluir a los ciudadanos que considera inaceptables. Sobre todo porque LFI y RN representan más o menos a la mitad del electorado. Es una parte de Francia que está despertando, a la que Macron elige rechazar, con desprecio de clase.

Cuando el ministro de Educación Nacional, Pap Ndiaye, dijo en Le Parisien el domingo: "La hora es grave", no lo hizo para alarmarse por la desculturización de la escuela, o por su infiltración por parte del militantismo "diversitario", sino para reafirmar que "no se puede transigir con el Front National" (sic). Al mismo tiempo, anunció que quería integrar en los planes de estudio "temas relacionados con el calentamiento global", y tuiteó, en apoyo de la Marcha del Orgullo LGBT+ de París: "(...) La Educación Nacional en primera línea de la lucha contra las fobias LGBT". La Reeducación nacional, al estilo de Ndiaye, se perfila como la continuación de la barbarie moderna, perpetuando la fábrica de consumidores cretinizados.

Este falso mundo no durará mucho tiempo. Ya nada se piensa racionalmente. Tras cerrar la central nuclear de Fessenheim en nombre de la ecología, el gobierno reactiva las contaminantes centrales de carbón de Saint-Avold y Cordemais para paliar la crisis energética provocada por las sanciones europeas contra Rusia. Al mismo tiempo, a la Macronía le parece urgente consagrar el derecho al aborto en la Constitución, so pretexto de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos, rompiendo con el poder de los jueces, acaba de delegar en cada Estado la libertad de decidir sobre este delicado tema. En cuanto a la justicia francesa, que emitió su veredicto el miércoles, habrá pasado nueve meses investigando meticulosamente los atentados del 13 de noviembre de 2015 (132 muertos, más de 400 heridos), cuidando de no aludir en ningún momento al Corán tomado al pie de la letra, esa fuente cómplice de las llamadas a matar infieles. Últimas noticias: el pasaporte de vacunación, que no ha servido para nada más que para reducir las libertades individuales, podría ser restablecido en las fronteras por el higienismo estatal y el borreguismo mimético. Será sin mí.

Adiós

A mis queridos lectores: dejo Le Figaro, pero mantengo mi blog (blogrioufol.com), abierto a todos. Volveré, en otoño, a CNews, sobre todo para mi programa dominical, "Face à Rioufol". Espero verles pronto".

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* "Para hallar la verdad, hay que darle la espalda a la muchedumbre, y saber que las opiniones comunes son la regla de las opiniones sanas siempre y cuando sean tomadas en su sentido opuesto". (Bernard le Bouyer de FONTENELLE, in Diálogos de muertos, antiguos y modernos (1683)).


lunes, 4 de julio de 2022

Comparativa

                 (C) Miguel Gila.-


Un documento con los añadidos que ha experimentado el Anteproyecto de Ley de Memoria Histórica para poder superar así el trámite parlamentario. 

El texto era un tonto y lo que ha visto le ha hecho dos tontos.

Aquí el documento comparatista con todas sus enmiendas transaccionales y otros cambios, resaltados en color.


Y aquí lo que queda del honor perdido de la Cámara:

            "El Grupo Parlamentario Ciudadanos hace constar su apoyo a la incorporación de las enmiendas transaccionales a las enmiendas 1 y 198 y su oposición a la incorporación de las restantes enmiendas.

             El Grupo parlamentario Popular hace constar su oposición a la incorporación de todas las enmiendas y su voto en contra del Informe.

             En los mismos términos se pronuncia el Grupo Parlamentario VOX, que hace constar también su oposición a la incorporación de todas las enmiendas y su voto en contra del Informe".

lunes, 30 de mayo de 2022

La hija de Aron

                             
Dominique Schnapper, née Aron (1934) (c) foto: Bruno Coutier


Entrevista deliciosa a la hija de Raymond Aron.

Aquí en V.O.


Aquí en un tradu exprés:

Dominique Schnapper, socióloga e hija de Raymond Aron: "La forma en que se habló de mi padre con desprecio sigue siendo una herida"

ENTREVISTADA por Solenn de Royer.  [Autora de un libro reciente sobre la relación secreta  entre François Mitterrand y una mujer 50 años más joven que él durante los últimos ocho años de la vida del presidente francés. Aquí.]


"No habría llegado hasta aquí si..." Cada semana, Le Monde entrevista a una personalidad sobre un momento decisivo de su vida. Dominique Schnapper, referente en sociología, habla de la influencia tranquilizadora de su marido.

Directora de estudios en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS), Dominique Schnapper -hija de Raymond Aron (1905-1983), ardiente defensor del liberalismo- es una de las grandes figuras de la sociología francesa. Su trabajo se centra en la evolución de la democracia y la condición judía, el laicismo y la ciudadanía. Fue la primera socióloga en ser nombrada miembro del Consejo Constitucional, de 2001 a 2010. A sus 87 años, preside desde 2018 el Conseil des sages de la laïcité. (Consejo de sabios sobre la laicidad).-


-No habría llegado hasta aquí si...

-... si, en 1957, no hubiera decidido completar mi licenciatura en historia y geografía con un certificado en geografía, en la Sorbona. Allí conocí a un pelirrojo con gafas gruesas, al que rápidamente encontré muy inteligente pero insoportable, y con el que me casé doce meses después. Fue la decisión más importante de mi vida, la que tuvo más consecuencias y sin la cual no sería lo que soy.

 -¿Por qué dice eso?

-Porque la vida había sido un poco dura antes. No sabía realmente lo que quería, ni lo que era importante y lo que no. Tenía facilidades pero no me había encontrado a mí misma. Mi marido, Antoine [Antoine Schnapper, historiador del arte, 1933-2004], en cambio, se encontró muy joven. Su padre había sido deportado, su madre era bipolar. Se construyó a sí mismo sin ayudas. Cuando nos conocimos, ya era extraordinariamente asertivo en su personalidad y en sus decisiones. Al no poder asistir a Normale-Sup [escuela de élite de la administración francesa para formar a cuadros y altos funcionarios] a causa de la tuberculosis, se dedicó a la historia del arte. Básicamente, me ayudó a encontrar lo esencial.

 -¿Qué es lo esencial?

-Trabajo y amor, la definición de Freud de un hombre normal. Pero también el compromiso total, que da sentido. Todo lo demás es secundario. Antoine nunca hizo la más mínima concesión a la vida mundana, a las ambiciones sociales. Él estableció los términos de nuestra vida muy pronto.

 -Lo conoció muy joven...

 -Yo tenía 23 años, él 24. Estábamos sentados uno al lado del otro en la clase de geografía y habíamos decidido preparar el examen juntos. A finales de año, fui con unos amigos al norte de Italia. Antoine también iba, pero a Sicilia. Pensamos que podríamos encontrarnos en Roma. Recibí un telegrama: "Cita el 1 de septiembre a mediodía en la escalinata de la Trinità dei Monti". Lo encontré sentado, inmerso en un viejo Baedeker. Así es como se juega una vida. Nos subimos a mi 4CV verde y anunciamos que nos casábamos. Eso es lo que se llama un gran amor. Duró hasta que la muerte nos separó.

 -¿En qué tipo de ambiente familiar creció?

-Nací el 9 de noviembre de 1934 en una familia de clase media de origen judío. Todavía me resulta difícil hablar de mi padre. Raymond Aron estaba muy ocupado con su trabajo y su lucha. Se pasó la vida intentando compensar el fracaso de su propio padre, un hombre amable pero débil, que se había arruinado con la crisis de 1929. Mi madre daba clases antes de la guerra y luego ejerció como secretaria de mi padre. Yo no era el centro del mundo, pero teníamos una estrecha relación. Mi padre tuvo años muy difíciles: entre 1945 y 1956 perdió a todos sus amigos. En los años 30, había desarrollado una gran amistad con Sartre, Malraux, todos unidos en la lucha contra el fascismo. Pero después de la guerra, los antifascistas no se convirtieron en antisoviéticos y mi padre fue muy atacado. Sufrió enormemente de esta soledad intelectual y política. A pesar de las apariencias, era un hombre frágil, que escondía su sensibilidad bajo el control y la razón. Mi madre me apoyó mucho. Al final de su vida, ella me dijo: "Ves, tu padre, puedes cortarlo en pequeños trozos, y ninguno de ellos será malo".

-¿Este aislamiento pesó en su familia?

-Sí, sufrí al verlo criticado de esa manera. En Sciences Po [Facultad pública de ciencias políticas, de muy difícil acceso], donde estudié, era chic no ser anticomunista. La forma en que se hablaba con desprecio de Raymond Aron y de su "errónea lucha" sigue siendo una herida para mí. Probablemente porque vi las desgracias e incomprensiones que trae la fama nunca soñé con ser célebre. También estaba la influencia de mi marido, Antoine, que pensaba que todos los honores sociales eran ridículos. Pero fue en 1950 cuando la familia se vio más afectada.

-¿A qué se refiere?

-Ese mismo año, con cuatro semanas de diferencia, perdí a una preciosa hermana de seis años y medio, Emmanuelle, a la que llevaba al colegio todos los días, por una devastadora leucemia, y nació otra hermana, Laurence, con síndrome de Down. Con sólo 16 años, viví estos dos calvarios en silencio. Me llevó años aceptar la discapacidad de Laurence. El ambiente familiar era pesado, lleno de tristeza. Todo esto explica, creo, por qué estaba tan perdida cuando conocí a Antoine. Las pruebas te hacen más fuerte o más débil. A él lo blindaron. Él me llevó por ese camino.

-¿Cómo vivió la guerra?

-Siempre pensé que había una verdadera ruptura entre los que vivieron la guerra y los demás. Esta experiencia nos situó en una perspectiva histórica y nos permitió distanciarnos de la vida cotidiana. Mi marido y yo fuimos muy felices, pero no lo olvidamos: una felicidad a la sombra de la Shoah. Mi padre había sido destinado a la Universidad de Toulouse al inicio del curso escolar en 1939, antes de ser movilizado. En junio de 1940, vino a decirle a mi madre que quería continuar la lucha. "Os vais a Londres", respondió ella. Se subió a un barco, mientras mi madre y yo nos fuimos a Marruecos. Recuerdo que las hijas del sultán venían a la escuela francesa de Rabat envueltas en sus grandes velos. Me explicaron que no debía decir dónde estaba mi padre. Seguía diciendo "mi padre no está aquí". La gente entendía "mi padre es pastelero"[ambas frases suenan vagamente parecidas a oídos de un no nativo francófono, como debían de ser los marroquíes de los que habla; resulta muy cómico para un francés esta confusión fonética]. Tenía ocho años cuando nos fuimos de repente, con una sola maleta.

-¿Fue a Londres a buscar a su padre?

-Sí. ¡Y para conocerlo! Mi madre había obtenido un visado pero, tras el desembarco de los estadounidenses en el norte de África en noviembre de 1942, dejó de ser válido. Tuvimos que empezar de nuevo. Fue el propio general Eisenhower, entonces jefe de los ejércitos estadounidenses en el norte de África, quien dio permiso para que una mujer y una niña viajaran en un vuelo militar. Salimos de Fez el 13 de julio de 1943 con destino a Gibraltar, y luego a Bristol, en un avión lleno de oficiales británicos que Franco estaba entregando a los aliados. Nos sirvieron té caliente en la oscuridad total para reconfortarnos. Encontramos a mi padre cuando salía para la celebración del 14 de julio en la sede de la France Libre. Hubo muchos gritos. Pero no pude quedarme en Londres por los bombardeos. Me enviaron a un internado en el liceo francés de Cumberland. Dormíamos en un dormitorio veinte chicas. Íbamos a misa los domingos, y a los scouts: recuerdo largos paseos por la campiña inglesa.

-Su padre era judío, no su madre. ¿Tuvo una educación católica?

-Mi madre tenía dos grandes amigas, una era Simone Weil y la otra era Edi Copeau, hija de Jacques Copeau, que era monja. Había prometido bautizarme, y lo hizo. Había conocido a Simone y a Edi en el Liceo Victor-Duruy, en París, donde iban todas las hijas de los autores de la NRF (Martin du Gard, Gide, Copeau, Schlumberger...). Todos se hicieron amigos, y así fue como mi madre, de origen pequeño burgués en Isère, pudo conocer a mi padre en la abadía de Pontigny, frecuentada en el periodo de entreguerras por el gotha de las letras francesas. Después de mi bautismo, en Rabat, a la edad de 7 años, asistí a clases de catecismo. Lloré cuando escuché la historia de la crucifixión de Cristo. El sacerdote, conmovido, decía que yo era una gran alma católica. Luego leí en un librito religioso que si no acudías a misa el domingo te ibas al infierno. La idea de que mis padres irían al infierno me perturbó tanto que perdí la fe. Hoy, soy agnóstica.

 -¿Cómo llegó a la sociología?

-Primero hice dos años de filosofía. Pero me aburrí de esta disciplina, que permitía decir todo y su contrario. Luego estudié en Sciences Po. No me gustaba la escuela, a la que asistían estudiantes de entornos ultra privilegiados que preferían el éxito mundano a la búsqueda de la verdad. Pero descubrí disciplinas útiles para la sociología, como la economía y la ciencia política. Cuando me fui con Antoine a vivir a Bolonia durante dos años, Pierre Bourdieu -a quien conocía a través de mi padre- me propuso hacer una tesis sobre la clase media alta boloñesa. A mi regreso a París, pasé cinco años en su centro de sociología. Bourdieu fue un intercesor hacia el mundo intelectual. También me enseñó un oficio. Luego nuestra relación se deterioró. Su centro se había convertido en una secta, donde había que adorar al maestro. Ese no era mi estilo. Mayo de 1968 empeoró las cosas.

 -¿Cómo vivió usted el año 1968?

-Muy mal. El mundo académico estaba desgarrado, el clima intelectual era asfixiante y las pasiones políticas eran fuertes. Me sentí en el ostracismo. Recuerdo a un colega con un paraguas, visto de lejos en los Jardines de Luxemburgo: se desvió mucho para no tener que estrecharme la mano. Estas personas me reprocharon que no hubiera tomado partido contra mi padre. Él estaba mal visto. Algunos estudiantes me contaron que les decían: "¡No vayas al seminario de Dominique Schnapper, que es de derechas!" Unos años después de 1968, probablemente como reacción, tuve una depresión.

 -¿Cómo se desarrolló después su carrera académica?

-En el mundo de la sociología de los años 70 no hacías carrera si no eras de izquierdas, marxista o cuantitivista. Me sentí marginada. Vi que mis investigaciones caían en el vacío. Luego, el clima intelectual y político cambió. Ya no era raro romper con el comunismo, y el antitotalitarismo estaba en auge. Todo el mundo era de Rocard o de Barre. Me sentí menos sola. En 1994, escribí La comunidad de los ciudadanos y obtuve el reconocimiento de mis compañeros. Los que no me daban la mano se volvieron amistosos. Me gustó mucho impartir un seminario en la Escuela de Altos Estudios. Pero aunque el trabajo ha sido fundamental en mi vida, no lo he sacrificado todo por él.

-Usted se refiere a una "marginalidad". Sin embargo, usted fue elegida directora de estudios de la EHESS en 1981, un cargo prestigioso...

-Sí, pero nunca supe "venderme", por orgullo o por torpeza. Ser mujer también complicaba las cosas. Y odio viajar. Estoy enterrada en mis hábitos, mis rituales. La última noche que estuve fuera de casa, no dormí. Estas angustias me impidieron hacerme un hueco en prestigiosas universidades extranjeras, de las que rechacé invitaciones. Recuerdo que me crucé con Mary Douglas en Estados Unidos, una famosa antropóloga británica. La invité a la Escuela de Altos Estudios y me preguntó dónde quería que me invitaran de vuelta. Respondí: a ningún sitio. Debió de pensar que yo era una persona extraña...

 -Su padre era una figura importante en el mundo intelectual. ¿Era una sombra inoportuna para usted?

-Me llevó mucho tiempo adquirir una forma de confianza en mí misma y encontrar mi camino intelectual. La muerte de mi padre, en 1983, fue un trastorno increíblemente profundo. Yo tenía 49 años, él 78. Durante tres años esto me atormentó, sentí que nunca superaría el dolor. Pero, en cierto modo, su muerte me liberó intelectualmente. Me hubiera gustado que leyese lo que estaba escribiendo y, al mismo tiempo, la estatua del Comendador había desaparecido. Cuando publiqué La comunidad de los ciudadanos, François Furet me dijo amablemente: "¡Le habría gustado mucho a su padre!" Al mismo tiempo, es posible que no hubiera escrito este libro si él todavía estuviera aquí. Una cosa es cierta: no matas a tu padre. Le reprochas cosas, o lo quieres, pero no lo matas, vives con él. Mi madre solía decir: "Siempre eres más de tu familia de lo que crees". 

-¿Cómo ve la muerte?

-Hay dos muertes, la propia y la de los demás. A mi edad, he visto mucha. Pero yo no pienso en la mía. Creo que los vínculos continúan más allá de la ausencia, aunque no creo que nos volvamos a encontrar en el cielo. De Simone de Beauvoir, que no me gusta mucho, recuerdo esta frase que me conmueve: "Su muerte [la de Sartre] nos separa. Mi muerte no nos reunirá. Así es: bastante hermoso es ya que nuestras vidas hayan podido acordarse durante tanto tiempo". Antoine murió hace diecisiete años: ya no está, pero la relación sigue ahí. Seguimos estando definidos por lo que nos ha definido toda la vida.

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