martes, 30 de mayo de 2023

El fin de la mascarilla y otras hierbas

Conversando con: FERNANDO GARCÍA ALONSO


La ciencia probable: un balance razonable  y razonado tres años después de la pandemia

 

 

 

“La OMS, un títere de los chinos, ha bailado al son de la música que marcaban los Gobiernos. Carece de cualquier tipo de autoridad científica y moral”


 

Tres años después, ahora que el Covid ha dejado de ser portada recurrente en los medios y da una importante tregua (al menos en gran parte del mundo), parece llegado el momento de hacer cierto balance sobre la pandemia, seguramente el acontecimiento a escala mundial más relevante de los últimos años.

Charlamos sobre este asunto (y sobre algo de ciencia) con el doctor Fernando García Alonso (Madrid, 1955), toda una vida profesional entre la moqueta de los despachos oficiales y el cemento de los polígonos de las farmacéuticas: fue Director de la Agencia del Medicamento y ocupó varios cargos relevantes en el Ministerio de Sanidad; asimismo fue una temporada representante español en la Agencia Europea del Medicamento; atesora una dilatada experiencia docente (en la Autónoma de Madrid) y como directivo de diferentes empresas farmacéuticas. En situación técnica, como dice él, de “jubilación activa”, sigue en la brecha como autónomo asesorando a algunos actores del sector privado.

 


García Alonso comenta que en este tema de la pandemia (pero no sólo en este) el mundo se puede dividir entre los oficialistas viscerales, los negacionistas fanáticos y, en medio ¡y sin duda los menos malos!, los escépticos. En el caso del Covid son los que  llama los "barringtonianos", grupo de prestigiosos científicos del American Institute for Economic Research contrario a las cuarentenas y confinamientos durante la pandemia y en cambio favorables a una “protección focalizada” de las personas más vulnerables o a anhelada la inmunidad de rebaño.

Más modesto, él aboga por matizar y tomar en cuenta todos los argumentos en su justa medida y sin a prioris. Si en  la vida civil a esto se le puede llamar discernimiento, en ciencia consiste en la duda metódica y la aceptación de la evidencia empírica; en ella se presupone la honestidad intelectual de no soslayar aquello que cuestione las propias tesis, por dolorosa que sea la herida narcisista. Nos brinda un balance razonado tres años después de la pandemia.

El factor humano es, naturalmente, ineludible y entraña sesgos. Cuando hablamos de política, además, de sesgos institucionales, tal vez los más peligrosos para las sociedades.

Un reciente meta-estudio del prestigioso Instituto Cochrane, capitaneado por el epidemiólogo y profesor de Harvard Thomas Jefferson. apunta a que la utilización de mascarillas apenas influye en la transmisión de virus respiratorios o, incluso, no lo hace en absoluto. El documento no se dio a conocer por razones políticas durante la pandemia: ahora sale a la luz enriquecido con dos estudios que corroboran el escaso impacto de las mascarillas en relación concretamente con el virus del Covid.

Hace dos meses la OMS, actualizando sus directrices, recomendó el uso de la mascarilla para “cualquier persona que se encuentre en un espacio abarrotado, cerrado o mal ventilado”.

Hemos quedado con él en Casa Mono, un antiguo matadero de pollos, hoy lleno de libros, en calle del Tutor (Argüelles). Ha venido con una de las muchas burras de gran cilindrada que colecciona, y con la que se desplazará en breve para pasar unos días de Semana Santa en la casona familiar de Daimiel. El “abuelitronco”, como lo llaman sus nietos, escoltará el coche en el que viajará el resto de las tres generaciones de la tribu.

 

Cuestionario:

-El estudio Cochrane es bastante tajante sobre la ineficacia de las mascarillas,  pero la letra pequeña reconoce la poca solidez de muchos de los estudios, por heterogéneos, incompletos o por la metodología. Con todo, parece la aproximación más seria sobre las barreras físicas dado el gran número de estudios y de personas analizadas (más de 600 mil).  ¿Qué opina del estudio? ¿Se han caído por fin las mascarillas?

 R: La metodología del estudio es la correcta, un meta-análisis de los ensayos clínicos publicados. Los resultados son claros: no se consigue demostrar que las mascarillas tengan capacidad protectora frente a los virus respiratorios. Se trata pues de una pieza valiosa para extraer conclusiones sobre la utilidad del uso de las mascarillas; sin embargo, estos resultados deben analizarse a la luz de otros muchos datos existentes. Da la impresión de que Tom Jefferson, que trabaja para el Browstone Institute, pretende obviarlos. Este Instituto forma parte del movimiento “Great Barrington”, que, en algunos aspectos, parece comportarse como una secta: sus clérigos solo tienen en cuenta los datos que van a favor de sus tesis, obviando los que contradicen sus conclusiones.

 

no se ha podido comprobar si  las mascarillas funcionan. Estamos en un estado de incertidumbre, situación habitual en la ciencia




 

-Es decir, la evaluación Cochrane podría tener ese sesgo “barringtoniano”… Pero además ¿no es pobre estructuralmente? Nuestro gozo en un pozo…

 

R: Así es, aunque hay que admitir que lo de la heterogeneidad de los estudios incluidos es inherente a la metodología utilizada. En resumen, no se ha podido comprobar si  las mascarillas funcionan. Estamos en un estado de incertidumbre, situación habitual en la ciencia.

-Cuánto cuesta aceptar esa incertidumbre cuando esperamos respuestas de la ciencia. ¿Qué hubiera debido hacerse para ajustar mejor el tiro?

 

R: Algunos de los ensayos clínicos incluidos en el pool de análisis sí que son capaces de demostrar la eficacia de las mascarillas, pero por cuestiones relacionadas con su diseño no son una prueba concluyente. Precisamente esta es la razón que lleva a Jefferson a analizar conjuntamente diferentes estudios y comprobar si ese análisis global pudiera darnos resultados robustos. Como he comentado, esto no ocurre.

 - ¿Deberíamos renunciar a esperar relaciones causales y limitarnos más modestamente a meras correlaciones?

 

R: Los estudios observacionales son los más sencillos de realizar; se han hecho muchos, pero solo son capaces de suministrarnos correlaciones o asociaciones que carecen de la capacidad de establecer relaciones causales.

 -¿Qué propone pues como buena metodología?

 R: La única forma de obtener resultados concluyentes sería realizar un gran estudio que fuera capaz de aleatorizar poblaciones, es decir, la mitad de los habitantes de una ciudad usarían mascarilla, y la otra mitad, no. Quién la usaría y quién no se decidiría mediante una distribución aleatoria o randomización, que es lo que define metodológicamente a un ensayo clínico, la única herramienta conocida para establecer relaciones causa-efecto. Esta forma de actuar es infinitamente más robusta que la aproximación Cochrane, pero parece que no es factible. Teóricamente sí que se podría hacer, pero hasta ahora nadie ha tenido la capacidad de llevarlo a cabo.

 -¿Por qué motivo?

 R: Supondría una intromisión inaceptable en la vida de los ciudadanos decidir por sorteo si usas mascarilla o no. Quizás los chinos en Wuhan lo podrían haber hecho.

 -Eso y cosas muchos peores… Se deduce del estudio que no hay apenas diferencia entre las mascarillas normales y las de máxima calidad FFP2/KN95, las conocidas como de quirófano. ¿Cómo se explica esto?

 R: El estudio de Jefferson no puede discriminar eso, sus conclusiones dependen de la calidad de los estudios introducidos en el pool, y esta es muy baja,

 -¿Qué hacer ante tanta incertidumbre?

R: Existen pruebas sólidas de que las mascarillas en estudios de laboratorio protegen de los virus respiratorios. Se ha podido comprobar cómo el spray que contiene estos virus no es capaz de atravesar dispositivos del tipo FFP2/ KN95 (mascarillas profesionales), lo cual justifica sus uso en hospitales, particularmente en áreas quirúrgicas y de cuidados intensivos. Los sanitarios llevan estas mascarillas ajustadas y las renuevan periódicamente. Esto es difícilmente extrapolable al público en general, aunque determinadas personas en circunstancias concretas podrían utilizarlas, igual que se hace en los hospitales.

-Y obtendrían por lo tanto una protección real. ¿El mensaje honrado a la población no hubiese debido de ser: “La ciencia acredita que solo las mascarillas profesionales debidamente utilizadas protegen de la contaminación por virus respiratorios”?

R: Añadiría que “la comunidad científica no ha sido capaz de comprobar si este efecto puede extrapolarse a la población general en circunstancias diferentes”.

-Habría que ver si la gente aceptaría llevar ese tipo de mascarilla tan ajustada, aparte de renovarla a cada rato. ¿Significa esto que la tradición asiática de llevarlas (mal llevadas probablemente) cuando hay contaminación o virus estacionales resulta muy poco eficaz?

R: Los asiáticos se benefician del uso de mascarillas cuando hay contaminación, respecto de los virus como vengo diciendo estamos en situación de incertidumbre.

- Todo esto, dice el estudio Cochrane, se sabía antes de la pandemia. ¿Por qué entonces la OMS, el comité sanitario de crisis de la UE, y casi todos los comités técnicos de los países del primer mundo preconizaron el uso de la mascarilla (especialmente a partir del momento en que hubo stocks)? ¿Por qué semejante consenso científico y apenas voces discrepantes?

R: Partiendo de la base de la incapacidad de hacer un estudio epidemiológico capaz de demostrar la utilidad de las mascarillas, unido a los datos conocidos de su utilidad en situaciones controladas, los Gobiernos tomaron la decisión de recomendar su uso para “hacer ver que hacían algo”.

-Eso dice también Jefferson… “Para hacer ver…”. Resulta algo deprimente.

 

“Los Gobiernos tomaron la decisión de recomendar su uso para “hacer ver que hacían algo””

 




 

R: Consenso científico no ha habido nunca, es imposible que lo haya si la prueba necesaria no se ha podido llevar cabo. Opiniones discrepantes las ha habido pero, dada la incertidumbre existente, los discrepantes en general han optado por la prudencia. La OMS, un títere de los chinos, ha bailado al son de la música que marcaban los Gobiernos. Carece de cualquier tipo de autoridad científica y moral, y han sido instituciones como el CDC [Centro de control y prevención de enfermedades] norteamericano las que han marcado la pauta. Sin embargo, el papel de esa institución bajo el mandato de Trump ha distorsionado gravemente las  decisiones del propio CDC.

- Si apenas han servido para nada las mascarillas, no habría sido preferible al menos obtener el beneficio de no llevarlas, no sólo económico, sino también dermatológico, psicológico, etc.? ¿Es una enseñanza para futuras pandemias de virus respiratorios?

R: Insisto, no se puede afirmar que “apenas han servido para nada”, simplemente no lo sabemos. Ante una próxima pandemia, que llegará indefectiblemente antes o después, estimo que tendremos nuevas herramientas metodológicas, diferentes del ensayo clínico. para demostrar relaciones causa-efecto.

-Debemos conformarnos de momento con que correlación no es siempre causalidad…

R: El conocido aforismo, casi un mantra, “correlación no implica causalidad” nos remite a un problema que transita por la filosofía y la ciencia desde hace siglos: cómo distinguir una verdadera relación causa-efecto entre dos fenómenos de una correlación, o aun de una asociación espuria entre ellos. Que en el fondo es responder a la pregunta clave cuando nos enfrentamos a la naturaleza: ¿por qué? Y en este terreno asistimos desde hace poco más de una década a un cambio sustancial, derivado de los trabajos, entre otros, de un científico computacional, Judea Pearl, reciente Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento.

-Casi nada: pasar del cómo al por qué, es una salto cualitativo…

R: En este punto parece obligado hacer un apunte sobre los progresos realizados en este terreno.

 -¿En qué sentido?

R: El método del que disponemos desde el siglo pasado para resolver el problema, cuando abordamos el estudio de un fenómeno, las pruebas controladas aleatorizadas (los ensayos clínicos, por ejemplo), deja fuera un tipo de estudios científicos en los que no es posible intervenir sobre el fenómeno y los diferentes factores que actúan sobre él, y en el que solo contamos con observaciones, con datos de tipo estadístico o demográfico.

-¿Qué otras herramientas pueden existir que no sean ensayos clínicos?

R: En la actualidad no tenemos ninguna debidamente validada.

 - ¿Quiere esto decir que no hay forma de determinar las causas en muchos casos? ¿No hay manera de que se pueda responder a los porqués, y hemos de limitarnos a intentar resolver los “cómo”?

R: Ese es justamente el dilema que abordó Pearl desde su amplio conocimiento del pensamiento probabilístico bayesiano —nacido del teorema del famoso reverendo Bayes—, que es lo mismo que decir el pensamiento racional: cómo actualizar mis creencias o suposiciones actuales sobre un fenómeno a partir del descubrimiento de nuevos factores. El teorema de Bayes es lo que nos permite convertir este esquema de razonamiento en números concretos, en probabilidades.


“el pensamiento probabilístico bayesiano: cómo actualizar mis creencias o suposiciones actuales sobre un fenómeno a partir del descubrimiento de nuevos factores…”


- La ciencia entendida como mero conocimiento probabilístico…

R: Hace décadas Pearl desarrolló las redes bayesianas para modelar los casos de estudio en los que existen numerosos factores y resultados posibles, encadenados e interdependientes entre sí. Nacieron para simplificar el cálculo de las probabilidades de cualquiera de los elementos que contienen dichas redes cuando cambia la probabilidad de que se dé alguno de ellos, y es una herramienta masivamente utilizada en la actualidad en los algoritmos del Machine Learning. Siendo muy útiles, el caso es que no podemos inferir qué son causas y qué son efectos simplemente con esta técnica: seguimos moviéndonos en el terreno de las correlaciones o asociaciones.

-¿Y en qué es esto revolucionario pues?

R: Es que el salto se produce cuando Pearl descubre, años después, que si modifica las redes bayesianas de una determinada manera y las convierte en un nuevo tipo de gráficos llamados diagramas causales, con nuevas reglas de cálculo,  entonces podemos  empezar a responder a preguntas del tipo: ¿en qué medida cambia la variable “Y” si hago un cambio en la variable “X”?. Y esta es la clave, ¡sin necesidad de hacer realmente el cambio en “X”!

-Suena cuántico…

R: Ocurre sin necesidad de intervenir con una prueba controlada y aleatorizada, sino  simplemente a partir de las observaciones recogidas de las variable “X”, “Y” y otras presentes en el fenómeno analizado. Hablamos de modelos, esta vez, causales: un nuevo camino para responder la pregunta clave: ¿por qué aparece o cambia “Y”?

-Se abre una nueva dimensión…

R: Además, con algunas reglas adicionales ello nos permite responder no solo a los ¿qué pasa con “Y” si cambio “X”?, sino también a un nuevo tipo de preguntas: ¿qué habría pasado con “Y” si no hubiera cambiado “X”, o hubiera cambiado de otra manera? Son las llamadas preguntas contrafácticas, preguntas sobre situaciones imaginadas diferentes a las realmente ocurridas. Una capacidad en absoluto trivial, porque forma parte intrínseca de la forma en la que nuestro cerebro opera. Como también es inherente en él buscar las causas de todo lo que sucede.

- Al final el cerebro es más lógico de que lo pensábamos…  Para cerrar este punto: ¿cómo se comportó España en el asunto de las mascarillas?

R: Ha sido un comportamiento basado en el seguidismo, carente de criterio propio y extraordinariamente conservador.

-Por tanto en línea con la mayoría de los países de nuestro entorno. Reconforta un poco, dentro del naufragio general, que no haya en esto un excepcionalismo hispano a peor…

 R: Creo que no lo ha habido.

 - Desde Semmelweis se conocen las virtudes de la higiene en materia de infecciones: ¿se podría haber hecho más hincapié en el lavado de manos, en el uso de guantes, en desinfectar superficies? Da la sensación de que en cuanto hubo mascarillas disponibles, Semmelweis pasó a un segundo plano.

 

“El lavado de manos y la aireación de las habitaciones son medidas de higiene general que deben mantenerse en cualquier circunstancia”

 

R: El lavado de manos y la aireación de las habitaciones son medidas de higiene general que deben mantenerse en cualquier circunstancia. El catarro común, producido también por un coronavirus, siempre se ha podido combatir así. Con Covid y sin Covid es una medida obligada.

 -El estudio constata en cambio que el lavado de manos podrá haber tenido una incidencia constatable cifrable en un 11% menos de contagios: pero ¿cómo se puede calcular la adherencia de una población a la recomendación del lavado respecto a otra, y su incidencia en la protección frente al virus?

R: Medir la adherencia a una intervención resulta complicado, se realiza a través de encuestas de dudosa utilidad. El peor trabajo científico que he publicado en mi vida profesional estudiaba en 2014 precisamente la adherencia a un tratamiento farmacológico, a pesar de estar publicado en el Journal of the American College of Cardiology, una de las revistas de mayor impacto.

- Queda la duda  de si lo hizo a sabiendas, o lo descubrió a posteriori… Una perplejidad: en el informe Cochrane se dice que ciertos estudios cuestionan que la transmisión sea (sólo) aérea y vuelven a la hipótesis del contagio por las superficies. ¿Todavía no hay seguridades ni sobre esto?

R: La transmisión de los virus respiratorios es aérea, no cabe ninguna duda. Eso no excluye que también se contagie por fómites.

-Hablemos de las vacunas: ¿no se da un poco la misma nebulosa que con las mascarillas? Esto es, un gran esfuerzo internacional sin precedentes para obtenerlas en tiempo récord, pero disparidad de vacunas y de niveles de eficacia, diferencias enormes en tasas de vacunación, etc. 

R: La disparidad de vacunas y de las tasas de vacunación ha sido algo inevitable dada la situación geopolítica, pero en todo caso se han conseguido hitos hasta ahora nunca alcanzados: desarrollar una vacuna en tan corto intervalo y unas tasas de vacunación dispares pero elevadísimas.

-¿Han cumplido las vacunas “occidentales” sus expectativas, en términos de inmunidad, mitigación y no transmisibilidad?

R: Las expectativas de la comunidad científica eran bajas, hasta ahora no se había conseguido desarrollar una vacuna óptima para ningún virus respiratorio. Las vacuna de mRNA han superado estas expectativas, si bien no dejan de ser subóptimas pues no han sido capaces de cortar la transmisión ni evitar que el paciente pueda enfermar aunque esté vacunado. Otra cosa son las expectativas que políticos y periodistas, apoyados por expertos de pega, hayan podido expandir.

-¿Y las vacunas chinas? ¿Y la rusa de nombre cómico, “Sputnik”?

R: La rusa se empezó a utilizar sin ensayos clínicos previos, algo insólito, y era de una tecnología obsoleta. No así los chinos, que tenían al menos tres tipos diferentes de vacunas y alguna de tecnología válida, pero nunca fueron transparentes con los resultados de los ensayos.

-¿No se hace muy complicado evaluar la eficacia de las vacunas frente al Covid, a diferencia de los que tradicionalmente se sabe sobre la eficacia y comportamiento de otro tipo de vacunas tradicionales?

R: Es que no deberían compararse con las “vacunas tradicionales” sino con las vacunas frente a virus respiratorios como la de la gripe, de una eficacia muy relativa. Hay que tener en cuenta que tampoco hay vacunas frente al resfriado común. A principio de los 90, siendo Subdirector General de Evaluación de Medicamentos en el Ministerio [ocupó ese puesto del 90 al 94] retiramos del mercado un medicamento llamado “vacuna anticatarral” que era simplemente una estafa.

- ¿Por qué entonces las campañas masivas de vacunación de la gripe? 

R: Porque cuando coincide la cepa del virus circulante con la vacuna de esa temporada tienen una eficacia aceptable. Ocurre con frecuencia que aparece una cepa emergente que no coincide con la de esa temporada y la eficacia es mucho menor.

-Muchos estudios serios concluyen que la vacunación mitiga formas graves de la enfermedad, pero serían apenas una barrera anti contagio: ¿por qué se ha soslayado este importante elemento en las recomendaciones de los Gobiernos?

R: Ni los fabricantes ni las autoridades sanitarias hablaron nunca de que la vacuna previniera el contagio. Eso sí, lo decían con la boca pequeña. Es evidente que esto ha generado confusión y falsas expectativas.

 - ¿Ni siquiera el vacunado ve rebajada su carga viral?

R: La carga viral se va modificando es función de la evolución del virus. Quizás influyan las vacunas pero también la inmunidad natural.

- ¿No ha sido un error no diseñar políticas de vacunación mucho más selectivas, privilegiando ciertas categorías, en vez de ese “todos vacunados”? 


“No se tuvo en cuenta en las campañas de vacunación iniciales, que trataban por igual al que hubiera pasado el Covid que al que no”





R: Ha habido desde el primer momento un malentendido. Los ensayos clínicos que permitieron la aprobación de las vacunas de mRNA y la de Astra Zeneca se hicieron con pacientes vírgenes, nunca se compararon con pacientes que ya hubieran padecido la enfermedad y tuvieran inmunidad natural. Esto no se tuvo en cuenta en las campañas de vacunación iniciales, que trataban por igual al que hubiera pasado el Covid que al que no. La Sociedad Española de Inmunología advirtió de esta situación, pero se les hizo poco caso.  

-Dispare, por favor.

R: Aquí jugó un papel absurdo la Comisión Nacional de Bioética, presidida por un pomposo pero ignorante abogado que presumía de haber elaborado un informe de más de 100 páginas sobre los criterios de prioridad para la vacunación. Se olvidó del  pequeño detalle de la piedra angular de la bioética: no se pueden establecer criterios éticos sin entender previamente el problema biológico en profundidad; me temo que este no era su caso.

- ¿Es normal que quien decide no vacunarse comete prácticamente un delito de lesa patria?

R: A mí no me lo parece, si no fueron obligatorias sería por algo.

-¿Qué opina de los movimientos negacionistas? Como un reloj averiado, ¿pueden dar dos veces la hora correcta? ¿Son aberrantes?

R: Sí que lo son porque están fuera del perímetro  de la ciencia. En su defensa se puede decir que fueron provocados en parte por las absurdas exigencias  de un pasaporte de vacunación de escasa utilidad práctica. No dejar jugar a Djokovic el Open de Australia creó un montón de negacionistas.

-Pero también le dio al Gobierno australiano un montón de votos, según los sondeos… ¿Fue razonable convertir a los no vacunado en apestados privados de poder desplazarse y viajar? Macron, por ejemplo, le hizo la vida imposible, y aún hoy muchos sanitarios no vacunados siguen suspendidos de empleo y sueldo.

R: En el caso de los sanitarios sí que veo razonable que la vacunación fuera obligatoria.

-Al principio de la crisis, hasta bien entrada la primavera de 2020, países como EE.UU., Brasil, pero también, sorprendentemente, Suecia, Países Bajos y hasta cierto punto Reino Unido, optaron por la estrategia de la inmunidad de rebaño, que llevaba aparejada, inevitablemente, pocos confinamientos y  una incitación a la vacunación muy inferior a la de los países del núcleo duro de la Unión Europea. Luego se vio que las tasas de mortalidad en esos países como Brasil y EEUU, fue monstruosa, impropias del primer mundo.

R: En el asunto de los confinamientos sí que me siento cercano a las posturas de Great Barrington. Los confinamientos funcionan, vaya que si funcionan, pero hay que hacerlos como en Wuhan, en plan campo de concentración. Como esto es inaceptable en una sociedad democrática hay que recurrir a confinamientos “light”, que no es desde luego tampoco el que sufrimos en España. Una fórmula más inteligente es la de confinar solo a los más vulnerables, evitar concentraciones y favorecer el teletrabajo.

- Los encierros españoles obtuvieron resultados escasos siendo muy severos, ¿por qué?

R: Porque no fueron lo suficientemente severos, tipo campo de concentración, tipo Wuhan. Esos sí que funcionan, aunque ya he comentado que los considero inaceptables.

-Por presiones de la opinión pública Reino Unido y Países Bajos rectificaron pronto su enfoque, pero no así Suecia: su diferencial, en términos de sobremortalidad, respecto a sus socios escandinavos acabó resultando negativo. ¿Tenía sentido buscar esa inmunidad de grupo?

R: La inmunidad de grupo nunca se llegó a alcanzar como se pretendía. Sin embargo la inmunización natural más la vacunación masiva ha debido de influir para que el virus haya ido mutando hasta hacerse más benigno.

-¿Los países que intentaron esa inmunidad de rebaño han sufrido menos en las olas sucesivas? ¿Fue una buena inversión en términos de vidas salvadas, o es simplemente una macabra gestión de stocks de vidas?

R: No encuentro diferencias significativas en resultados de salud entre los que buscaron la inmunidad de rebaño y los que no.

-El caso de Corea del Sur llama la atención: con una población algo superior a la española, sus tasas de contagio y mortalidad sorprendieron por bajísimas, los confinamientos fueron muy selectivos, y, por eso, el bajo impacto negativo en la economía resultó envidiable. Todo ello servido por alta tecnología y el big data y, sobre todo, el small data. ¿Hubiera debido ser la pauta a seguir?

R: Me temo que no, cuando un virus tiene la infectividad de la cepa Omicron, todas estas medidas se ven superadas. Alemania, un país más comparable a España que Corea del Sur, intentó hacer algo parecido, y al principio les funcionó. Enseguida se vieron desbordados y obtuvieron resultados similares a los nuestros, eso sí, con un confinamiento mucho más suave.

-Pero las cifras alemanas no computaban los muertos en residencias… a los que ni siquiera testaban, por cierto. Sus cifras de mortalidad están probablemente infravaloradas. Alemania no podía permitirse ser el mal alumno de la clase. En Bélgica, en cambio, se contaron todas las muertes, inclusos las indirectas, sin tapujos. Sus cifras de muertos batieron récords. A ellos no les importó la imagen que daban al mundo.

R: Alemania, como España o Bélgica, tuvo malos resultados.

-Luego si todas las estrategias europeas cosecharon más o menos los mismos malos resultados, el error fue confinar con dureza, ¿no?

R:A toro pasado todos somos Manolete, pero se puede afirmar que confinar con dureza (a la europea) no obtuvo mejores resultados que hacerlo de manera más suave.

-Se está empezando a hacer balance muy preocupante de los estragos causados por los encierros (el método conocido desde los egipcios) en muchos países: niveles inéditos de descenso del PIB,  índices de desempleo agravados e ingente desaparición de negocios; por no hablar del impacto psicológico (aumento de síndromes ansio-depresivos, de suicidios, etc.). ¿Convendría encargar un informe independiente para evaluar los daños y proponer planes de contingencia para que esto no ocurra nunca más? ¿Qué medidas deberían adoptarse?

 R: Lo que tenemos que hacer es aprender la lección: si no puedes hacer confinamientos radicales tipo Wuhan no merece la pena hacer una versión europea de los mismos. En nuestro entorno lo más eficiente es una confinación selectiva al estilo de las propuestas de Barrington.

-¿El alargar unos meses (o como mucho unos pocos años) la vida de una clase de edad avanzada es un valor superior? ¿Que el abuelo octogenario viva unos pocos meses o años más ¿justifica que el  hijo pierda su trabajo y el nieto tenga un horizonte vital nigérrimo? ¿Se puede especular, por macabro que resulte, con un enfoque utilitarista, con el número de vidas (sobre todo, octogenarios con enfermedades crónicas) que habrían salvado los confinamientos  y compararlo con la ruina que ha generado? ¿Es algo que un gobierno puede plantearse, éticamente?

 R: Si usted le pregunta a cualquier abuelo, es mi caso por cierto, si daría la vida por sus hijos y nietos yo le diría que sin dudarlo.

 -Pero eso es intransferible, no puede hacerlo extensivo: sobre todo porque uno se puede sacrificar por sus hijos y nietos, pero no tanto por los del vecino…

R: Es una filosofía aceptada por la mayoría, son valores intersubjetivos que suelen coincidir.

-Mejor no hacer la prueba del algodón, sobre todo si pensamos en el tipo de dilema como el del prisionero… Volvamos a los cierres y confinamientos: ¿nada justifica los encierros radicales?


“los encierros radicales son inaceptables porque producen más daño que beneficio…”

 





R: Como he dicho antes, los encierros radicales son inaceptables porque producen más daño que beneficio. El ejemplo de China es terrible y significativo, admiten 80.000 muertos, pero en realidad son millones. Al final se han tenido que apearse del burro y olvidarse de confinamientos y exigencias delirantes de hacer PCRs de forma masiva.

-Pues en el congreso del Partido Comunista Chino de hace unos días, siguen todos embozados detrás de sus mascarillas. Pero ¿no decía antes que los confinamientos estrictos sí funcionan? Si China no hubiera confinado, en vez de millones serían decenas de millones los muertos...

R: Los confinamientos radicales tipo Wuhan no se repitieron. Estos encierros funcionan a corto plazo pero con el paso del tiempo desaparece su eficacia. Los encierros en China siguieron siendo muy estrictos pero sin el régimen carcelario previo.

-¿El equipo de la OMS que investiga en China tiene alguna probabilidad de publicar información veraz?

 R:Ha habido una clara obstrucción del Gobierno chino para permitir una investigación científica rigurosa.

 -¿Cabría exigir responsabilidades e incluso reparaciones a China, si se demuestran comportamientos negligentes o dolosos?

R: Será imposible llegar a una conclusión firme en términos científicos por la obstrucción citada. Sin embargo, con las pruebas existentes se puede afirmar con bastante solvencia que el virus salió del laboratorio de Wuhan de forma accidental.

- En nuestras sociedades socialdemócratas y supuestamente humanistas, el derecho a la vida, que, en este caso, significa derecho a alargar la esperanza de vida, parece fuera de toda duda. pero los triajes existieron, por la inevitable falta de recursos.

 R: El triaje en medicina se hace todos los días, es inherente a la práctica médica. En Urgencias es clave, no se puede atender a los pacientes por orden de llegada, de la misma forma que los ingresos se priorizan en función de la gravedad. Hay que estar allí para entenderlo, durante mi Residencia en La Paz lo comprendí, particularmente porque coincidió con la crisis de la colza. El criterio aplicado es utilitarista, sin ninguna duda, Personalmente me parece el correcto.

 - Pero ¿no sería lógico pensar que salvar vidas, incluso de gente mayor y enferma, es un valor superior inherente en una sociedad humanista y compasiva? ¿Hay consenso sobre los criterios de triaje?

R: Existen protocolos bien establecidos sobre el triaje que son fáciles de entender; en la serie MASH que recreaba la situación en la guerra de Corea lo mostraban con claridad: se prioriza a los pacientes sobre los que existe mayor probabilidad de éxito, bien por su edad o por la gravedad de las lesiones o de la enfermedad. No se me ocurre una alternativa mejor.

-Ya, pero en términos meramente utilitaristas: la vida de  un abuelo que sustenta a toda una familia tiene tal vez  más valor, incluso en términos utilitaristas. que la de otras categorías humanas… Ese criterio no consta en los protocolos de triaje.

 R: No estoy de acuerdo, desde Kant todas las personas merecen la misma consideración y respeto, sean más viejas o más ricas.

 -Luego el triaje es, en el fondo, antikantiano: los que tienen menos posibilidades de sobrevivir merecen la misma posibilidad de hacerlo que los demás… Hubo unos seniors (algunos ilustres) en España que firmaron una carta abierta en la que advertían de que en caso de potencial triaje ellos darían por así decirlo un paso al lado, sacrificando sus vidas de algún modo. Es más fácil ofrecerse en sacrificio antes de verse en la tesitura, pero, bueno, parece encomiable tal actitud, si bien pueda ser minoritaria. ¿Qué le inspira?

R: Entiendo que esa postura es fisiológica en los seniors, como dije antes. Pero además, existiendo el inevitable triaje, ya lo hacen los médicos por ti.

-¿Cómo valora la eficacia de los antivirales u otro tipo de medicamentos contra el Covid? ¿Sabremos curar la enfermedad algún día?

R: Antes de que apareciese el Covid no contábamos con ningún antiviral verdaderamente eficaz frente a los virus respiratorios. Dada la estructura de estos virus, resulta muy difícil atacarlos. En realidad, todavía no hay ningún antiviral eficaz frente al Covid. Otra cosa es tratar la enfermedad, en ello se ha avanzado muchísimo. Los intensivistas del norte de Italia fueron los primeros en darse cuenta de la naturaleza de la enfermedad, no era una neumonía, los antibióticos no hacían nada. Se trataba de un síndrome ya visto en otras circunstancias (gripe complicada, enfermedades sistémicas) que tenía que ver con el compromiso ventilación/perfusión en el alveolo, a causa de una afectación del endotelio. El tratamiento con corticoides y heparina cambió radicalmente el pronóstico de estos pacientes.

-El Covid será una enfermedad endémica? ¿Hay riesgos importantes de que mute en variantes más letales?

R: Evidentemente existen esos riesgos aunque no creo que sean “importantes”.

-¿Pero se está investigando e invirtiendo en medicamentos para hacer frente al covid como se debería?

R: Se trata de una inversión de alto riesgo, ya hemos comentado la dificultad de desarrollar medicamentos para combatir los virus respiratorios. Por el mismo motivo, si alguna compañía farmacéutica fuera capaz de hacerlo obtendría un gran beneficio.

-¿Qué opinan los especialistas chinos sobre lo ocurrido? ¿Tiene libertad de pensamiento, y sobre todo de expresión?

R: Ya se ha visto que no.

- ¿Qué opina del profesor Raoult, director del importantísimo Hospital de enfermedades infecciosas de Marsella y sus falsas soluciones medicamentosas? Macron llegó a ir en peregrinación a visitarlo en lo peor  de la crisis…


“En esta situación de incertidumbre es lógico que los médicos intenten terapias  empíricas, a veces se avanza de esta manera en el tratamiento de una patología”

 

R: Tan temprano como en enero recibí de mis colegas chinos advertencias de lo que se avecinaba y los tratamientos que estaban utilizando, todos  ellos resultan  absurdos a la vista de lo que hoy sabemos. En esta situación de incertidumbre es lógico que los médicos intenten terapias  empíricas, a veces se avanza de esta manera en el tratamiento de una patología. El profesor Raoult se equivocó y le costó trabajo reconocerlo cuando se comprobó que sus pruebas eran insostenibles.

- La visita de Macron coadyuvó sin duda a esa tardanza en reconocerlo. ¿Qué se sabe hoy de los llamados “covid largos” o secuelas crónicas de la enfermedad? ¿Cómo los está gestionado el sistema público de salud? ¿Deberían ser considerados como enfermedades invalidantes y recibir un tratamiento especial?

R: Entiendo que deben ser tratados como cualquier otro enfermo crónico, no veo razón para un trato excepcional. El problema radica en que todavía no se termina de entender por qué ocurre, aunque sin duda está relacionado con el sistema inmune del paciente.

-En muchos casos, la sanidad pública lo considera un cajón de sastre junto a otras enfermedades crónicas de escaso interés, pero afecta a cientos de miles de personas. ¿Por qué no se investiga más para ellos y sobre ellos? ¿No son ellos precisamente la posibles clave para entender la enfermedad?

R: No es cierto que no se investigue, lo que ocurre es que nos enfrentamos a un problema especialmente complejo al que de momento no se encuentra explicación.


 -¿Esos pacientes pueden volver a contagiarse, como uno cualquiera  que lo haya pasado, o bien su Covid largo es una suerte de escudo?


R: Me temo que pueden volver a contagiarse, particularmente si aparece una nueva cepa.

-Una contrafáctica para cerrar el alcance de la vacunación: ¿cuántas muertes estima usted que se han evitado, por ejemplo, en España gracias a las altas tasas de vacunación? Sánchez habló de millones… ¿Hay algún método de extrapolación, usando los datos que conocemos a nivel mundial para ese tipo de ejercicio?

R: La retórica política de “hemos salvado millones de vidas” es ridícula, simplemente porque no hay forma de saberlo. Se pueden hacer estimaciones que estarían en el mejor de los casos en miles de pacientes, lo de millones es un delirio.

-Pero en Brasil, donde Bolsonaro hasta negó la existencia del virus,  se puede inferir que la cuasi ausencia de medidas de confinación y  vacunación ha provocado cientos de miles de muertos que podrían  haberse evitado, ¿no?

R: Brasil ha sido un país especialmente castigado por el Covid aunque sí que ha habido campañas de vacunación similares a otros países de su entorno. En alguna de sus ciudades se llegó a afirmar que se había conseguido la inmunidad de rebaño, aunque luego se infectaron con Omicron. La actitud de Bolsonaro fue estrafalaria, como la de Trump, pero es difícil estimar cuántas muertes se hubieran podido evitar si hubiera estado Lula al timón.

-Veamos con un poco de detalle del caso español ¿Qué opina de la política  actual de dejar de publicar estadísticas en España (y en otros países) sobre la incidencia del Covid?

R: En la situación actual lo veo razonable.


“El concepto de probabilidad es en general mal comprendido. Habría que hacer un esfuerzo educativo desde los colegios para que nuestros niños fueran capaces de entenderlo bien”


- Recordará la ensalada de estadísticas que tuvimos, con criterios diferentes en cada país, en las que la mayoría de las veces se desconocía el porcentaje de test y cómo se hacían los muestreos. Al final, lo más fiable eran los datos de las funerarias. ¿Está preparada la sociedad, la prensa y hasta el Gobierno para manejar estadísticas? 

R: Las estadísticas no son fáciles de interpretar, sobre todo si se presentan de forma sesgada para quedar bien. El concepto de probabilidad es en general mal comprendido. Habría que hacer un esfuerzo educativo desde los colegios para que nuestros niños fueran capaces de entenderlo bien. El caso de los adultos lo doy por perdido, no tiene que ver más que la cantidad de gente que participa en la estafa de las Apuestas del Estado.

 - ¿Y esas sesiones pedagógicas de Fernando Simón  a lo Barrio Sésamo, comentado los datos de la jornada ¿no contribuyeron a la infantilización de la sociedad?

R: No lo creo, si acaso alguno se tomaría interés por la estadística para intentar entender de lo que se hablaba.

- Pedro Sánchez nunca tuvo (ni tendrá, probablemente) tantos minutos de televisión en los hogares españoles, para sermonear y alardear, como en esos primeros meses de pandemia. ¿Es lo que se espera de un primer ministro? Hasta el rey tuvo que salir a tirar de orgullo nacional y de eslóganes ramplones. ¿Estuvo la clase política a la altura?

R: Se nos trató como si fuéramos tontos, que es lo habitual. Un nivel parecido al que tenemos en los telediarios.

- No se enseñaron en absoluto a los muertos (apenas unas fotos “robadas” en la morgue de Ifema), pero tampoco los hospitales desbordados. ¿no fue eso un forma de censura inaceptable? ¿A una sociedad madura no debería poder enseñársele la verdad?

R: Ya se encargaron algunos de cargar las tintas. Por otra parte, no creo que “la verdad” sea mostrar imágenes truculentas.

- Hay especialistas (como Juan Martínez Hernández, ex director general de salud de la Comunidad de Madrid) que consideran que de haber confiando antes se habría salvado 20.000 vidas de la primera oleada… ¿Qué opina?

-R: Este especialista tiene un sesgo muy contrario al Gobierno, esta es una consideración más política que científica.

-Las cifras españolas de sobremortalidad, via el Momo, comparadas con los países de nuestro entorno, sugieren que se han hechos algunas cosas mal.  ¿Cuáles en su opinión?


“En nuestro país hay un disfuncionamiento tanto de la Atención Primaria como de la Salud Pública que viene de largo”


R: En nuestro país hay un disfuncionamiento tanto de la Atención Primaria como de la Salud Pública que viene de largo. Se ha primado la atención hospitalaria especializada, los trasplantes, los grandes centros de investigación como el CNIO  (Centro Nacional de Investigación Oncológica) o el CNIC (Centro Nacional  investigación cardiovascular) de los cuales se obtienen réditos políticos. Baste un ejemplo, el Instituto de Salud Carlos III que se creó en 1986 a raíz del problema de la colza como el centro de referencia nacional en Salud Pública. Se ha ido enfocando más hacia la investigación en detrimento de la función para la que fue creado. Su papel en la pandemia fue mínimo, su estructura no daba para mucho, su directora era cardióloga, no sabía nada de Salud Pública. Lo más cómico es que ahora se quiere crear un nuevo Centro Nacional  con las mismas funciones para las que se fundó el Carlos III. Todo esto resulta una broma pesada que explica en parte los malos resultados obtenidos.

- Luego eso de que la española es el mejor sistema asistencial del mundo, algo cacareado por los gobiernos del PP y del PSOE era y es un cuento chino.

R: Naturaca, que decimos en Madrid.

-En Francia, por ejemplo, los enfermos necesitados de Uci eran trasladados de una región a otra, en helicóptero incluso o a países vecinos. ¿No es sangrante que en España apenas hubiera solidaridad interterritorial?

R: Cuando estaba en Medicina Interna en La Paz durante mi residencia tratábamos muchas vasculitis que nos enviaban desde “provincias”. Ahora esto ocurre mucho menos, cada sistema de salud autonómico pretende tener de todo. Me resulta otra broma pesada como la comentada en el apartado anterior.

-¿Entonces un sistema centralizado que ordenase ese sistema de cámaras de compensación interterritorial podría ser una buena  solución tal vez? Pues, ¿de qué sirve un ministerio de sanidad que dicta la norma general si luego la aplicación en cada región es sui  generis?

 

R: El actual ministerio de Sanidad ha quedado degradado por las  transferencias, aun así tiene funciones clave que no se han cumplido  por desidia política, no de este Gobierno pues el problema viene de largo.

-¿Qué funciones clave son esas?

R: Las ya citadas de tener una estructura seria a nivel nacional de Salud Pública. Estuve haciendo una diplomatura de Salud Pública en los CDC en 1988 y aprendí la importancia que le daban, casi la misma que a los asuntos militares. De hecho, los viernes los trabajadores tenían que asistir con uniforme militar al trabajo.

-Ojalá se hubieran aprovechado las capacidades técnicas del Ejército para testear y vacunar… Altos mandos lo ofrecieron internamente… y hasta alguno en público. ¿De haber sido usted el Fernando Simón al mando del comité de los 15 asesores, qué habría hecho en su momento (no hoy obviamente)? ¿A cuáles de esos especialistas habría elegido, a qué otros especialista habría recurrido? Habría tenido las mismas opiniones sobre la mascarilla, las vacunas, los confinamientos que tiene hoy?

R: Habría hecho algo parecido, es decir, el ridículo. El problema no es el doctor Simón sino quién y por qué le puso al mando. Tenía por encima de él a la Directora de Salud Pública, al Secretario de Estado y al ministro. El órgano consultivo más importante, el Instituto de Salud Carlos III, pertenecía a otro ministerio, el de Ciencia. El Comité estaba formado por funcionarios de los ministerios menos uno que venía de Harvard. Con este aquelarre montado poco se podía hacer. El contraste con lo que había vivido en los CDC era espectacular.

-¿Habría fichado a científicos independientes (si es cabe hablar de tal categoría) para asesorar al Gobierno? ¿Qué habría hecho en el caso de que el gobierno no siguiese las pautas propuestas internamente? Da la sensación de que el comité científico se limitaba a validar las consignas gubernamentales, en vez de ser ésta el reflejo de lo decidido por los expertos…


“Se ha producido una selección negativa de los funcionarios, los mejores se han ido marchando y no quedan científicos con prestigio y autoridad en la institución” 

 

R: El asunto es más complejo, he tenido ocasión de vivirlo desde dentro. La voz de los expertos sí que se escucha pero sus criterios se pasan por el tamiz de la estrategia política. Por otra parte se ha producido una selección negativa de los funcionarios, los mejores se han ido marchando y no quedan científicos con prestigio y autoridad en la institución. Ello llevó a que se eligiera como portavoz a un subdirector general que no tenía ni el rango ni la mínima formación exigible para esa alta responsabilidad. No quiero insistir, pero la comparación con el rango y la preparación del director de los CDC es galáctica. 

- En lo peor de la crisis hubo un pulso político claro entre Ayuso y Moncloa sobre las restricciones en 8 zonas básicas de la Comunidad; incluso en septiembre de 2020 el profesor Emilio Bouza dimitió, a los dos días, como portavoz del Grupo Covid19, una persona consensuada por Moncloa y el Gobierno de Madrid…

-R: Cuando nombraron a Emilio fue un rayo de esperanza, era un microbiólogo de gran prestigio además de persona seria y sensata. Estas características explican que saliera corriendo, el ambiente político entre el ministro Illa y Ayuso y su consejero era sofocante, pero sobre todo de una gran irresponsabilidad. 

 -El caso Ayuso: ¿qué hizo distinto, y por qué se la ha criticado tanto? ¿Por qué su modelo sanitario provoca huelgas y manifestaciones?

R: Ayuso no hizo más que tomar medidas cosméticas, irrelevantes en términos de Salud Pública. A nivel asistencial hace cosas parecidas al resto de CC.AA., no hay diferencias relevantes. Es solo un vergonzoso asunto político.

. -Pero organizó en brevísimo tiempo un hospital como Zendal, ¿no? Esa fue una medida asistencial, acertada desde mi punto de vista. ¡Y la critican por eso!

R: Se la criticó por ello, pero también si hubiera hecho lo contrario.

- Insisto, ¿por qué bajan a la calle tantos médicos y enfermeros en Madrid, y llegan incluso a retrotraer sus agravios y reivindicaciones al periodo Covid?  ¿Es Ayuso una cabeza de turco política porque da miedo su poderío electoral?

R: Es una mezcla de muchos sentimientos, hay una frustración generalizada de los sanitarios por los bajos sueldos pero este problema es común a todas las CCAA. Hay también un odio un tanto irracional de los partidos de izquierda hacia su figura que no se explica solo por su poderío electoral.

- ¿Qué pasa con la Sanidad en Madrid? ¿Cuál es el alcance de la privatización? ¿Tan malo es privatizar la gestión?

R. En Madrid, y no solo en Madrid, hay un montón de ejemplos de hospitales públicos con gestión privada que funciona perfectamente. No veo el problema.

- En Reino Unido Thatcher se cargó el sistema público de sanidad, y empezó por la gestión… ¿no?

R: No estoy de acuerdo con esa afirmación, Thatcher no se cargó el National Health Service, que sigue funcionando razonablemente.

-Pues la vulgata afirma lo contrario; no puede negarse, por otro lado, hay mucho británico que hacer contorsiones para colarse en la sanidad pública española… Volvamos a España: hay CC.AA. que lo hayan mejor que otras, o la normativa estatal no ha dejado margen de maniobra? ¿Habría sido bueno descentralizar más la gestión de la crisis sino también permitir estrategias distintas según cada situación? (impedir pasear en zonas rurales sin habitantes parece un disparate, por ejemplo? Targetear la población cuya vacunación se privilegia puede variar según la composición demográfica de cada lugar, etc…

R: No he sido capaz de detectar ninguna medida relevante diferente 

tomada por alguna CCAA. Eso sí, los catalanes dieron la nota con 

propuestas absurdas que además no llevaron a cabo. Destacó por sus 

disparates  Oriol Mitjà que puso además en marcha ensayos clínicos 

que no tenían ni pies ni cabeza.


R: No he sido capaz de detectar ninguna medida relevante diferente tomada por alguna CCAA. Eso sí, los catalanes dieron la nota con propuestas absurdas que además no llevaron a cabo. Destacó por sus disparates  Oriol Mitjà que puso además en marcha ensayos clínicos que no tenían ni pies ni cabeza.


- Madrid nos mata…

R: He vivido ocho años en Barcelona y me gusta como ciudad tanto como Madrid, si no más.

-¿Volvería a vivir en Barcelona, tras el tsunami indepe? ¿Cómo ve la sanidad catalana a distancia, tiene algo de diferencial?

R: Desde mi perspectiva vital en Barcelona todo es mejor que en Madrid, incluida la sanidad. Otra cosa es soportar a los indepes y a los culers.

-La nostalgia es un error…  ¿Cómo cree que evolucionará el virus en el primer mundo, y en el resto del planeta?

R: Quiero creer que como la gripe española terminará por ser un virus endémico más.

-Descarta mutaciones más letales del virus surgidas de los reservorios del tercer mundo, por ejemplo, donde la vacunación ha sido testimonial y la inmunidad de grupo un mera hipótesis? ¿Por qué son poco de fiar los datos de los países del tercer mundo? Los de las dictaduras, se entiende, pero ¿estos otros…?

R: Yo no descarto nada, desconfío de los chinos y de los rusos, o de los cubanos y los indios. Su papel a la hora de desarrollar vacunas con empresas estatales ha sido grotesco, han hecho un ridículo histórico. De este asunto se ha hablado poco, ha habido cosas insólitas.

– ¿Hasta qué punto cabría exigir responsabilidades no sólo políticas sino penales (lo sucedido en las residencia de ancianos de la red pública) por la gestión política de la crisis por parte de ayuntamientos, CC.AA, gobierno central?


“Hay que estimular a las familias para tener a los abuelos en casa, maravillosa costumbre española que se va perdiendo”


R: No lo creo razonable, lo que hay que hacer es mejorar las condiciones de las residencias que difícilmente serán óptimas. También hay que estimular a las familias para tener a los abuelos en casa, maravillosa costumbre española que se va perdiendo.

-Pero  tres generaciones bajo un mismo techo (y en pisos de 50 m2), como ocurría en China, sabemos que genera más problemas de los que resuelve…

R:Por eso se les lleva a una residencia, claro, pero hay bastantes casos que tienen que ver con la falta de disposición personal para cuidarles.

- Qué planes de contingencia, qué reformas estructurales se precisan…

R: Hay que priorizar la Salud Pública y la Atención Primaria aunque carezcan de rédito político a corto plazo. Son la barrera de contención fundamental ante la aparición de una epidemia. Los picos de gripe que sufrimos cada año nos lo recuerdan pero se ponen cuatro fotos de las urgencias hospitalarias saturadas y se olvida el problema hasta la temporada siguiente.

- ¿Y en previsión de nuevas epidemias de este tipo de transmisión a gran escala?

 

R: Insisto en reforzar la Atención Primaria y la Salud Pública. También tomarse el Ministerio de Sanidad en serio, no como una agencia para promocionar políticas. En esta legislatura llevamos cuatro ministras: Montón, Carcedo, Illa y Darias. Ahora a esta la mandan a Canarias y hay que nombrar otra.

-¿Otra, no puede ser otro? ¿Es normal que sean ministros de sanidad gente que no ha llevado una bata en su vida?

R: Otra, otro, qué más da. No veo necesario que el ministro sea sanitario, lo importante es que exista por debajo de él una estructura seria.

– ¿Cómo cree que evolucionará este virus Occidente, y en el resto del planeta? ¿Lo peor ya ha pasado?

R: Entiendo que sí, todo parece indicar que el virus es endémico y con mucha menor letalidad que inicialmente.

-Qué enseñanzas cabe extraer de lo ocurrido? ¿Sale reforzada la ciencia, visto el altísimo nivel de desinformación, y de intoxicación? ¿Salen reforzados los gobiernos?

R: Hemos asistido al peor escenario imaginado en la relación entre políticos y científicos. Espero que nos sirva de lección para el futuro.  No puede ser que los científicos-funcionarios agachen la cabeza ante los políticos. La imagen de Trump humillando en público a sus asesores y amenazando a los directores de la FDA y el CDC es lamentable y muy peligrosa. En España, a nuestro nivel, ocurren cosas parecidas. Se hacen nombramientos en puestos técnicos claves con criterios políticos. Ya dije que la directora del Carlos III era una cardióloga que no sabía nada de Salud Pública. Me estremecí, quizás fui el único, cuando la Directora de la Agencia del Medicamento salió en TV diciendo que “para las vacunas se exigía que en los resultados de los ensayos clínicos el intervalo de confianza fuera del 50%”. Confundió este parámetro con el límite inferior del intervalo de confianza. Me dije, si ni siquiera esta lo entiende, estamos aviados.

-Apenas se habla ya del Covid, y sin embargo los datos de sobremortalidad via Momos nacionales sugieren que las consecuencias de la enfermedad se desplegarán durante años. ¿No estamos en un estrés post traumático colectivo?


R: Las consecuencias sanitarias y económicas de la epidemia, como ocurrió con la gripe española hace 100 años, quedarán en los libros de historia. No queda otra que mirar hacia adelante y sacar conclusiones de lo ocurrido. La principal es que no estábamos preparados para ello aunque las democracias occidentales han demostrado su superioridad moral y técnica sobre las dictaduras. Particularmente China ha perdido una  importante credibilidad.

 -No sabía que hubiera disfrutado de alguna…

 [Finis]