lunes, 21 de febrero de 2022

El año de la locura

                                             (c) Gambon.-


El Covid enloqueció al planeta. Veamos lo que sabemos acerca del año de los confinamientos.

Artículo en The Telegraph por Harry de Quetteville.
 


Y aquí una traducción exprés:

Dos años después de la educación on-line y las compras del pánico, un epidemiólogo explica lo que debería haberse hecho


20 de febrero de 2002.-

Mañana, el Primer Ministro va a anunciar el fin de las restricciones por el Covid. No más pruebas gratuitas ni más ayudas directas. Y lo más decisivo de todo: no más aislamiento para los infectados. Si esto no es el fin de las medidas contra la crisis pandémica, es difícil saber qué pueda serlo.

Todo esto significa que la inevitable reflexión sobre dos años traumáticos y las medidas de crisis infligidas por el gobierno a los gobernados comienza ahora. Es probable que la investigación pública oficial, prevista inicialmente para esta primavera, se retrase. Pero ya ha comenzado el balance extraoficial, en toda la nación, de todos y cada uno de los ciudadanos que suman sus pérdidas y sacrificios y se preguntan si todo ha valido la pena.

Para algunos, el balance revelará un simple y terrible dolor, consecuencia de las 160.000 muertes por Covid que Reino Unido ha acumulado desde que el nuevo coronavirus llegó a nuestras costas. Pero para muchos otros el precio pagado será más difícil de establecer. Porque es complicado enumerar las oportunidades perdidas en  escolarización y educación superior; o contabilizar el coste de las carreras estancadas y las empresas quebradas; o el precio de las vidas todavía maltrechas por afecciones mentales y físicas no detectadas mientras los servicios se volcaban por completo en el Covid.

Pase lo que pase, una cosa es segura: se nos dirá que servirán las lecciones aprendidas. Pero ¿qué lecciones? En política, los viejos sabios hablan de la importancia de aprender de los errores, de conocer la Historia y actuar en consecuencia. Pero las lecciones equivocadas, como muestra el profesor Mark Woolhouse en una nueva y devastadora evaluación de los confinamientos por el  Covid, también pueden desviarnos muchísimo del buen camino.

Los científicos y políticos británicos estaban más que predispuestos a responder de forma desastrosa al Covid-19 mucho antes de que se oyera hablar del virus, argumenta en su libro El año en que el mundo se volvió loco, y ello precisamente por la experiencia con enfermedades ya conocidas.

La primera de ellas fue la gripe, en la que se basó nuestra preparación para la pandemia. Por eso los modelos Covid incluyeron a las escuelas, que son vectores clave en la transmisión de la gripe, pero no a las residencias de ancianos, con consecuencias catastróficas.

La segunda había sido un brote específico de gripe: la epidemia de gripe porcina de 2009-2010, en gran parte olvidada porque mató a menos de 500 personas. Entre los que sí la recuerdan, seguro que están los padres de unos 70 niños británicos que murieron. "Muchos más [niños]", como señala Woolhouse, de 63 años y padre de una hija, "que los que murieron por la nueva infección de coronavirus en 2020".

Sin embargo, las escuelas permanecieron abiertas entonces. "Parece que nuestra evaluación colectiva del balance de daños ha cambiado drásticamente en los 10 años transcurridos".

El dañino legado de la gripe porcina fue el apocamiento. Exactamente una década antes de que el Covid estallara realmente y cambiara al mundo, los funcionarios de salud pública advertían de que la gripe porcina haría lo mismo. "Básicamente, hubo una falsa alarma", dice Woolhouse, quien asesoró sobre la gripe porcina y se convirtió en miembro del grupo de modelización Sage SPI-M para la pandemia actual. 

En 2019-2020, los científicos se resistían a "hacer el ridículo" dando otra vez la voz de alarma. Las primeras intervenciones drásticas que podrían haber marcado la diferencia, como el cierre de las fronteras, se volvieron impensables, lo que orientó la política hacia las intervenciones más draconianas y, en opinión de Woolhouse, más erróneas de todas: los confinamientos.

Estos, dice Woolhouse, surgieron de la idea de que el Covid podía ser erradicado. Y la idea de que el Covid podía erradicarse surgió de un tercer episodio engañoso con la enfermedad: ese otro coronavirus, el Sars, que en 2002 fue circunscrito y finalmente aplastado en uno de los grandes triunfos de la medicina moderna. El problema es que había una diferencia crítica con el Sars. Se transmitía casi exclusivamente por pacientes claramente enfermos. "Aislar a los casos sintomáticos detuvo la mayor parte de la propagación", dice Woolhouse. Pero el Covid también se propaga de forma asintomática, lo que hace imposible su erradicación. Sin embargo, convencer a los gobernantes de que renunciasen al sueño de acabar con el Covid resultó imposible.

"Sabíamos desde febrero [de 2020], y no digamos desde marzo, que los confinamientos no resolverían el problema. Simplemente lo retrasarían", dice Woolhouse, con un acento de clara incredulidad en su voz. Y, sin embargo, en el gobierno "no se prestó atención a ese inconveniente bastante obvio de su estrategia".

En su lugar, los confinamientos (que "sólo tenían sentido en el contexto de la erradicación") se convirtieron en la herramienta elegida para controlar el Covid. La suerte estaba echada en China, que decretó medidas ultra estrictas y, de forma imperdonable, según el libro de Woolhouse, fue elogiada por la Organización Mundial de la Salud por su "enfoque audaz". "La OMS se equivocó completamente en las declaraciones más importantes de 2020. La primera respuesta mundial a la pandemia fue lamentablemente inadecuada".

Al ver esto, el resto del mundo acabó siguiendo el mismo modelo, aunque no se había hecho ningún trabajo para evaluar los costes de los cierres. Después de la gripe porcina, los modeladores habían estudiado las consecuencias de muchos elementos de control de la infección, pero nunca previeron "una orden para que la mayoría de la población se quedara en casa".

Así que en marzo de 2020 Reino Unido dictó la orden civil más drástica desde la guerra, sin saber cuáles podrían ser los daños. ¿Por qué?

Incluso hoy, dice Woolhouse, desde su oficina en la Universidad de Edimburgo, "no tengo la respuesta correcta para ello. Todo fue frustración desde el principio". Lo que sí sabe es que mientras se realizaban modelos extremadamente detallados "sobre cómo podría ser la epidemia en sí y los daños que causaría el nuevo coronavirus... en el otro lado de la balanza, no teníamos prácticamente nada. No hubo en ningún momento, ni siquiera al año siguiente, ningún tipo de análisis de los daños causados por los cierres. ¿Se consideraron siquiera? No he visto ninguna prueba de que ocurriese y eso es muy, muy preocupante".

Todo esto a pesar de que la Oficina de Estadísticas Nacionales envió al grupo Sage un informe sobre las consecuencias más amplias de los confinamientos ya en abril de 2020, en el que se evaluaba cuántos años de calidad de vida se perderían por culpa de los encierros. La mejor estimación era que el [intento de] erradicar el virus supone tres veces más años que la duración de la propia enfermedad. [sin confinamientos]

En parte, esta conclusión surgió porque el informe de la ONS [Oficina Nacional de Estadística] reflexionaba sobre los costes relativos del cierre para diferentes colectivos de la sociedad, en este caso, para los jóvenes y para los mayores. En retrospectiva, esto parece algo incontrovertible. Pero Woolhouse, desde su participación desde dentro, mientras se conformaba la política del gobierno, vio algo muy diferente: la enfermedad era descrita como un asesino universal, cuando estaba claro desde el principio que algunos corrían mucho más riesgo que otros.

"Los primeros datos correctos sobre esto empezaron a surgir a finales de febrero de 2020", dice. Y mientras Reino Unido soportaba la primera ola de Covid, estos datos se vieron confirmados por los hechos. Los mayores de 70 años tenían al menos 10.000 veces más riesgo de morir que los menores de 15 años. "Se trata de un virus altamente discriminatorio", afirma Woolhouse, todavía hoy exasperado. "Es edadista, es sexista, es racista. Y ciertamente lo sabíamos antes de entrar en la fase de confinamiento".

Sin embargo, el Gobierno decidió que decir a la mitad de la población que corría un riesgo extremadamente bajo diluiría la adhesión a las duras normas que estaba imponiendo, y, en su lugar, aumentó las advertencias de amenaza. "Todos estamos en riesgo", señaló Michael Gove en marzo de 2020. "El virus no discrimina". Pero lo hizo entonces, y lo hace ahora. 

"Escuché el argumento [oficial]  que podría quedar caricaturizado como: todos murieron, pero al menos nadie se salvó injustamente", apunta Woolhouse. La política se convirtió en una forma de comunismo epidemiológico, con una igualdad impuesta, aunque fuera la de la miseria. "BBC News respaldó esta percepción errónea informando regularmente de las escasas tragedias que afectaban a individuos de bajo riesgo como si fueran la norma", señala Woolhouse.

Cuando en abril de 2020, por ejemplo, se permitió a las cámaras de la BBC entrar en una UCI del University College Hospital de Londres, el primer paciente entrevistado para News at Ten fue Imran Hamid. "No me tomé esto lo suficientemente en serio", decía Imran, mientras la sombría voz en off entonaba: "Imran sólo tiene 37 años..." Las estrategias que desafiaban este dogma universalista haciendo hincapié en la protección de los vulnerables fueron desechadas. "Se convirtió en un mantra que la protección de los vulnerables no era ética. ¡No era ética! Quiero decir, ¿cómo demonios pudimos andar diciendo estas cosas?".

Sin embargo, lejos de ser incapaz de manejar incluso los principales características de los estudios estadísticos, el público, en opinión de Woolhouse, demostró ser bastante capaz de tratar con detalle acerca de cuestiones de vida o muerte. Apunta al despliegue de la vacuna, que fue interrumpido por informes de incidencias muy infrecuentes de coágulos de sangre o problemas cardíacos. "Nadie puede decir que este elemento haya tenido un impacto negativo en la aceptación de las vacunas. Entonces, ¿por qué demonios no podíamos confiar en la gente ofreciendo un verdadero patrón de riesgos del propio virus? No lo entiendo".

La capacidad del público para leer la situación por sí mismo se puso de manifiesto las pasadas Navidades, cuando "los cambios de comportamiento fueron mucho mayores de lo previsto... claramente mucho más de lo que [requería] el Plan B". Por eso hay tanta indignación ante las noticias de las fiestas del primer ministro, piensa. Mientras el público se autorregulaba, los políticos se autocomplacían. ¿Cambiará eso ahora? Cree que no. "Seguiremos gestionando la pandemia, como público, de la forma en que lo hemos hecho, y simplemente a estos políticos no los tendremos en cuenta. Si son tan idiotas como para hacer fiestas en el sótano, nosotros no los imitaremos".

Para él, esas transgresiones no son el peor fallo oficial. Peor es la forma en que el Gobierno siguió perdiendo de vista "las prioridades habituales de la salud pública, salvar vidas y prevenir enfermedades", y en su lugar se obsesionó con los factores de referencia, como el número de reproducción R0, en lugar de identificar quién estaba más en peligro.

El proceso se convirtió en propósito, y el objetivo oficial pasó a ser suprimir el virus, y no hacerlo menos peligroso. Como consecuencia, se ordenó innecesariamente a un gran número de personas que se encerraran.

"Acabamos con ese relato de que había que elegir entre dos estrategias", dice: encerrarse o no tomar ninguna medida. "Pero esta polarización del debate fue muy poco útil, incluso entre los científicos. Todos deberíamos estar en contra de los cierres, y todos deberíamos estar en contra del Covid".

Según él, siempre existió un término medio, que mezclaba intervenciones sociales como las mascarillas y el distanciamiento con cadenas de contactos de confianza en torno a los vulnerables, protegiéndolos sin aislarlos. La tragedia fue que ese terreno intermedio "no se ocupó durante todo el año 2020. Y esto fue un gran error".

El resultado fue el peor de los mundos posibles: una reacción que no protegió lo suficiente a los que estaban en riesgo y que, al mismo tiempo, impuso confinamientos enormemente perjudiciales a los que no lo estaban.

A mediados del año pasado, dice Woolhouse, la política comenzó a moverse repentinamente hacia este punto medio. "Hubo un cambio radical en Westminster cuando cambiamos de ministro de sanidad. Desde el momento en que Matt Hancock se fue, el enfoque del Gobierno pasó de tratar esto [como un] problema de emergencia a corto plazo que va a desaparecer a aceptar que estábamos viviendo con un virus. Y no puedo sino subrayar lo grande que creo que fue ese cambio. De repente empezamos a hacer cosas mucho más sensatas... a tomar todas esas decisiones que deberíamos haber tomado, bueno, desde el principio".

Por supuesto, es fácil decir todo esto en retrospectiva; dispensar sabiduría a posteriori. Woolhouse se defiende de esta acusación señalando "todo un rastro de correos electrónicos, documentos e informes" que fundamentan sus quejas "en la realidad de la época". Pero ¿no formaba él parte de la maquinaria que cometía todos estos errores? Al fin y al cabo, él apoyó el primer confinamiento en la reunión de modelistas del grupo Sage el 23 de marzo de 2020. Lo describe como "un momento sombrío... pero había que tomar una decisión, y no había otra opción sobre la mesa". Aun así, sostiene que se mantuvo demasiado tiempo y que se podría haber evitado, actuando antes.

Pero también admite que no tuvo estómago para exigir el cierre de las fronteras en una fase muy temprana, digamos en enero de 2020; aunque el 24 de enero de 2020, hablando de la magnitud de la crisis que se avecinaba con su mujer, "me interrumpí a mitad de la frase, la abracé y rompí a llorar".

Esto es lo que dice un hombre que habla con la eficacia directa y sobria del modelador de datos, y que, con su pelo gris pizarra tan ordenado como sus palabras, no parece un llorón frecuente. Es un recordatorio de lo aterrador que era el Covid cuando surgió.

Echando la vista atrás o no, el libro de Woolhouse proporciona una útil retrospectiva. En el interminable tiempo presente del comportamiento del Covid, por ejemplo, muestra lo mucho que ya hemos olvidado, o quizás nunca supimos, sobre cómo se desarrollaron los acontecimientos. Mientras, los grandes cambios de comportamiento que todos ya conocíamos —como la transmisión asintomática, las variantes alfa y delta vuelven a ser impactantes, situado todo ello en el contexto adecuado.

También están los misterios persistentes, de los cuales el mayor sigue siendo por qué los niños no se ven afectados. "Lo que protege a los niños debe de estar incorporado en el proceso de envejecimiento", sugiere Woolhouse, "tal vez tenga que ver con el envejecimiento del sistema inmunitario, especialmente en torno a la pubertad".

Pero el hecho de que haya un misterio en el corazón del Covid no significa que no haya culpables. La OMS, los profesores Chris Whitty y Patrick Vallance, el Gobierno, todos tienen su parte de culpa. Hay un momento escalofriante que se describe en su libro cuando, al intentar atemperar las aterradoras (y como se demostró engañosas) proyecciones oficiales antes del segundo confinamiento, Woolhouse recibe una "invitación" anónima para "corregir" sus comentarios. Al final, fueron las proyecciones fruto de un sistema que, según él, utilizaba los datos como una carraca para justificar el endurecimiento de los controles pero rara vez para aflojarlos las que debieron que ser corregidas. "Los argumentos para el segundo cierre en Inglaterra siguen siendo débiles a día de hoy".

Pero no se excusa del todo, porque él formaba parte del sistema, aunque a menudo arremetiera contra él. Y en última instancia, dice, el fracaso de Covid en Reino Unido fue "un fallo del sistema... el no acoger otras ideas, el no ser suficientemente autocrítico, el pensar en grupo. La forma en que la ciencia, los asesores científicos, los funcionarios y el gobierno interactúan en una situación como ésta es la culpable. Entramos en pánico". 

Como admite sin ambages, la pregunta que más importa ahora es: "¿Cómo no lo haremos en el futuro?".


The Year the World Went Mad. A Scientific Memoir, de Mark Woolhouse (Sandstone Press, 16,99 libras). [aún no publicado en español]



miércoles, 16 de febrero de 2022

Macro(n) abstención francesa

¡Todas las mayorías para Macron! "Conmigo... ¡incluso la abstención es mayoritaria!"


En Francia, más que en otros países de su entorno, hay un grave problema democrático: el nivel de participación en las diversas elecciones (salvo en la relativa a la elección del Presidente). Con Macron en el poder este fenómeno se ha ido acentuando.

La Asamblea francesa estima  en su informe de 8 de diciembre de 2021 que hay aproximadamente un 20% de personas que no votan, ya sea por no estar inscritas en las listas (6%) o por estar mal inscritas (15% de las inscritas), y por lo tanto, que ni siquiera computan a la hora de calcular la abstención, sino que se añaden a ésta.

La abstención fue histórica en las últimas legislativas, pero se dan tasas de abstención similares o incluso superiores en las elecciones regionales, departamentales municipales y europeas. Solo en la elección presidencial la abstención se reduce en torno al 25%.

Las legislativas se celebran siempre a las pocas semanas de la elección presidencial y suelen ganarlas el partido del recién elegido Presidente.

Esto significa, por ejemplo, que en las elecciones legislativas de 2017, que registraron un récord de abstención promedia, contando las dos vueltas, en torno al 54,3 %, votaron sólo 18 176 066 franceses. 

201711 juin (premier tour)51,3 %
18 juin (second tour)57,36 %
El número de no votantes giró pues en torno a (54,3% + 20 %) al 74 %. Esto es, sólo votó el 26% del electorado "potencial", es decir bastante menos un tercio franceses con derecho a hacerlo. Había inscritos 45 754 000 inscritos, que representan, según cifras oficiales del organismo Insee, el 94% de los que están en edad de votar:  recordemos que 15% de éstos están mal inscritos (6 863 000). Si añadimos ese 6% de no inscritos, podría haber por lo tanto unos 48 500 000 franceses en edad de votar. Pero de estos el 20% no puede votar por una de las dos razones mencionadas, no inscritos o mal inscritos (población total de Francia en 2017: unos 67,8 millones de habitantes).

El partido de Macron, La République en Marche ganó claramente las elecciones de 2017, obteniendo  308 diputados, una mayoría más que absoluta respecto a los 577 escaños en juego: 
7 826 245 votos, un 43% de los votos.

Lo repito: 7 826 245 votos (sin contar los blancos o nulos) emitidos en favor de las distintas fuerzas en liza por parte de los "potenciales" electores, que son, como decíamos, 48 500 000.

Esto significa que el partido en el poder legisla con el apoyo explícito expresado en la urna del 16 % de todos los franceses con derecho a voto. Apenas 16 franceses de cada cien. Da que pensar.




jueves, 10 de febrero de 2022

La mala fe

Richard Dawkins recordando el experimento de Tamarin (1963). 

Lo mismo valdría con cualquier religión; y para las creencias políticas, a buen seguro...

Aquí en V.O.

Y aquí una tradu exprés.

El psicólogo israelí George Tamarin puso a prueba a un millar de escolares israelíes

Descripción: El experimento muestra cómo los niños están condicionados para la violencia y el odio debido a la religión y sus padres

El psicólogo israelí George Tamarin presentó a más de mil escolares israelíes, de entre ocho y catorce años, el relato de la batalla de Jericó. 

"Josué ordenó a la gente:¡Gritad! El Señor os ha entregado la ciudad. La ciudad, con todo lo que hay en ella, será consagrada a completa destrucción ... Pero el oro y la plata, y todas las cosas de bronce y de hierro, serán dedicadas al Señor y se pondrán en su tesoro ... Después mataron a filo de espada a hombres, mujeres, jóvenes y viejos, y aun a los bueyes, las ovejas y los asnos. Todo lo destruyeron por completo ... Luego los israelitas quemaron la ciudad y todo lo que había en ella. Lo único que sacaron fue la plata, el oro y las cosas de bronce y de hierro, que pusieron en el tesoro del Señor..."

A continuación, Tamarin planteó a los niños una sencilla pregunta moral: 

"¿Creéis que Josué y los israelitas actuaron correctamente o no?  

Tenían que elegir entre: 

A (aprobación total), 

B (aprobación parcial) y 

C (desaprobación total).  


Los resultados se polarizaron: el 66 % dio una aprobación total y 26 % desaprobación total [y 8% por lo tanto de aprobación parcial]. 

He aquí tres respuestas típicas del grupo A, el de la aprobación total: 

"Actuaron bien, porque Dios les prometió esta tierra y les dio permiso para conquistarla. Si no hubieran matado a todos, entonces habría el peligro de que los Hijos de Israel se hubieran asimilado a los no creyentes". 

"Josué tenía razón cuando lo hizo, una de las razones es que Dios le ordenó exterminar al pueblo para que las tribus de Israel no pudieran asimilarse a ellos y aprender sus malas costumbres".

"Josué hizo bien porque el pueblo que habitaba la tierra era de una  religión diferente, y cuando Josué los mató borró esa religión de la tierra". 

 ¡¡La justificación de la masacre genocida de Josué es religiosa en todos los casos!!

 Incluso los de la categoría C, que mostraron su total desaprobación, lo hicieron por razones religiosas: 

"Creo que es malo, ya que los árabes son impuros y si uno entra en una tierra impura uno también se vuelve impuro". 

O bien otros lo desaprobaron sólo porque Josué podría haber guardado el laúd para los israelitas: 

 "Creo que Josué no actuó bien, ya que podría haber salvado la propiedad de Jericó. Podría haber pertenecido a los israelitas".  

Es de suponer que las opiniones salvajes de los niños eran las opiniones de sus padres, o del grupo cultural en el que fueron educados. Muestran el inmenso poder negativo de la religión, y especialmente de la educación religiosa de los niños a la hora de dividir a los pueblos y fomentar las enemistades históricas y las venganzas hereditarias. 

No puedo dejar de señalar que dos de las tres citas representativas del grupo A mencionan los males de la asimilación, mientras que la tercera subraya la importancia de matar a la gente para erradicar su religión.  

La cosa no se queda ahí: Tamarin realizó entonces un fascinante grupo de control en su experimento.  A un grupo diferente de niños se les dio el mismo texto del libro de Josué, pero con "Josué" cambiado por "el general Lin" e "Israel" por "El reino de China de hace tres mil años".  

El experimento dio resultados opuestos: sólo el 7% aprobó el comportamiento del general Lin, y el 75% lo desaprobó. En otras palabras: cuando su lealtad a la religión (judaísmo) fue eliminada del cálculo, la mayoría de los niños estaba de acuerdo con los juicios morales que la mayoría de los humanos modernos compartirían.

La acción de Josué fue un acto de genocidio bárbaro. Pero todo se ve diferente desde un punto de vista religioso. 

Fue la religión la que marcó la diferencia entre que los niños condenaran el genocidio o bien lo aprobaran.


Richard Dawkins

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BIENVENIDOS A JERICÓ. "Lo siento, pero no adquirió la extensión de garantía que cubre a los hebreos"

domingo, 6 de febrero de 2022

Monica Vitti for ever

                Gassman, Vitti y Sordi - 1999


Murió Monica Vitti (1931-2022)

En un show televisión de 1999 con otros dos monstruos del cine y el teatro, Vittorio Gassman y Alberto Sordi, una hora y media celebrando la vida.



En el minuto 38, (aquí el vídeo íntegro)Vitti y Gassman cantan una políticamente incorrectísima canción de 1928 (en pleno fascismo), titulada Juguetes y perfumes: una canción burlesca en la que a una frívola prostituta, Dios [como dice Gassman entre carcajadas] la castiga haciendo enfermar de muerte a su hijita.


Juguetes y perfumes


"Todo flamante está el escaparate

lleno de juguetes y perfumes. 

Entra la niña con la mamá, 

entre el flamear de esas luces,

qué manda usted, señora...

polvo, colonia y perfume Coty.
 
Mamá, murmura la niña

mientras tiene los ojos llenos de llanto,

para tu pequeñita

nunca compras juguetes.

Mamá, ¡tú solo compras

perfumes para ti!
 
Ella, en el salón perfumado,

llenos de cojines y de seda,

tiende los labios carnosos al pecado,

mientras la niña indiscreta

entorna esa puerta

llena de olor de perfume Coty...
 
Mamá, murmura la niña

mientras tiene los ojos llenos de llanto,

para tu pequeñita

nunca compras juguetes.

Mamá, ¡tú solo compras

perfumes para ti!
 
Escuálida, agoniza la niña,

ahora la mamá ya no es ingrata,

corre a vaciar todo el escaparate

para su niña enferma.

Amor, mia bella, ¡aquí están los juguetes para ti!
 
Gracias,

murmura la niña,

quiere tocar los juguetes, pero su cabeza reclina

y ya entorna los ojos.

Llora la mamá arrepentida

estrechándola contra su corazón..."




                                 

martes, 1 de febrero de 2022

La libertad es su cliente

Entrevista de Serge Bressan al abogado de Charlie Hebdo Richard Malka en torno a su libro-alegato por la libertad de expresión. Aquí en V.O.

Aquí una tradu exprés:

"A Dios no le debemos nada"

A sus 53 años, Richard Malka está considerado como uno de los mejores abogados de Francia. El 4 de diciembre de 2020, durante el "juicio de Charlie" ante el Tribunal especial de París, pronunció un alegato vibrante, brillante y definitivo. Un año después, este alegato se publica: Le droit d'emmerder Dieu [El derecho a ciscarse en Dios]. Un himno a la libertad. Un texto tan esencial como imprescindible.

Un año después... el autor se plantea  muchas preguntas, y lo reconoce a media voz. ¿Continuará? ¿Debería continuar? A sus 53 años, Richard Malka es uno de los abogados estrella de Francia; uno de los mejores, según muchos de sus colegas. Vuelve a las librerías con Le droit d'emmerder Dieu. No se trata de un texto al uso, ya que es, en su totalidad, el alegato que presentó el 4 de diciembre de 2020 ante el Tribunal especial de París, durante el "juicio Charlie" tras los atentados contra Charlie Hebdo y el Hyper Cacher en enero de 2015. Él representó a Charlie Hebdo como persona jurídica.

Un año después, el alegato sigue siendo de una infrecuente brillantez, de una evidencia absoluta. Las palabras golpean, vibran, calan hondo en el corazón del oyente, del lector... Como novelista (Tyrannie [Tiranía], 2018, y  Le voleur d'amour [El ladrón de amor], 2021) y guionista de cómics, Melka es conocido como especialista en asuntos de prensa y libertad de expresión.

En sus inicios, se codeó con otro gran abogado francés, Georges Kiejman, que hoy, en su libro de memorias L'homme qui voulait être aimé [El hombre que quería ser amado], lo describe como "talentoso y generoso". Su vida cotidiana está jalonada de principios de los que nunca piensa apartarse: la libertad de expresión, el laicismo... y también el derecho a la blasfemia. Este derecho, que resume en una frase impactante: "el derecho a ciscarse en Dios".

Entrevista.

¿Imaginó, siquiera por un momento, que no participaría en el "juicio a Charlie" que comenzó el 2 de septiembre de 2020 ante el Tribunal especial de la Audiencia de París?

Richard Malka. Para mí, era obvio. No podía no estar allí. Charlie Hebdo y yo llevamos treinta años juntos. Tenía 23 años en 1992, era un joven abogado y la gente que estaba relanzando Charlie me pidió que redactase los estatutos de la empresa... Por lo tanto, sí, no podía estar en otro sitio. Pero mi situación era muy extraña, este juicio al mismo tiempo era realmente el último lugar, el único lugar donde yo pudiera estar. Yo era el abogado, pero el amigo también de las personas que habían sido asesinadas. Había una distancia inusual para un abogado, y también una singularidad a los ojos de los demás... Era algo único, tenía la impresión de estar en el corazón del caso. Asumí esta posición, fue extraño...

¿Por qué?

Richard Malka. Es muy extraño estar ante un tribunal y defender ideas. Pero eso es lo único que me interesa. Encontrar la fuente, el origen del mal. Estos asesinos no salieron de la nada.

¿Recuerda el estado en el que se encontraba la mañana del 4 de diciembre de 2020, antes de salir de su casa para ir al tribunal?

Richard Malka. Casi me había rendido. Porque física y psicológicamente era duro. Y es que el día anterior había sufrido de una hernia discal. Me pusieron una infiltración, fui al tribunal con muletas. Hablé durante una hora y veinte minutos. En los minutos que siguieron, pensé que había sido bastante catastrófico, tuve la impresión de haber errado completamente el tiro. Pero fue el discurso más comentado que he pronunciado en mis treinta años de carrera... Recibí miles de mensajes, tuve la sensación de que mi misión se había cumplido, de que mi trabajo estaba bien hecho. Y, en las semanas siguientes, no tuve ningún "bajón post juicio"...

¿Escribió usted este alegato que acaba de ser publicado en forma de libro? Si es así, ¿cuánto tiempo tardó?

Richard Malka. Mis alegatos están todos escritos. Para éste, diría que me llevó treinta años, ¡es toda mi historia! Lo redacté durante el juicio, hubo diez versiones... Me aprendí el texto de memoria, quería que estuviera entre el discurso y el alegato. Yo era el defensor de la idea, de la libertad de expresión. Cuando informo ante un tribunal, cuento una historia. Pero también hay que ser lo más preciso posible. Para decir algo, pueden emplearse diez palabras, pero sólo hay una que provocará una reacción. Requiere mucho trabajo.

La palabra "libertad" aparece a menudo en su boca y en sus escritos...

Richard Malka. ...Es que, como abogado, la libertad es mi mejor cliente. Ha estado en el centro de todas mis batallas durante treinta años. Es un camino, una parte del azar que te hace ser quien eres. Pero no existe una libertad de expresión que sea absoluta.

Con una pizca de provocación, lanza la frase "el derecho de ciscarse en Dios" en su alegato. Se convirtió en el título del libro. ¿Significa esto que al reclamar este derecho reconoce la existencia de Dios?

Richard Malka. He superado esta cuestión. A Dios no le debemos nada. Que exista o no, no es mi problema. Me es totalmente indiferente...

Usted dice ser un universalista...

Richard Malka. Mirar al otro con amabilidad da mucha satisfacción. Y como Cicerón, apelo a la inteligencia de la gente. Sólo hay que hablarle a la gente con sinceridad. A veces te reciben con reservas, prejuicios, miedos, pero cuando se debate no se está peleando. De hecho, la convivencia es de puro sentido común. Y si tengo un sueño, es el sueño de la evolución de la humanidad.

En su alegato durante el "juicio a Charlie", usted retomó una metáfora de Winston Churchill, la del cocodrilo que alimentamos y que, al final, nos devora... Una metáfora que usted retomó para evocar el islamismo y el terrorismo...

Richard Malka. El cocodrilo es siempre muy codicioso, está lejos de sentirse saciado. La solución es no alimentarlo. A sabiendas o sin saberlo...

Y en esto es usted despiadado. En el alegato del 4 de diciembre de 2020 enumera una serie de dirigentes políticos que mostraron todos ellos una "complicidad pasiva"...

Richard Malka. Hasta la fecha, no he sido objeto de ninguna querella por difamación. Respecto a todos los políticos que cito, simplemente informé de sus palabras. Y hoy en día, en estos temas de islamismo y terrorismo hay grandes problemas con las élites. Quizás porque no hemos conseguido transmitir del todo nuestros valores.

Un año después del "juicio a Charlie", usted muestra cierto optimismo por el futuro...

Richard Malka. Las resistencias son grandes. Pero la lucha no está perdida. Sí, intento ser optimista aunque no estemos lejos del borde del precipicio, y no haría falta casi nada para caer en él... 

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Extractos:

"No podemos afirmar, como se ha sugerido en ocasiones durante la vista, que fue a causa de los bombardeos en Siria que se produjeron los atentados. No hay justificación para matar a personas inocentes. Sólo es la eterna guerra de la barbarie contra la civilización, y no existe una causa para esta guerra dentro de la civilización. No son nuestros dibujos los culpables. Es la barbarie..."

"La historia de las caricaturas: Mustapha es el mejor corrector que he tenido, y he tenido muchos. Cuando hablaba de la lengua francesa, se mostraba entusiasta, apasionado y sus ojos brillaban. "Su lengua era su patria", por citar a Camus, y podía hablar durante horas sobre la colocación de un punto y coma o la concordancia de los tiempos. Es importante la concordancia de los tiempos. No siempre se ha respetado escrupulosamente durante esta audiencia, pero a veces han surgido pequeñas burbujas de gracia y elegancia, como el 27 de octubre, cuando el principal acusado utilizó el imperfecto del subjuntivo: "Ustedes querrían respuestas que les satisficieran".

¿Quién utiliza en francés el imperfecto de subjuntivo? No es habitual. A Mustapha le habría gustado este momento, le habría dado esperanzas. Pero Mustapha está muerto.

Para él, como para los demás, la cuenta atrás comenzó en Ámsterdam el 2 de noviembre de 2004, en un callejón, con el asesinato de Theo van Gogh, sobrino nieto del pintor.

Theo van Gogh fue periodista, cineasta y animador. Hay que decir que no era una persona agradable. Había hecho comentarios odiosos sobre los judíos: "esas estrellas amarillas copulando en una cámara de gas". Le habían amenazado con procesarle y creo que la cosa no fue a más. Luego había hecho comentarios igualmente odiosos sobre Jesús, "el pez podrido de Nazaret". Hubo amenazas de acciones legales.

Y luego, en 2004, rodó Submission, con Ayaan Hirsi Ali, un documental que denunciaba la sumisión de las mujeres en el Islam. Esta vez no hubo denuncias, pero el 2 de noviembre de 2004 recibió ocho disparos en el cuerpo en una calle de Ámsterdam por parte de un joven islamista de tendencia takfirista de la que tanto hemos hablado durante este juicio.

Entonces el atacante se inclinó sobre su cuerpo y le rebanó la garganta. Casi lo decapita. Luego le clavó dos dagas en el pecho. En una de las dagas había una pequeña nota amenazando con matar a Ayaan Hirsi Ali -eso tiene sentido- y a los judíos -no sabemos por qué-.

Esta es la matriz de 2015. Este mismo cuerpo, este mismo crimen concentra las dos obsesiones de los islamistas: la libertad de expresión y los judíos.

El trauma en los Países Bajos sería considerable, y de hecho en todos los países del Norte. Para Ian Buruma, uno de los escritores holandeses más reconocidos, que le dedicó un libro, fue el fin de la Europa de la Ilustración, el regreso del fanatismo, de la religión, el fin de la secularización de Europa. Otro escritor, danés esta vez, Kåre Bluitgen, de extrema izquierda y, por tanto, poco sospechoso de "islamofobia", escribió un libro didáctico, en absoluto polémico, sobre la vida de Mahoma. Creía que el conocimiento es el mejor baluarte contra la violencia. Tal vez leyó este versículo del Corán y estas palabras del profeta Mahoma: "La tinta del erudito es más sagrada que la sangre del mártir".

Así que quiso escribir una especie de Corán ilustrado, como hay Biblias ilustradas y buscó un ilustrador. Pero no pudo encontrar uno. El único que aceptó exigió el anonimato. Todos se negaron, el miedo ya había ganado, las tijeras estaban en sus cabezas. Kåre Bluitgen protestó contra esta situación y escribió un artículo en el importante periódico danés de izquierdas Politiken, el 17 de septiembre de 2005, en el que denunciaba la autocensura cuando se trataba del Islam.

Flemming Rose, redactor jefe de la sección de cultura del Jyllands-Posten, periódico danés de centro-derecha, leyó el artículo. Y reaccionó con fuerza. El relato de Flemming Rose hace eco al testimonio de Fabrice Nicolino [periodista gravemente herido en el atentado de Charlie], quien denunció a los antiguos estalinistas convertidos en partidarios de los islamistas, porque cuando era más joven había sido corresponsal en la URSS para varias publicaciones y había visto los horrores producidos por la ausencia de libertad de expresión, había visto la pesadilla que era la sociedad del miedo.

Así que decidió no dejarlo estar y pidió al sindicato de dibujantes daneses que le enviaran esas dichosas caricaturas de Mahoma. La mayoría de ellas, totalmente inofensivas, se publicaron el 30 de septiembre de 2005 en el Jyllands-Posten.

A continuación, hubo una manifestación en Copenhague de unas tres mil personas. Lo cual es significativo, pero tampoco nada del otro jueves. Y luego, nada. Durante dos meses, en Dinamarca, nada de nada.

El 17 de octubre se publicaron las mismas caricaturas en el periódico Al-Fagr de Egipto, en pleno Ramadán. No hay reacción. Nada se mueve. Nadie reacciona. Durante dos meses, no pasó gran cosa. En realidad, este asunto sólo adquirió su verdadera magnitud, que lleva a nuestro 7 de enero de 2015, debido a una estafa. Y esta estafa fue cometida por imanes daneses de los Hermanos Musulmanes principalmente, con algunos salafistas.

En diciembre de 2005, estos imanes, enfadados con los malvados daneses islamófobos que impedían la aplicación de la sharía, recorren las capitales árabes para movilizar al mundo musulmán. Y para crear un estado de emoción, estuvieron reuniendo un dossier que incluía las caricaturas publicadas por el Jyllands-Posten. Pero saben que esto no será suficiente. Así que cargan las tintas.

Hemos recuperado el dossier distribuido por estos imanes daneses. Todo esto fue documentado, investigado, hubo muchos documentales y estos imanes, muy rápidamente, reconocieron el engaño. Pero ya era demasiado tarde, el mundo ya estaba en llamas.

Este es el dossier que se difundió: verán que contiene otras tres caricaturas. Dos proceden de un sitio web de histéricos: los supremacistas blancos americanos.

La primera es un dibujo infantil -las caricaturas danesas no eran muy buenas, pero no eran estos dibujos de niños-, que representa a una especie de demonio sosteniendo dos muñequitos, con la leyenda "el profeta pedófilo Mahoma".

La segunda es aún más escandalosa, pues muestra a un musulmán rezando y siendo sodomizado por un perro.

Por supuesto, estas dos caricaturas nunca fueron publicadas por el Jyllands-Posten, pues eran un puro engaño.

La tercera es aún más grotesca. Resulta que en Tulle, cada año, se organiza la fiesta del "grito del cerdo", y un día, a uno de los participantes le pareció divertido presentarse con un hocico y unas orejas de cerdo. Este acontecimiento no tiene nada que ver con el Islam y, sin embargo, se recogió esta foto con el siguiente pie de foto: "Este es el profeta Mahoma tal y como se lo representan en Occidente" y se incluyó en el dossier, y esto es lo que se hizo creer al mundo árabe.

El mundo ardió en llamas. Manifestaciones masivas, quema de banderas, declaraciones incendiarias, boicots, muertes, ataques a embajadas. Esta falsificación, basada en un engaño de unos estafadores religiosos, provocó la muerte de muchas personas, entre ellas la de Mustapha Ourrad. Esta falsificación sacó a la calle a decenas de miles de personas que no vieron publicadas las verdaderas caricaturas. 

¿Y acaso esto debería definir el perímetro de la libertad de expresión de todos los periódicos del mundo? ¿Y todos los periodistas de todos los países deberían someterse a ello? ¿Y somos nosotros los que hemos echado leña al fuego?

El problema es que la mitad de la clase política e intelectual ha estado diciendo estas cosas.

¿Pero quién echa leña al fuego? ¿Quién caricaturiza al Islam? ¿Nosotros o esos imanes daneses?

¿Quién blasfemó sino los Hermanos Musulmanes que inventaron, crearon y difundieron estas caricaturas?

Ellos son los blasfemos. Con lo que sí: "es duro ser amado por imbéciles", como decía Cabu de los fundamentalistas, pero aún es más triste ser utilizado por sinvergüenzas..."