Emmanuel Todd acaba de publicar en Francia Où en sont-elles? [¿Dónde se sitúan o en qué punto están ellas? o ¿Adónde han llegado ellas?], subtitulado "Un esbozo de la historia de las mujeres".
[Escrito en colaboración con Baptiste Touveray. Para leer un fragmento del libro aquí]
La periodista y ensayista Eugénie Bastié, lo entrevista a fondo en Le Figaro.
Aquí en V.O.
Y aquí una tradu exprés:
"El patriarcado no es que haya desaparecido, es que nunca existió"
La virulencia neofeminista llega justo en el momento en que la emancipación de la mujer es completa, señala Todd, quien destroza la doxa victimista y la teoría de género y renueva nuestra visión de la relación entre los sexos
LE FIGARO. - (Eugénie Bastié). En su libro, usted ataca duramente al "feminismo de la tercera ola" y a la teoría de género, a los que acusa de querer crear una guerra entre los sexos y de ser una ideología alejada de la realidad. No va a hacerse muchos amigos en la izquierda... ¿Qué le impulsó a escribirlo?
Emmanuel TODD. - Es cierto, reconozco que siento una forma de hastío por el desarrollo de lo que yo llamo el feminismo de la tercera ola, antagónico y resentido. Como un hombre de mi generación, sin duda. En mi generación y en mi entorno, reinaba el feminismo absoluto. Lo que me llama la atención es la irrupción en Francia de un feminismo antagónico que se parece al del mundo angloamericano, un feminismo de conflicto (norteamericano) o de separación (inglés). Nuestro país se ha distinguido y es admirado en el mundo por su modelo de camaradería entre los sexos. Pero básicamente, no estoy atacando, estoy tratando de entender lo que está sucediendo, como un investigador, un antropólogo, un historiador.
Asocio este feminismo angloamericano a la herencia del protestantismo, en realidad mucho más "patriarcal" que el catolicismo, que es más ambivalente. Contrariamente a lo que podría pensarse, el mundo angloamericano no es originalmente más favorable a las mujeres que Francia. El protestantismo es regresivo en cuanto a las relaciones hombre-mujer en comparación con el cristianismo original. El catolicismo tenía una dimensión matricéntrica con el culto a la Virgen María. El mensaje de Lutero es muy patriarcal: pasamos de María a Eva, la mujer pecadora. La virulencia del feminismo en el mundo angloamericano es, en gran medida, el resultado de una reacción contra esta herencia.
Esa fue mi primera hipótesis, pero no es eso. Cuando vemos el éxito entre la clases medias cultas del libro de Mona Chollet sobre las brujas, debemos que preguntarnos: ¿cómo pueden las mujeres modernas identificarse con el destino de las 40.000 mujeres masacradas, principalmente en el mundo de habla alemana, por la furia de los hombres en los siglos XVI y XVII? En esto hay una forma de desorientación. El adelantamiento educativo de los hombres por parte de las mujeres es mucho más antiguo de lo que imaginamos. En 2019, en Francia, en el grupo de edad de 24 a 34 años, el 52% de las mujeres han tenido una educación larga, frente al 44% de los hombres. La inversión de la "proporción de los sexos" en la enseñanza superior se ha producido en la generación que ahora tiene 50 años. Llevamos mucho tiempo viviendo en una matridominancia educativa, aunque siga habiendo una fina capa de dominación masculina en el 4% superior de la sociedad.
Una vez integrada la masa de esta evolución, podemos comprender mejor el malestar de las mujeres, lo cual se explica menos por los residuos de la dominación masculina que por el acceso de las mujeres a todos los problemas de los hombres, y en particular a la anomia en el sentido durkheimiano: en una sociedad móvil, las personas ya no saben qué esperar de la vida, y se produce el malestar social. Las mujeres tienen acceso a patologías psicosociales antes reservadas a los hombres: resentimiento de clase, desorden, ansiedad por su destino personal, etc.
Persiste el dominio masculino en el sector dirigente de la economía privada y en las burocracias estatales. Por lo demás, las diferencias económicas entre hombres y mujeres se explican esencialmente por la elección de la maternidad. En el libro hago un avance teórico revolucionario: defino a la mujer como un ser humano que (salvo esterilidad accidental) puede tener un hijo. Lo sé, es muy arriesgado decir eso hoy, incluso reaccionario (risas). Intenté prescindir de ello, pero entonces todo se volvía incomprensible.
Las mujeres tienen ahora acceso a todos los problemas de los hombres, pero además tienen el problema de elegir entre una carrera y los hijos, lo que basta para explicar la dominación masculina residual. Por otro lado, para los hombres, que han perdido gran parte de su capacidad de decisión en la vida familiar, el mundo del trabajo es cada vez más importante y le supone un mayor compromiso. Un hombre que no tiene éxito en su trabajo se pone en gran peligro. Todos los demás debates pseudocientíficos sobre una enorme diferencia genética o cerebral entre los sexos son irrelevantes... hay identidad en todos los ámbitos o diferencias no comprobables, pero la maternidad y sus consecuencias psicosociales son una variable lo suficientemente potente como para explicar lo principal.
-¿Significa esto que, en su opinión, el patriarcado ha desaparecido en Occidente?
No es que haya desaparecido, es que nunca ha existido. ¿Qué significa el patriarcado? Prefiero hablar de un sistema de patridominio universal, es decir, una posición ligeramente superior de los hombres, en particular en las actividades de gestión colectiva. Pero la intensidad de este dominio masculino varía tanto según la geografía y la historia que no se puede aplicar un único término a sistemas muy diferentes. Propongo, con la ayuda de un experto, un nuevo uso del Atlas Etnográfico [1967] de Murdock para mostrar al lector dicha diversidad, a través de mapas originales.
En un tema que a menudo se aborda de forma ultraideológica, creemos que el acceso a los datos es fundamental. Hemos puesto en línea la herramienta de visualización que hemos construido, y cuyo enlace damos en el libro. Hablar de patriarcado de forma indiferenciada al referirse a la situación de las mujeres en Kabul y en la región de París no tiene sentido desde el punto de vista de un investigador antropológico. Frédéric Le Play utiliza la palabra "patriarcal" para referirse a las grandes familias indivisas de tipo ruso y árabe. En el Occidente en sentido estrecho, en Francia, en el mundo angloamericano y en Escandinavia, la mutación patrilineal, que se inició en Eurasia central y que rebajó la condición de la mujer a lo largo de la historia, no se produjo o permaneció embrionaria. A menudo se cree que cuanto más se retrocede en el tiempo, más oprimidas estaban las mujeres. No es el caso. Incluso antes de la revolución de los últimos setenta años, los occidentales estaban muy cerca en sus costumbres de los cazadores-recolectores, donde el estatus de la mujer es alto.
-¿Qué nos dice su estudio de los cazadores-recolectores que difiera de la doxa feminista habitual?
La ideología del feminismo de la tercera ola, ahora dominante en el debate público, ha distorsionado la historia de la relación entre los sexos. Trabajar sobre los cazadores-recolectores es trabajar sobre 100.000-300.000 años, es decir, el grueso de la historia humana. Es decir, sobre lo que es el hombre como especie animal, para definir la naturaleza humana original. Encontramos la familia nuclear, inserta en un sistema bilateral de parentesco donde la relación entre hermanos, hermanas es muy importante. Una forma templada de monogamia es estadísticamente mayoritaria desde el principio de la humanidad, entre otras cosas por su eficacia educativa para la descendencia.
La recolección es generalmente una actividad femenina, que puede ser practicada por los hombres, mientras que la caza es un universal exclusivamente masculino. No les gustará a las feministas actuales que intentan buscar esqueletos de mujeres cazadoras a toda costa.
Lo característico de la caza es que sus productos se distribuyen siempre dentro del grupo, mientras que los productos de la recolección se distribuyen dentro de la unidad doméstica. Entre los cazadores-recolectores, las mujeres son portadoras de un elemento de individualismo familiar mientras que los hombres son responsables del colectivo. Esto no significa en absoluto más altruismo: el colectivo es la organización de grandes obras, pero también es la guerra.
-Por eso, en su opinión, la emancipación de la mujer está ligada al derrumbe de las creencias colectivas y al colapso del Estado-nación...
El defecto de la ideología es creer que en nuestras sociedades ocurren grandes fenómenos que caen del cielo y no están relacionados. Por un lado está la emancipación de la mujer, que es algo estupendo. Por otro lado, el colapso industrial, que es un problema; el colapso de las creencias colectivas, que es algo bueno si se considera que ya no luchamos en las guerras, pero algo malo si ya no podemos actuar como una nación en el plano económico. Los dos grandes movimientos de nuestras sociedades modernas son la emancipación de la mujer y el hundimiento del sentimiento colectivo. En el libro intento mostrar que no puede haber una falta de conexión entre ambos.
-La emancipación de la mujer tiene un coste, dice... ¿echa de menos el mundo de antes?
En absoluto, no soy un nostálgico. Bendigo la revolución sexual, que ha hecho mucho más agradables las relaciones entre hombres y mujeres. La emancipación de la mujer ha acabado con la homofobia y ha suavizado la moral. Pero demuestro que también tuvo un coste. La emancipación de las mujeres y su acceso a la educación superior ha acelerado la terciarización de la economía y, por tanto, el declive de las actividades industriales.
El resultado es que tienes ciertos países feministas que son terciarizados y consumistas y que deslocalizan su producción a países donde todavía hay industria, y una forma de patridominio, los países de Europa del Este y Asia. David Cayla ha mostrado claramente la reindustrialización de las antiguas democracias populares (Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Rumanía), naciones obreras que se han convertido en la China de Europa. Esto permite un mayor consumismo y terciarización en Occidente, y por lo tanto acelera la emancipación de las mujeres en Occidente, mientras que preserva los típicos roles masculinos en Oriente. Los occidentales dependen totalmente del trabajo de la gente del este y Oriente mientras los insultan por sus actitudes culturales atrasadas: deslocalizan sus fábricas mientras quieren exportar sus costumbres avanzadas. ¡Hay que elegir!
-¿Ha sustituido la lucha de género a la lucha de clases?
Intento tener en cuenta tanto la economía como la antropología. Evidentemente, hay un componente de clase. El feminismo de la primera ola, el feminismo de los derechos civiles que provenía de la burguesía, defendía a todas las mujeres. Lo mismo ocurre con la segunda ola de la revolución sexual, que comenzó en los círculos burgueses, pero se extendió a las clases trabajadoras muy rápidamente. Pero el feminismo antagonista de la tercera ola no defiende a todas las mujeres, es un conflicto de clase entre las mujeres de clase media (y sus cónyuges) y la capa de patridominio de las clases altas. La ideología de género es una típica ideología pequeñoburguesa impulsada por mujeres universitarias de clase media. Estas mujeres con educación superior, que abrazan con entusiasmo el concepto de interseccionalidad, constituyen un grupo dominante en el sector ideológico. El feminismo antagonista es una ideología en el sentido más fuerte de la palabra, en el sentido de que no se vive: las clases que promueven la lucha contra la dominación masculina no la padecen.
La tendencia actual de las clases medias cultas es la de estabilizar la pareja, a menudo hipógama (la mujer tiene más estudios que su pareja), para duplicar el salario y asegurar la supervivencia económica, al estilo cazador-recolector. Para las mujeres de las clases trabajadoras, donde se encuentran la mayoría de las familias monoparentales, la visión antagónica del feminismo supone un empeoramiento de sus condiciones de vida. La pareja humana es un sistema elemental de apoyo mutuo. La función de la pareja humana original es la supervivencia, sobre la base de la cual hay solidaridad entre el hombre y la mujer. Estamos en una sociedad en proceso de empobrecimiento, especialmente entre las generaciones más jóvenes. La emergencia no es la emancipación de la mujer, que ya se ha producido, sino la revalorización de la ayuda mutua en la pareja, y el sentimiento colectivo, que se están derrumbando.
-Durante siglos, el Occidente cristiano consideró la sexualidad como el peor mal del alma. Ahora lo plantea como la esencia del alma". ¿La obsesión del movimiento LGBT por la orientación sexual es un producto del cristianismo? Eso sí que es original.
El Occidente cristiano no entiende su propia historia. El cristianismo se distingue de otras religiones por su obsesión por la sexualidad como algo malo. Esto es aún más cierto en el protestantismo, que radicaliza la hostilidad al placer sexual. El Occidente cristiano está cargado sexualmente en el sentido negativo. Las revoluciones sexual y libertaria fueron un violento rechazo a esa herencia. Este rechazo ha producido una obsesión sexual positiva, sobre todo en el mundo angloamericano de impronta puritana, que no es en absoluto típica de todas las culturas.
La homosexualidad humana es una posibilidad natural y universal, pero el paso de la homofobia al fenómeno gay, de rechazar la sexualidad a convertirla en el centro de la identidad social, es típicamente cristiano.
Fíjese, por ejemplo, en la Tailandia budista del "vehículo pequeño", donde la fluidez de las relaciones sexuales no induce a una identidad gay, o en el Japón del llamado " budismo del vehículo grande", donde la identidad sexual es probablemente secundaria respecto a la identidad laboral. Por eso me refiero a los gays como una categoría de cristianos zombis (referencia a un libro anterior del autor). Definirse política y socialmente por su orientación sexual implica una alta estimación de la sexualidad que es típicamente occidental.
---