Aquí la segunda parte de la entrevista a Zemmour en Causeur.
"Unir las clases populares y la burguesía patriota es la estrategia correcta"
Causeur. Devolver a la cultura francesa el lugar que le corresponde no depende sólo de la ley. Por ejemplo, para cambiar la tendencia en la escuela, también habrá que reformar la universidad, donde se forman los profesores. Un mandato de cinco años no será suficiente...
Éric Zemmour. En efecto. Las cuestiones del Islam y de la asimilación de los musulmanes no son más que la punta de un enorme iceberg que es la "desfrancización" de los franceses. Lo más rápido y urgente es detener los flujos. Para lo demás, hará falta tiempo.
-Volvamos a los nombres de pila. ¿Qué hacemos con los franceses que no lo respeten? La ley fue ignorada mucho antes de que se cambiara en 1993...
-En mi opinión, la cuestión de los nombres de pila se solucionará con toda naturalidad, sin obligar a nadie a cambiar su actual nombre de pila, pero restableciendo la ley de 1803, suprimida en 1993, aunque limitando su aplicación sólo a la elección del nombre de pila [de los que nazcan en Francia], algo que no debería ser demasiado difícil entre los cientos que nos ofrece el calendario, y dejando a cada uno plena libertad para decidir su segundo y tercer nombre en el registro. ¿Es tan complicado eso?, ¿tanto como para seguir hablando de este falso problema que, lo repito, no es una causa sino una consecuencia de lo que nos ocurre...? De hecho, hace cincuenta años, en una época en que nuestra nación aún era homogénea y estaba unida, llamar a tu hijo Zinedine no parecía una reivindicación de identidad, sino que era un folclore inofensivo. Hoy, llamar a tu hijo Zinedine es asestar un golpe mortal a una asimilación que ya no funciona.
- También entre los judíos, la generación de las Elisabeth y de los Charles acabó dando nombres judíos a sus hijos...
- ¡Es un excelente ejemplo! También entre los judíos esto es revelador: y es que después de haber dado nombres de pila judíos a sus hijos, muchos de ellos se fueron a vivir a Israel. Los nombres de pila son un síntoma, y no menor. De lo contrario, el Islam no exigiría el cambio de nombre para todos los conversos...
-¿No subestima usted el progreso del individualismo? ¿Están los franceses dispuestos a aceptar que el Estado se entrometa en cuestiones como los nombres de pila de sus hijos?
- En primer lugar, el Covid ha demostrado que cuando el Estado quiere, puede romper ese individualismo e imponer medidas muy liberticidas. En segundo lugar, el Estado siempre ha interferido en este asunto de los nombres de pila, sólo que en los últimos treinta años ha dejado de hacerlo. Tienen ustedes reflejos de vuestra, de nuestra juventud, es decir, de los años 80. Después de Mayo del 68 y de los años 70, Francia entra en un proceso de "desfrancización" acelerado. Esa época ya pasó.
Hace poco leí que Ucrania ha "desrrusificado" su imaginario, sobre todo exigiendo nombres de pila ucranianos en lugar de rusos. En Islandia, los nombres islandeses son incluso obligatorios, por lo que los padres deben elegir entre una lista de 1.800 nombres para las niñas y de algo más de 1.700 para los niños. En los países de Europa del Este, se requieren nombres locales. En los países del Magreb, los nombres coránicos son obligatorios...
Cuando firmo mis libros, muchos jóvenes me dicen su nombre, casi como disculpándose. No están contentos con lo que les han hecho sus padres. Además, un nombre de pila francés es la mejor medida contra la discriminación de la que nos hablan. Si digo esto no es porque odie a los musulmanes o quiera que sean ciudadanos de segunda; al contrario, lo digo porque creo que son ciudadanos como los demás. El abuelo de Mélenchon [era español] puso a sus hijos nombres franceses y, además, afrancesó su apellido [era: Melenchón]. Léa Salamé se llamaba Hala. Anne Hidalgo se llamaba Ana María... Jamel Debbouze inscribió a su hijo como Léon, pero su padre sigue llamándole Mohamed. Todo esto es por lo tanto antropología e historia.
-¿Tiene algún amigo musulmán cercano?
- Conozco a muchos, especialmente bereberes. Mi padre tuvo toda su vida amistad con musulmanes de Argelia. En cierto modo, yo crecí con ellos.
- ¿Prohibirá el velo en todas partes? ¿No teme ver en nuestro país el equivalente invertido de la policía de la moral iraní, que obligaría a las mujeres a quitarse el velo?
- Una gran mayoría de franceses ya no quiere ver el velo en la calle y considera que es hora de actuar. ¿Por qué les choca tanto la prohibición? No puede uno andar desnudo, ni con un traje de las SS por la calle... La libertad individual no puede ser la coartada para la colonización visual y cultural del espacio público por parte de una civilización extranjera. Se nos dice que ellas son libres de vestir como quieran, pero enarbolan una religión y una civilización como estandarte. Además, Mélenchon ya lo dijo, antes de cambiar de opinión: se auto-estigmatizan para luego reprocharnos esa estigmatización.
-¿Cómo podemos distinguir el velo como bandera política del velo que es sólo una prescripción religiosa?
- Es que me da lo mismo. Hay prescripciones religiosas que se respetan en Marruecos, Argelia y Arabia Saudita que no deberían respetarse en Francia. O Francia se convierte en un país de la Ummah, o sigue siendo Francia. Ante tal desafío, la importancia que le demos a este tipo de prohibición es muy relativa.
- ¿Prohibirá cualquier manifestación externa de la religión, incluida la católica?
- El catolicismo tiene un derecho de antigüedad, digamos tiene que tiene una preferencia cultural. Los orígenes cristianos de Francia deben enseñarse en las escuelas. Debemos conocer a Santa Clotilde, Blandine, etc. El propio Michelet dice: "¿Qué es Francia? Una conquista de la Iglesia". ¡Esto es magnífico!
-No se habla del antisemitismo musulmán. ¿Tiene miedo de que le consideren demasiado judío?
- Al contrario, a menudo hablo de eso. Cuando digo que los judíos de hoy se ven amenazados por gritos de "Allah Akbar" y no por gritos de "Heil Hitler", digo que no deben equivocarse de enemigo. También creo que el antisemitismo magrebí es una faceta del odio contra Francia. Se equipara al judío con Francia. Además, en el Corán, el judío y el cristiano se ven metidos en el mismo saco. Nos encontramos en el contexto del conflicto milenario entre el Islam y el Cristianismo. Hoy en día, la civilización islámica está a la ofensiva en términos demográficos, domina a la civilización cristiana y occidental, que está en retroceso después de haber estado en expansión.
-A menudo elude las preguntas sobre su origen judío. Bernard-Henri Lévy escribe que usted "pisotea todo lo que es la moral en el legado judío de Francia, la responsabilidad frente a los demás...". En resumen, le acusa de ser un traidor a su identidad. ¿Qué opina de esto?
- Lo que dice BHL es digno de la prensa antisemita del periodo de entreguerras. Me condena a un arresto domiciliario étnico y religioso. Me reenvía a mis orígenes para explicarme lo que debo decir y pensar. Considero que soy ante todo un ciudadano francés, le guste o no a él. Me presento ante el pueblo francés, al que amo y al que considero en peligro de muerte. BHL, en cambio, actúa en pro del comunitarismo. ¿Qué proyecto propone a los judíos? ¿Seguir acogiendo a inmigrantes? No creo que sea muy popular entre los suyos...
-Si el CRIF [Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia] le invita, ¿acudirá?
- Por principio, me opongo a cualquier forma de manifestación comunitarista, proveniente del CRIF o de cualquier otro organismo. En cualquier caso, ¡hay pocas posibilidades de que eso ocurra! El presidente del CRIF dijo, de forma escandalosa: "¡Ningún voto judío para Zemmour!". De nuevo, no creo que él sea muy popular entre los judíos...
-Si sale elegido y aplica la mitad de estas medidas -inmigración cero, prohibición del velo...-, los jueces tendrán que hacer equilibrios...
- ¡Y los franceses aplaudirán! En eso consiste la democracia. Por lo tanto, pasaremos por un referéndum. De modo más general, necesitamos una reforma constitucional que establezca que las leyes posteriores tengan primacía frente a los convenios internacionales y los tratados europeos. Es la voluntad última del legislador -y por tanto del pueblo- la que debe prevalecer. Este es exactamente el sistema que estaba en vigor en Francia antes de 1989, cuando el Conseil d'Etat [Consejo de Estado] se hizo con un poder excesivo que ningún juez administrativo anterior se había atrevido a asumir.
-Al igual que Macron, usted promete una forma de revolución. No es seguro que los franceses estén preparados para ello. Nuestra sociedad, envejecida y victimista, es más proclive a lloriquear frente a las series de televisión mientras espera que el Estado resuelva sus problemas que a morir por Chateaubriand. El "poder adquisitivo" es nuestro código.
-Que no se equivoque nadie; los franceses son un pueblo eminentemente político y están descontentos de que Europa y los jueces les hayan confiscado el poder, y por eso rechazan las cabinas de votación [en Francia son obligatorias para evitar que el elector vote presionado por la mirada ajena]. Sienten, si bien confusamente, que Francia arrostra un futuro pero que no tiene porvenir. ¡En esto es en lo que debemos trabajar!
- A base de rechazar la sensiblería, a veces demuestra usted cierta insensibilidad. ¿No le importa herir los sentimientos de algunas personas?
- Hay un texto muy hermoso en el que Richelieu enseña a Luis XIII que existen las virtudes morales del individuo y las virtudes del hombre público, del estadista. Lo que puede salvar el alma del individuo puede muy bien ser la perdición para el Estado. Voy a hacerles una confesión: yo también tengo una sensibilidad, ¡sí, tengo un corazón, como los demás! Y eso está muy bien para la vida privada. Pero más bien lo que padecemos es un exceso en el despliegue de la sensibilidad allí donde ésta no tiene cabida, es decir, en el ámbito público.
Por el contrario, debe prevalecer el interés general y, en este caso, la supervivencia de Francia. Intento pensar racionalmente y proponer medidas que estén a la altura de los retos.
- Perdone la insistencia, pero ¿cuenta con el apoyo popular para esto? A usted los franceses en concreto le importan un bledo, lo que te gusta es una abstracción llamada Francia.
- Esto es un lugar común que me parece tan ridículo ¡y tan periodístico...! ¿Por qué me escuchan los franceses? ¿Por qué me leen? Porque mis temas de predilección tienen un gran impacto en sus vidas. La inmigración ha provocado desplazamientos masivos de la población de las "banlieues" hacia la Francia periférica, la inseguridad galopante crea una ansiedad diaria en todos los padres, el pedagogismo ha hecho que nuestra escuela se desplome en las clasificaciones mundiales, el libre comercio desenfrenado ha acabado con nuestras industrias y los puestos de trabajo que las acompañan. Desde hace treinta años hago las mismas constataciones, que ahora comparten casi el 70% de los franceses. Es hora de aportar las soluciones valientes que se requieren.
- Al igual que Emmanuel Macron, está creando un partido que en realidad no lo es. ¿Es su modelo para llegar al poder?
- En Marche es un modelo que permitió a Emmanuel Macron tomar el poder menos de un año después de su creación, lejos del modelo tradicional de los viejos partidos establecidos como el Partido Socialista o Les Republicains [Gaulistas y democristianos].
- Usted se considera un sucesor de De Gaulle, pero a sus adversarios y a algunos de sus amigos les gusta compararle con Trump. ¿Esto le irrita?
- Donald Trump consiguió unir a las clases trabajadoras y a la burguesía patriótica. Esta es la estrategia correcta. También reconozco que ha tenido buenas intuiciones políticas (sobre la globalización, China, la inmigración) y que ha mantenido sus compromisos durante su mandato, a pesar de la doxa. Esta es la razón por la que su electorado no lo haya abandonado en cuatro años. En el fondo, es bastante sencillo: sólo tienes que hacer lo que dijiste que harías y no renegar de ti mismo. Dicho esto, no soy un fan de su estilo y soy muy diferente a Donald Trump: yo no vengo de la telerrealidad y llevo más de treinta años inmerso en la vida política de mi país. Yo prefiero los libros y él, sin duda, la televisión. Yo soy un hombre de ideas, él era un empresario: no es lo mismo.
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[EN EL POST ANTERIOR LA PRIMERA PARTE DE LA ENTREVISTA A ZEMMOUR]