jueves, 18 de noviembre de 2021

Muy traducible

Algunos pretenden que las violencias que emanan del Corán se deben a malas traducciones del texto.

No es así.

Aquí Aurélien Marq explica el porqué, en V.O.


Y aquí en tradu exprés:

In-tra-du-ci-ble

Un buen contradictor siempre tiene más de un comodín en la manga. Habiendo fracasado el argumento de la contextualización, el autoproclamado defensor del Corán responderá a tus críticas diciéndote que este libro, que declarará de incomparable sutileza, ¡sería IN-TRA-DU-CIBLE! Lo que no sabe, porque no quiere saberlo, es que esto no funciona mejor que la contextualización para hacer aceptable lo inaceptable. Esta es la razón:

Traduttore, traditore, dicen los italianos. La expresión "traductor, traidor", traducida más generalmente (!) como "traducir es traicionar", se conoce al menos desde el siglo XVI. Nadie negará que la traducción es un ejercicio difícil. Yo mismo he pasado suficiente tiempo estudiando textos griegos para saber que algunas palabras no tienen un equivalente exacto en otras lenguas (al menos en las que conozco). Así, la phronesis, φρόνησις, a menudo traducida en francés como "prudencia" cuando ambas nociones son en realidad muy diferentes.

Pero "ejercicio difícil" no significa "imposible". Puede que me lleve diez páginas de digresiones y notas, pero puedo explicar qué es la phronesis, por qué los romanos la tradujeron como prudentia y en qué se diferencia esta prudentia de nuestra prudencia moderna.

Para el lector curioso: la phronesis es el significado de la acción correcta, en el doble sentido de justicia y rectitud, adecuación perfecta a las circunstancias. No hay ningún término en francés que corresponda exactamente a esta idea, pero no es intraducible porque es posible expresarla en nuestra lengua, aunque requiera una frase y no una sola palabra.

Y de nuevo para el lector curioso: la deidad de todas las deidades asociadas a la phronesis es Atenea, el pensamiento activo, la perfecta armonía del pensamiento y la acción. Es a la vez la guardiana de la filosofía y las artes, una guerrera ardiente con decisiones rápidas y gestos precisos que sabe aprovechar el momento. Esto enriquece y explica aún más la idea que hay detrás de la palabra de la que hablamos.

Para ilustrar mi punto de vista: la traducción puede ir acompañada de la aclaración de referencias, connotaciones y etimologías, y es perfectamente posible explicar una idea en una lengua distinta a la que se expresó por primera vez.

El Corán de los historiadores, al que ya me he referido, hace precisamente esto con el texto coránico. Dedica dos volúmenes, o 2386 páginas (¡casi nada!) al análisis de las suras, verso a verso. Está claro que se trata de una obra a una escala completamente diferente a la del "pequeño Corán de bolsillo" o a la de la traducción disponible en el sitio oumma.com (que, dicho esto, sigue siendo de buena calidad y tiene la doble ventaja de estar en consonancia con la tradición religiosa más común y ser poco sospechosa de "islamofobia").

Se han escrito innumerables libros sobre el mensaje del Corán.

Además, tenemos toneladas (literalmente, el papel pesa) de libros sobre el mensaje del Corán, en docenas y docenas de idiomas, y 14 siglos de comentarios sobre cómo los musulmanes entienden su propio texto sagrado. No hay ninguna razón por la que no se puedan imaginar 14 siglos de errores, pero desde el punto de vista de la religión habría que dar una explicación teológica seria, sobre todo porque el propio Corán insiste en que es un texto explícito, y que Alá no permite que sea falsificado.

Además, si, como afirman algunos, los versos que inspiran los crímenes cometidos en nombre del Islam sólo inspiran estos horrores porque están mal traducidos, es más que urgente proponer una buena traducción y convencer a la comunidad musulmana de que es la correcta. Esto es lo que deberían hacer quienes creen sinceramente que el Islam es "una religión de paz y amor", en lugar de repetir una y otra vez este eslogan, que desgraciadamente se contradice con el comportamiento de demasiados musulmanes.

Y deberán tener en cuenta dos hechos dolorosos. En primer lugar, que estos "errores de traducción" son sorprendentemente coherentes entre sí en todas las lenguas a las que se ha traducido el Corán, desde el francés al japonés, pasando por el inglés y el ruso. En segundo lugar, que Osama bin Laden y Abu Bakr al-Baghdadi leyeron su libro sagrado en la lengua original.

A este respecto, cabe señalar de forma más general que los países de habla árabe, y en particular los países árabes, no se distinguen francamente por su comprensión humanista del Corán y del Islam. Y que los teóricos más oscurantistas del Islam teocrático, desde Ibn Hanbal hasta Al-Qaradawi pasando por Al-Ghazali, Ibn Hazm, Ibn Abdelwahhab y Qutb, no pueden ser sospechosos de un mal dominio de la lengua del Corán, ni de haber dedicado un tiempo insuficiente al estudio de este texto y de la religión musulmana.

¿Significa esto que su lectura del Corán es necesariamente la buena? Al menos, tengamos la honestidad y el valor de admitir que se ajusta a la letra del texto, y a la luz que arrojan los hadices, así como el "bello ejemplo" de la vida del profeta tal como la imagina la tradición islámica.

Sin embargo, ellos cuentan con contradictores cuyo dominio de la lengua árabe y sus sutilezas no tiene nada que envidiar al suyo. Este es el caso del enfoque espiritual de Sohrawardi, o el trabajo actual de Mohammed Louizi. Y ello es suficiente para demostrar nuestro argumento: la traducción es un falso problema. El verdadero problema es que desde el principio se han enfrentado varias metafísicas que compiten entre sí dentro del propio Islam, como ha demostrado claramente Souâd Ayada (que tampoco tiene problemas para analizar todas las sutilezas del Corán en árabe). El verdadero problema es que, entre estas metafísicas, la que domina hoy en día, sobre todo en términos de influencia normativa, es la que procede de una lectura literal del Corán, y que conduce a la veneración de un dios tirano deseoso de someter a su voluntad arbitraria cualquier aspiración ética y toda conciencia moral.

Jugar con las sutilezas de las traducciones para combatir esta tendencia totalitaria teocrática, por qué no. Pero jugar con esas mismas sutilezas para negar esta tendencia, para intentar adormecer la desconfianza de aquellos (musulmanes y no musulmanes) a los que quiere imponer su ley, y que deberían combatirla con todas sus fuerzas, es ponerse al servicio del horror."

---


                                    Tema de redacción: ¿Puede uno burlarse del Islam y del Cor...