lunes, 9 de agosto de 2021

"Le monde" de antes



Entrevista con el escritor suizo Roland Jaccard:

Aquí en V.O.


Después de todo, nadie te obliga a llegar a viejo...

Conversación con Hyacinthe

Roland Jaccard nació en Lausana (Suiza) el 22 de septiembre de 1941. Durante mucho tiempo columnista del periódico Le Monde y director de una colección en las Presses Universitaires de France (PUF); es autor de una obra proteica compuesta por ensayos (L'exil intérieur, La tentation nihiliste seguidos de Le cimetière de la morale), diarios (L'âme est un vaste pays, L'ombre d'une frange, Journal d'un homme perdu, Journal d'un oisif) y libros ilustrados (Dictionnaire du parfait cynique, Retour à Vienne). El 16 de abril de este año 2021, publicó Le Monde d'avant. Journal 1983-1988).

Hyacinthe: Su último libro tiene más de 800 páginas, y su obra más de 25.000. ¿Es usted, Roland Jaccard, un maniaco de la escritura? ¿Vive o escribe?

Roland Jaccard: Querido Hyacinthe, sería un error creer que soy, como lo imagina, un "maniaco de la escritura": nadar al sol, jugar al ping-pong y bromear con deliciosas jovencitas me causan tanto o más placer. Por no hablar de que el ajedrez (fórmula Blitz) o los partidos de fútbol (por desgracia, ahora en la televisión... las afrentas de la edad) me deleitan tanto como garabatear palabras. Hay lectores que las aprecian y yo estoy encantado. Pero, a decir verdad, no me hubiera disgustado ser director -al estilo de un Fritz Lang- en Hollywood... eso se quedará para otra vida, si es que podemos tener una segunda oportunidad, cosa que dudo.

Hyacinthe: ¿A qué mundo se refiere? Al del periódico Le Monde, donde se codeó con François Bott y Tahar Ben Jelloun, entre otros, o al del mundo literario, por el que pasan Cioran, Gabriel Matzneff, Clément Rosset e incluso el joven Michel Onfray, del que hace un magnífico retrato: "Este sábado 26.4.1986. Pasé la tarde en el bar Lutetia con un joven profesor de filosofía, de 27 años, Michel Onfray, que lleva con melancolía un manuscrito que ha sido rechazado por todas las editoriales parisinas. Dice estar influenciado por Cioran, Matzneff, Bott y yo mismo, y se niega a comprometerse, añadiendo que ya sufrió bastante en su infancia las humillaciones sufridas por su padre, un simple operario agrícola. Mientras le explico cómo funciona el mundo intelectual parisino, me pregunta a bocajarro cómo puedo conciliar tanta frivolidad con mi pasión por Louise Brooks. Necesito las dos cosas por igual y ya se me ha pasado la edad del "o todo o nada". La palabra que más odiamos en la juventud, "compromiso", es también a la que nos debemos para sobrevivir después de cumplir los treinta años. Y es, sin duda, la palabra que un día dará fama a nuestro desconocido y joven filósofo. (p. 633)

Roland Jaccard: Menciona, querido Hyacinthe, el gran diario vespertino Le Monde, donde tuve el privilegio de recalar tras unos modestos estudios universitarios en Lausana. Fue una época dorada. Hice amistad con François Bott, el muy elegante, Jean-Michel Palmier, Tahar Ben Jelloun, Gabriel Matzneff y algunos otros a los que menciono en Le Monde d'avant, manteniéndome siempre en lo esencial, es decir, en la anécdota. Además, en ese momento vivía -las pasiones no están hechas para durar- con una joven novelista vietnamita* que me había ligado en la Maison des Lycéennes [Casa de las colegialas] (¡todo un programa!). Han pasado los años y ella no está lejos de ingresar en la Academia Francesa, lo cual, dada mi dudosa reputación, no es probable que me ocurra a mí, ni a mi amigo Gabriel Matzneff. Al menos habremos pasado juntos unos tórridos veranos en la piscina de Deligny con total despreocupación.

Hyacinthe: Hoy, unos meses antes de su 80º cumpleaños, la edad en la que su propio padre se suicidó, como escribió en Le Monde d'avant. Journal 1983-1988 ("22.09.85. Fue mi padre quien se suicidó, el día antes de mi cumpleaños. Con serenidad y coraje. Sin patetismo", p. 516), pero también en general, ¿piensa usted en el suicidio, o le salvó su amistad con Cioran?

Roland Jaccard: Querido Hyacinthe, como bien me recuerda, aquí estoy a la edad en que mi padre se suicidó, siguiendo a su vez los pasos de su propio padre. La época también en la que nuestro maestro, Emil Cioran, se fue apagando. Los tres me mostraron el camino. Les debo el haber intuido a una edad temprana que la diferencia entre la vida y la muerte es ínfima y que favorecer una a costa de la otra es una forma de insania.

Hyacinthe: ¿Lee hoy Le Monde? ¿Cómo ve la evolución de este periódico en particular y de la llamada prensa literaria francesa? Algunos hablan de un declive. ¿Qué opina de esto? ¿Qué papel juega Internet en lo que está ocurriendo?

Roland Jaccard: Me pregunta, querido Hyacinthe, si todavía leo Le Monde. Me fui de allí en 2001, consternado por el hundimiento de ese Titanic del periodismo, ahora al servicio de ideologías biempensantes que me repugnan. Los tiempos han cambiado y es hora de fletar mi modesto barco en pos de otros horizontes. O para beber el jarabe mexicano que me enviará al infierno. Después de todo, nadie te obliga a llegar a viejo...

Hyacinthe: Como amigo de Gabriel Matzneff, cuya figura ronda su diario, y de quien escribe: "Siempre esta sensación de ser inferior a Gabriel (no es sólo una sensación, se podría decir, sino una realidad) y de estar amenazado" (p. 88-89), y como testigo de su relación con "Vanessa", cuyo apellido usted nunca revela, ¿cómo leyó usted Le Consentement y cómo vivió todo lo que pasó con su amigo?

 Roland Jaccard: Como no me gustan las efusiones sentimentales, no me extenderé, querido Hyacinthe, en la reciente muerte de dos amigos muy cercanos, Clément Rosset y Pierre-Guillaume de Roux, ni en la despreciable cacería humana que se ha emprendido contra Gabriel Matzneff. Prefiero detenerme aquí. Entenderá el porqué.

Hyacinthe: Si tuviera que volver a empezar, ¿qué elecciones haría? Si tuviera que encarnarse o reencarnarse en una palabra, en un árbol, en un animal, ¿cuál sería respectivamente? Por último, si uno de sus poemas tuviera que ser traducido a otros idiomas, al árabe por ejemplo, ¿cuál elegiría y por qué?

 Roland Jaccard: Para empezar, este verso, al despertar:

Dulce pájaro de  juventud, /¿Volveré a encontrarte alguna vez...?

Reencarnación: no gracias.

En cuanto a la literatura: sí, en las catacumbas...

Una corrección: me gustan las chuletas de cordero y el helado de té matcha...

He vivido en Japón y he viajado por China.

Y mi mal gusto me empuja por la noche a seguir series chinas en la televisión...

--------------------------------

*La escritora franco-vietnamita Linda Lê.