Antes del comunicado de 1977 de los intelectuales en favor de la liberación de los presos del affaire de Versailles había habido esta tribuna de Gabriel Matzneff en Le Monde, a raíz de su intervención en el programa de libros Apostrophes (aquí un extracto de la emisión que aún circula sueltizo), que provocó un denuncia contra él.
Aquí la traducción:
Gabriel Matzneff
08/11/1976
"¿Es el amor un delito?
El año pasado se presentó una denuncia por corrupción de menores, actos contra natura e incitación al libertinaje de menores -que, según el código penal, son "delitos" sujetos a la jurisdicción de lo penal- contra un escritor al que conozco un poco, por comentarios sobre la adolescencia hechos en el programa de televisión de Bernard Pivot, Apostrofes. Amenazado de esta manera, el escritor esperaba ser defendido por especialistas de toda clase de peticiones, esos tipos duros de la conciencia universal, y ver a un comité de bellas almas creado para recoger firmas a su favor y emitir una declaración indignada.
Curiosamente, sólo hubo silencio. Los queridos colegas, tan rápidos en conmoverse por la más mínima violación de la libertad de expresión cometida en Madrid o Moscú, cerraron los ojos para no ver lo que sucedía en los parisinos Jardines de Luxemburgo. De repente, la ceguera fue completa. La razón es doble. En primer lugar, el escritor en cuestión no pertenecía a ninguna capilla, a ningún círculo, a ninguna secta: un hombre aislado, un hombre libre, es decir, un hombre sin importancia. Por otro lado, la libertad sexual de los niños y adolescentes es un tema que apenas inspira a los partidos políticos. La derecha, a la más mínima mención, rechina los dientes. En cuanto a la izquierda, su ideal secreto sigue siendo la tabla de clavos y la continencia de Rachmettoff, el héroe de ¿Qué hacer? de Chernyshevsky, la biblia de los marxistas rusos: como decimos en la jerigonza de hoy, el amor es "desmovilizador", distrae a las queridas cabecitas rubias y morenas de la necesaria lucha de clases. El tío Lenin quiere discípulos castos. Y, de hecho, la izquierda no está del todo equivocada: la pasión por el amor, cuando lo das todo, consume su tiempo.
Esta incomodidad, teñida de reprobación, incluso de hostilidad, explica por qué en Francia, en 1976, hay unos hombres que, por haber cometido "actos inmorales y atentados indecentes no violentos contra menores de dieciséis años, niños y niñas", pueden pudrirse en la cárcel durante más de tres años sin ser juzgados, y por qué este escándalo no escandaliza a nadie, o a casi nadie. Arrestados en octubre de 1973, el Dr. Gallien y sus amigos habrán estado en prisión preventiva durante casi cuatro años cuando, el próximo verano, comparezcan ante el tribunal penal de Versalles. No soy jurista, pero una detención preventiva tan larga, para investigar una simple cuestión de moralidad pública, donde los niños no fueron víctimas de la menor violencia, sino que, por el contrario, especificaron al juez de instrucción que habían dado su consentimiento y que había sido muy agradable para ellos, me parece una monstruosa injusticia. El 20 de octubre pasado, tres años después de su arresto, uno de los tres acusados, el Sr. Bernard Dejager, fue finalmente puesto en libertad provisional por la sala de lo penal. Lo fui a ver tras abandonar la prisión de Fresnes. Es un hombre quebrado, desollado vivo, indignado por el tratamiento al que ha sido sometido, que se encuentra petrificado a la espera de ser juzgado por un tribunal que tal vez lo sentencie a cinco o diez años de prisión.
¡Cinco a diez años de prisión! En realidad, esta es la justicia del Padre Ubú, y es urgente que el legislador modifique los artículos del código penal que se refieren a la protección de los niños y los adolescentes -en particular el breve artículo 330 y el artículo 331 que establecen que 'todo atentado al pudor cometido o intentado contra la persona de un niño de ambos sexos menor de quince años será castigado con una pena de cinco a diez años de prisión'. Artículos tanto más odiosos cuanto que discriminan entre heterosexualidad y homosexualidad: la ordenanza del 25 de noviembre de 1960 y la ley del 6 de agosto de 1942, firmada por Pétain, Laval y Abel Bonnard, validada por una ordenanza del 8 de febrero de 1945, que constituyen respectivamente los artículos 330 § 2 y 331 § 3 del Código Penal vigente.
Que la violación y la violencia deban ser castigadas con rigor es algo que los amantes de la juventud extrema son los primeros en desear. Lo que estamos combatiendo es esta idea, que parece ser la piedra angular de la legislación actual, de que el despertar del instinto y las prácticas sexuales en niñas o niños muy jóvenes es necesariamente perjudicial y desastroso para su desarrollo. Eso no es cierto. Lo que es dañino es el contacto sexual mecánico, sin ternura, sin amor; pero las cartas de la adolescente que publiqué en mi libro Moins de seize ans [Menos de 16 años] atestiguan, me parece, que una relación amorosa entre un adulto y un niño puede ser extremadamente fértil para este último, y fuente de una vida plena. Amar a una persona es ayudarla a convertirse en quien es.
Y es que esta búsqueda de la identidad, que tiene como objetivo la autoposesión y el autoconocimiento, es también una búsqueda de la identidad sexual. Una relación amorosa, cuando se basa en la confianza y la ternura, es la gran fuerza impulsora del despertar espiritual y físico de los adolescentes. Lo que perturba a los menores de 16 años no son los besos de la persona amada, sino las amenazas de los padres, las preguntas de la policía y las togas de los jueces".
Gabriel Matzneff
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En 2013 en su blog, en relación con ese comunicado de 1977 , Matzneff escribió sobre los firmantes:
"Temerosos, temiendo por sus carreras, demasiados firmantes de la petición están ahora renegando de sus firmas, escondiéndose detrás de una supuesta memoria defectuosa. Es una lástima, pero por mi parte, yo permanezco fiel a mis compromisos. Me complace haber contribuido a la liberación de los presos con mi artículo en Le Monde [1976] y luego con la petición [esto es: el comunicado de 1977]. Reivindico todo lo que he escrito. Persisto y firmo".