lunes, 17 de mayo de 2021

Humanistas contra Dawkins

 



Resulta que algunos autodenominados humanistas son también fanáticos sectarios. La prueba.


 Aquí el alegato pro Dawkins en V.O.


Y aquí una tradu exprés.


"Richard Dawkins es un aliado de los oprimidos"

 

28 de abril de 2021

 

“Richard Dawkins ya no es un humanista. Al menos, no uno que merezca ser honrado como tal, según la Asociación Humanista Americana (AHA), que lo excomulgó del premio al Humanista del Año la semana pasada. La fatwa dictada por esta AHA, que incluye generosamente el "pensamiento crítico" en la lista de sus propios Diez Compromisos, acusa al biólogo evolutivo de "degradar a los grupos marginados" por pedir a sus seguidores de Twitter que "cuestionaran" el vilipendio que sufren los críticos de la teoría transgénero. Los defensores de los nuevos códigos de la blasfemia parecen haber olvidado décadas de trabajo humanista en favor de la libertad de expresión.

Personas más cualificadas que yo pueden comentar mejor el escepticismo implícito de Dawkins acerca de las teorías modernas de género, pero la cuestión central estriba en lo que se puede y no se puede cuestionar. Antes de los edictos de los Humanistas Americanos -lanzados contra un biólogo evolutivo por cuestionar las identidades que emanan de la biología humana-, este mismo ateo acérrimo había sido atacado por criticar la teología islámica.

Ahora Dawkins ha sido "cancelado" tanto por "transfóbico" como por "islamófobo" por sus discursos "hirientes" contra el Islam. Si el librepensador musulmán del siglo X, Abu al-Alaa al-Maarri, estuviera vivo hoy, probablemente sería condenado como "nuevo ateo",  término que Dawkins y otros intelectuales asociados han adoptado para poder calificar al Islam de "cuento inventado" y satirizar el Corán. También está Ibn Rushd, latinizado como Averroes, considerado por algunos estudiosos como el padre fundador del pensamiento secular en Europa Occidental, que seguramente sería tachado de "islamófobo" por sus críticas a lo que hoy se conoce como la sharía islámica.

La semana pasada, el autor argelino Said Djabelkhir fue condenado a tres años de prisión por calificar de "míticos" los relatos coránicos. Zara Kay, fundadora de Faithless Hijabi [Hiyab Atea], tuvo que escapar de Tanzania por amenazas de muerte a principios de este año por supuesta herejía contra el Islam. También están las decenas de presuntos apóstatas asesinados, ejecutados o que se pudren en las cárceles de todo el mundo musulmán.

Mientras los liberales occidentales parecen indiferentes a los millones de librepensadores musulmanes condenados por códigos de blasfemia retrógrados, Dawkins ha sido una gran influencia para los ateos del mundo islámico. En las entrevistas realizadas a librepensadores musulmanes en artículos y documentales sobre el ateísmo a lo largo de los años, un nombre que se comparte a menudo como influencia importante es precisamente el de Richard Dawkins. Tras la revocación del Premio humanista por parte de la AHA, la cofundadora de Ex-Musulmanes de Norteamérica (EMNA), Sarah Haider, tuiteó en apoyo de Dawkins llamándolo su "héroe personal".


Muchos ateos de ascendencia musulmana han encontrado en Dawkins el eco de sus creencias, cuando no las bases de su propia formación en sus críticas al creacionismo, su refutación de las fábulas coránicas, su denuncia de la histeria genocida religiosa y su condena, ampliamente malinterpretada, de las culturas que obligan a las mujeres a cubrirse. Mientras que algunos jóvenes occidentales de entre 20 y 30 años pueden estar desvinculándose adolescentemente de su faceta "nuevo ateo", pensadores como Dawkins -y los libros, artículos y vídeos de YouTube que lo acompañan- han contribuido a estimular la curiosidad intelectual de una generación de librepensadores no occidentales. Esta generación no puede organizar sus propios premios humanistas, ni siquiera expresar su propia situación, pues eso significaría salir del armario como ateos y apóstatas, enfrentándose a castigos violentos por criricar al Islam.

Además de que sus libros y conferencias han ido ganado adeptos entre los ateos, Dawkins ha apoyado a los librepensadores que desafían la inercia islamista en sus países y comunidades, arriesgando a menudo sus vidas. Ha escrito reseñas de, entre otros, The Muslim Atheist, de Ali Rizvi, y Unveiled, de Yasmine Mohamed, dos libros que narran las experiencias de los críticos de la herencia musulmana del Islam, y los retos a los que siguen enfrentándose los disidentes en el mundo musulmán. La FundaciónRichard Dawkins para la Razón y la Ciencia ayuda desde hace tiempo a los grupos ateos de herencia musulmana y ha apoyado la campaña #ExMuslimBecause, que destaca las ramificaciones del libre pensamiento en muchos países y comunidades musulmanas.

Javed Akhtar, poeta, letrista y guionista indio, ganador del premio Richard Dawkins del año pasado y que ha condenado el radicalismo islámico e hindú en su país, se define a sí mismo como un "ateo por la igualdad de oportunidades" y "musulmán ateo". Akhtar, que fundó la organización Musulmanes por la Democracia Secular, es un crítico declarado del Islam pero un adepto a su identidad musulmana, y personifica la diferencia entre el fanatismo antimusulmán y el fustigamiento sin paliativos del dogma islámico.

Aun así, mientras Dawkins podía en su día reírse de las acusaciones de ser un satanista o de las amenazas de muerte por su posición sobre el cristianismo o la evolución, ahora se ve "cancelado" por prestigiosas instituciones que antes luchaban por la libertad de expresión.

Parafraseando El gen egoísta del propio Dawkins, algunos ideólogos cooperan ahora de forma egoísta para garantizar la proliferación de sus respectivos dogmas, ayudados por el borrado de las ideas competidoras. Aquellos que imaginan el monopolio de la verdad y su permanencia en la cúspide moral necesitan que se les recuerde que, sin un intercambio abierto de opiniones que puedan considerar erróneas u ofensivas, lo que es 'correcto' y 'verdadero' nunca podrá determinarse empíricamente."


Kunwar Khuldune Shahid es corresponsal pakistaní para The Diplomat