lunes, 15 de febrero de 2021

Dos mundos

 

Didier Lemaire, entrevistado en LCI

 

Un artículo en La Revue des Deux Mondes sobre el profesor Didier Lemaire, que vive bajo protección policial por denunciar la islamización en su instituto y su ciudad.

Aquí en traducción exprés:

"Clamor contra el profesor de filosofía. Didier Lemaire, un escándalo francés"

Por Valérie Toranian, directora de La Revue des Deux Mondes [revista decana de la prensa francesa]. 15 de febrero de 2021.

"Esta es la historia de un profesor de filosofía en el país de Descartes y Voltaire, de pelo largo e ideas claras, que desde hace veinte años se obstina en ejercer en ciudades donde la República está muy necesitada de "húsares negros" [el sobrenombre que recibían los maestros (instituteurs) bajo la Tercera República francesa, tras el voto de las leyes sobre la enseñanza, auspiciadas por Jules Ferry. La expresión fue acuñada por el filósofo y poeta Charles Péguy] que mantengan sus valores en alto. Didier Lemaire lleva casi veinte años destinado en Trappes. Preocupado por el creciente arraigo del islamismo entre los jóvenes, coescribió con Jean-Pierre Obin (antiguo inspector general de Educación y autor de Comment on a laissé l’islamisme pénétrer l’école, Harmattan) una carta a Emmanuel Macron para defender el laicismo y a los profesores. Eso fue en 2018. Hace unos meses lo reiteró con un llamamiento en L'Obs en el que se preguntaba por el futuro de su profesión: "¿Cuánto tiempo más podremos ejercer nuestra profesión de transmisor si el Estado no cumple con su misión? ¿Podemos los profesores suplir la falta de estrategia de nuestros representantes para superar esta lacra mortal?" [* Ver más abajo la carta abierta íntegra] 

La constatación de Didier Lemaire no tiene nada de extraordinaria. El municipio de Trappes es citado regularmente como el "Molenbeek francés". Entre los jóvenes que fueron a hacer la yihad en la zona iraquí-siria entre 2014 y 2016, 67 procedían de Trappes. En octubre de 2017, en su discurso ante las fuerzas de seguridad interior, el propio Emmanuel Macron citó a Trappes como uno de esos lugares que requieren una estrategia "para prevenir y luchar mejor contra los comportamientos y acciones que favorecen la propagación de la radicalización".

Al mismo tiempo, una nota sin firmar [de los servicios de inteligencia franceses] sobre "prevención de la radicalización" informaba de que el 76% de las personas radicalizadas en el departamento de Yvelines (Trappes, en particular) tenía entre 15 y 35 años. El informe hablaba de empresas que financian el radicalismo, de proselitismo religioso con una dimensión social y caritativa. Destacaba la nota "un aumento de la práctica del ayuno durante el Ramadán entre los niños de 9 y 10 años  -hasta el 50% en algunas clases-; un aumento de las negativas a inscribirse en el comedor escolar (clases elementales) alegando que la carne no es halal; un incremento del uso de ropa religiosa (faldas largas) en las escuelas medias y secundarias; un rechazo creciente a participar en ciertas actividades escolares, como el canto, para las niñas...".

Didier Lemaire no oculta su pesimismo con la localidad de Trappes. Su valoración no es nada halagüeña. Pero constata los hechos, y los hechos son tercos. Y ahora ¿qué ocurre? Desde hace diez días, una ofensiva dirigida por el alcalde de Trappes está reescribiendo la historia. "El primero que diga la verdad debe ser ejecutado", cantaba Guy Béart. La diana se ha pintado en la espalda del profesor de filosofía. Ali Rabeh, alcalde de Trappes, cuya elección está siendo invalidada por sospechas de incumplimiento en las cuentas de campaña, ha declarado la guerra a Didier Lemaire. Le acusa de mentir, estigmatizar y dar una imagen negativa de Trappes y sus habitantes: Lemaire estaría "jugando a un juego peligroso en nombre de sus convicciones políticas".

Totalmente desatado, el alcalde redactó un panfleto y lo distribuyó en el recinto escolar del instituto de la Plaine de Neauphle. "No acepto los comentarios violentos que se hacen contra vosotros y los habitantes de Trappes y que condenan por adelantado, que relegan, que excluyen", escribe el alcalde. "Es insoportable porque es injusto y no se corresponde con la realidad [...]. Que nunca se diga que no valéis nada y que estáis perdidos para la República", continuaba Ali Rabeh, antes de concluir con estas palabras del rapero Kery James: "Somos de la periferia y orgullosos de serlo".

Pasemos por alto el procedimiento demagógico de citar letras de música rap para quedar bien con los alumnos, actitud despectiva y estigmatizante donde las haya. El contenido de la carta no sólo atenta contra la neutralidad que deben respetar los representantes públicos, sino que también es un intento de manipular a los estudiantes de secundaria, a los que se les hace creer que su profesor de filosofía afirma en todas partes que no valen nada y que están perdidos. Nada más lejos de la realidad. Que su profesor se preocupe por el clima general de una población y por el arraigo de un fundamentalismo identitario, antifrancés y antirrepublicano en las mentes de los jóvenes está en consonancia con la idea que tiene de su misión. Ése es un mérito suyo.

Los colegas de Didier Lemaire, indignados por los manejos del alcalde, escribieron un comunicado de apoyo al profesor ["Nuestro colega Didier Lemaire se ha expuesto a título personal para defender a nuestros alumnos del radicalismo, cuya presión percibimos regularmente. No hay duda de la sinceridad de su compromiso para los que hemos trabajado con él a diario"]. Pero de nada sirvió. Peor aún, el prefecto de Yvelines, Jean-Jacques Brot, acusa al profesor Didier Lemaire de "echar más leña al fuego". El prefecto, ya lo ven, "hace filigranas", actúa con los servicios del Estado mostrando mucha sutileza, y no necesita ahora que unos palurdos obtusos vengan a decirle la verdad y a hacerle el juego a Marine Le Pen. Sí, porque para Jean-Jacques Brot, el verdadero escándalo es que "el asunto ha sido aprovechado por toda una franja de la extrema derecha". Increíble intervención de un representante del Estado. ¿Es realmente el papel de un prefecto el impedir que un profesor se exprese sobre las condiciones de su profesión y la influencia del Islam en los alumnos? ¿Es su papel llamarlo títere de la extrema derecha? ¿O es más bien su papel hacer reinar el orden republicano y evitar que el alcalde convierta en un blanco a Didier Lemaire distribuyendo panfletos que lo descalifican?

Benoît Hamon, líder de Génération.s y mentor de Ali Rabeh, le asegura su total apoyo. Míster 6% (porcentaje de la izquierda en las elecciones presidenciales), que fue él mismo concejal en Trappes (sin haber vivido nunca allí), llama racistas e islamófobos a quienes atacan a Rabeh. ¿Por qué debería sorprendernos? Recordemos que él mismo había convocado la manifestación "Stop islamofobia" el 10 de noviembre de 2019, con el exdirector del CCIF [Colectivo Contra la Islamofobia en Francia] encabezando la marcha y haciendo corear "Allahou Akbar" a los manifestantes.

A la cabeza de la ofensiva anti-Lemaire, el periódico Le Monde, siempre de los primeros en poner en duda y desacreditar a quienes llama descaradamente "laicastros": una especie de "nazis" del laicismo que, según el diario de la tarde, amenazan peligrosamente nuestras instituciones. En Le Monde Didier Lemaire  es presentado como un cuasi-fabulador. Trappes es una localidad tranquila. Didier Lemaire nunca ha sido amenazado. Y todas sus declaraciones son escandalosas. Sin embargo, fueron dos excelentes plumas de Le Monde, Ariane Chemin y Raphaëlle Bacqué, quienes habían arrojado una luz particular sobre Trappes en su libro La Communauté en 2018 (Albin Michel). En él, describían la lenta deriva del clientelismo, los empresarios identitarios y los estudiantes que se negaban a creer a la directora del instituto que les explicaba que la tierra gira alrededor del sol y no al revés...

¿La prueba suprema de que Didier Lemaire es un odioso mentiroso y un peligroso agitador? Pues una vez dijo que no quedaban ya peluquerías mixtas en Trappes. ¡Y resulta que hay 4 de 16!, exclaman triunfantes Ali Rabeh y todos los detractores del profesor de filosofía. No sabemos si reír o llorar. Porque si tres cuartas partes de las peluquerías de Trappes no son unisex, esto sigue llevando agua al molino del profesor de filosofía. Pero eso no les importa ni a Ali Rabeh ni a nuestros medios de comunicación ni a nuestros políticos, ya sean los del "osito de peluche" [buenistas] o los de la izquierda islámica. Lo importante es alertar a Francia sobre el peligro que se cierne sobre ella: la derechización denunciada severamente por Clémentine Autain [diputada de La France Insoumise, quien declaró en los medios y Twitter que el alcalde y los habitantes de Trappes eran víctimas, a raíz de la denuncia de Didier  Lemaire, de una cacería por parte de la derecha "trumpista"]. Como habrán comprendido, cualquier representante electo o personalidad política que adopte una postura demasiado firme respecto al Islam político, ostenta posiciones "islamófobas" y será un "trumpista".

En Francia, a día de hoy, a los que denuncian se les llama "mitómanos" y a los partidarios de "no remover las aguas", héroes. Estamos inmersos en una abrumadora confusión de valores."

Valérie Toranian


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El llamamiento de Didier Lemaire en L'Obs en V.O.

Y aquí debajo en traducción exprés:

1 de noviembre de 2020.

Carta abierta de un profesor de Trappes 

En vísperas de un regreso a las clases teñido de luto por la muerte de Samuel Paty, Didier Lemaire, profesor de filosofía en Trappes (Yvelines), llama a la resistencia frente a la amenaza islamista.

Didier Lemaire es profesor de filosofía en Trappes desde hace veinte años. Testigo de la progresión del dominio islamista en el libro La Communauté de Raphaëlle Bacqué y Ariane Chemin. Ya en 2018, junto con Jean-Pierre Obin, inspector de Educación nacional y autor de un informe sobre los ataques al laicismo en las escuelas, escribió una carta al presidente de la República pidiéndole que actuase urgentemente para proteger a sus alumnos de la presión ideológica y social que se ejerce sobre ellos. ("La escuela está contaminada por la tentación del comunitarismo").

Ahora él se pregunta cómo pueden los profesores suplir la falta de una estrategia estatal para derrotar al islamismo.


La carta abierta:

"¿Cómo compensar la ausencia de una estrategia estatal para derrotar al islamismo?

Queridos colegas profesores,

Un profesor, colega nuestro, murió simplemente por enseñar los principios en los que se basan nuestra República y nuestra historia: la libertad de pensamiento y su corolario, la libertad de expresión.

A través de él, estos asesinos apuntaron a todos los profesores que cada día transmiten esa parte de sí mismos que otros, a su vez, les han transmitido. Esta parte que es la mejor parte de nosotros mismos porque nos convierte en seres singulares abiertos a todos los demás seres humanos. El pensamiento, liberado del miedo a la autoridad, de la ignorancia, del oscurantismo, de la ilusión y del encierro en la certeza es, sin lugar a dudas, nuestra parte más personal, pues depende en primer lugar de nosotros el poder construir nuestro propio juicio. En una sociedad en la que debamos pensar como los demás, sin tener derecho a la duda y al diálogo, nadie puede llegar a ser él mismo.

Pero llegar a ser un individuo libre sólo es posible bajo dos condiciones: un estado de Derecho que impida a cualquier comunidad confiscar la libertad del individuo imponiéndole una forma de ser y de pensar; y una escuela que prepare a todo hombre para ser un ciudadano mediante la transmisión de una cultura humanista, científica, artística y filosófica.

Pues bien, la primera de estas condiciones ya no existe en muchos barrios. Como profesor de filosofía en Trappes desde hace veinte años, he sido testigo de la progresión de un control comunitario cada vez más fuerte sobre las conciencias y los cuerpos. El año que llegué al instituto, la sinagoga de Trappes fue quemada y familias judías se vieron obligadas a marcharse. Tras los asesinatos de 2015 y 2016, me involucré en acciones preventivas, sobre todo a través del teatro y de encuentros con historiadores y sociólogos especializados en la manipulación. Constatando que mis esfuerzos chocaban con fuerzas que escapaban a mi control, en 2018 escribí, con Jean-Pierre Obin, al Presidente de la República pidiéndole que actuase urgentemente para proteger a nuestros estudiantes de la presión ideológica y social que se ejercía sobre ellos, una presión que los aislaba paulatinamente de la comunidad nacional. Por desgracia, no se ha tomado ninguna medida eficaz para frenar este fenómeno. Actualmente hay 400 expedientes "S", de "radicalización", en Trappes, sujetos que circulan libremente, sin contar con los fichados por terrorismo. Y nuestros alumnos viven una situación esquizofrénica en la que el conflicto de lealtades se vuelve inextricable para ellos.

Hoy, son la escuela y la libertad las que están siendo atacadas. No sólo por un individuo, el asesino: el asesino no es más que el brazo armado de un proyecto llevado a cabo por miles de ideólogos que, como los nazis en el pasado, alimentan el sentimiento de ser víctima para incitar al odio y preparar el camino a la acción. Estos ideólogos no son en absoluto "separatistas": no quieren simplemente sacar a la gente del territorio nacional, quieren derribar a la República y a la democracia y a su corazón: la escuela.

Su estrategia fue teorizada tras el 11-S en el libro de Al-Suri (cuyo esquema general fue explicado por el politólogo Gilles Kepel, que lleva años viviendo bajo protección policial). Consiste en multiplicar los actos de terror, en esa "estrategia de [Al Qaeda] de los mil cortes", en agotar al enemigo, demasiado poderoso para plantearle una guerra frontal. Para tal fin, estos ideólogos utilizan la búsqueda de la pureza religiosa -como en su día los nazis utilizaron la búsqueda de la pureza racial- para presentar estos asesinatos como actos necesarios y nobles. La pertenencia a la humanidad parece entonces quedar confinada en un grupo "puro", mientras que el otro debe ser eliminado. Al exacerbar el sentimiento de humillación entre las poblaciones mal integradas y al ofrecer la perspectiva de la pureza religiosa, incitan a los jóvenes (a menudo delincuentes y marginados de la sociedad) a odiar a Francia y a los franceses.

Al mismo tiempo, neutralizan cualquier toma de conciencia del peligro jugando con la mala conciencia de los "progresistas", y coqueteando con ellos bajo el pretexto de luchar contra el "racismo", la "injusticia" o la "violencia policial". Al saturar el espacio público con sus emblemas y prácticas, que no dejan de ser signos de crímenes contra la humanidad, empezando por la reducción de las mujeres a la esclavitud; al infiltrarse en las escuelas, las universidades, las escuelas técnicas superiores, la esfera política local y nacional; al difundir por todas partes el doble discurso y la consigna de "aceptar al otro en su diferencia", paralizan cualquier voluntad de responder a estos asesinatos con algo más que no sean sólo palabras, velas y flores.

Esta guerra ideológica les permite conquistar la legitimidad pervirtiendo nuestros ideales, vaciándolos de su significado. Algunos de ellos ocupan ahora puestos importantes, en la radio, en el cine o incluso en el propio Estado. Consiguen hacerse pasar por baluartes contra el fanatismo mientras trabajan de consuno con los ideólogos que quieren destruir nuestra cultura. Hoy se les puede ver cómo influyen en los sindicatos de estudiantes, en el profesorado, en las llamadas confederaciones -supuestamente laicas- de padres de alumnos y en ciertos partidos políticos que ya ni siquiera dudan en transmitir su antisemitismo.

¿Cómo educar?

De ahí que cada vez que se produce un asesinato se dé un estado de asombro entre la opinión pública. Sin embargo, estos asesinatos obedecen a una lógica y a una progresión. Se llevan a cabo rigurosamente según el mismo modus operandi: asesinato ciego y deshumanizado, atrincheramiento y enfrentamiento final del que lo perpetra para morir "como un mártir". Su progresión procede por extensión e intensificación. Los primeros atentados tuvieron como objetivo a los judíos, tanto adultos como niños. (Fueron precedidos por una cincuentena de atentados contra sinagogas entre enero de 2000 y junio de 2001 y que no se tomaron en serio, como aquí en Trappes). Ese mismo año de 2001 el ejército también fue objeto de ataques. Luego lo fueron otros representantes del Estado, policías y representantes de la cultura y de otras religiones, jóvenes franceses, y ahora cualquier francés en cualquier lugar del territorio. El ataque a la escuela era un objetivo previsible porque fue declarado desde, al menos, 2015. Estamos en el comienzo de una guerra mediante el terror que se extenderá y crecerá porque muchos de nuestros conciudadanos prefieren no ver que es nuestro patrimonio y nuestra herencia lo que está siendo amenazado. Reconocerlo sería tener que defenderlo con valor.

Samuel Paty tenía ese valor. Sin duda porque apreciaba nuestro patrimonio, nuestra herencia. Pero no fue protegido por la institución, que subestimó la amenaza, fiel a la conducta evasiva de nuestros representantes políticos y de la mayoría de nuestros conciudadanos.

Y hoy sólo podemos preguntarnos por el futuro de nuestra profesión. ¿Cómo enseñar idiomas, artes, ciencias y cultura general a unos chavales que están sometidos desde pequeños a la fenomenal presión social de estos ideólogos? ¿Debemos seguir actuando como si nuestros alumnos no estuvieran sometidos a dicha presión? ¿Cuánto tiempo más podremos ejercer nuestra profesión de transmisor si el Estado no cumple su misión? ¿Podemos los profesores compensar la falta de estrategia de nuestros representantes para superar esta lacra mortal?". 

Didier Lemaire

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P.D.

Didier Lemaire disfruta de protección policial permanente desde que hizo pública esta carta abierta, escrita tras la decapitación del profesor Samuel Paty por haber mostrado las famosas caricaturas de Mahoma en una clase sobre la libertad de expresión en su instituto.