jueves, 14 de enero de 2021

Lo que dijo Finkielkraut (y por lo que lo han despedido)



El pasado lunes 11 de enero, el magazine de actualidad 24h PUJADAS de la cadena LCI (Grupo TF1) -donde el filósofo era un invitado regular desde hacía unos meses- abordó el escándalo surgido por la reciente publicación del muy comentado libro titulado La Familia Grande, en el que la autora, Camille Kouchner (hija del  exministro socialista Bernard Kouchner), revela un (supuesto) caso de incesto (abusos) entre su hermano gemelo Julien (quien tenía 14 años en el momento de los supuestos hechos) y el que fue su padrastro durante muchos años, el conocido e influyente politólogo Olivier Duhamel; un incesto (o abusos) que la madre de la autora, Evelyne Pisier, prestigiosa intelectual y feminista, habría contribuido a silenciar, según la hija (Evelyne Pisier falleció el 9 de febrero de 2017).

Aquí la intervención "casi" íntegra de Alain Finkielkraut donde Pujadas. (Por cierto, el vídeo tiene muy pocas visitas -65 mientras se escribe este post-, seguramente por lo muy complicado que resulta encontrarlo dentro de YouTube, en comparación con los otros vídeos en los que se critica acerbamente a Finkielkraut y donde sólo se pone un corte de unos pocos segundos de la intervención de marras. La cadena LCI no difunde en su web el vídeo íntegro del programa, en su apartado de redifusiones, algo habitual en todos los programas, ni tampoco la intervención, siquiera parcial del ya "expulsado" Finkielkraut). 


Y aquí debajo va transcrita, verbatim, la intervenciónen traducción exprés:


David Pujadas: "¡Bienvenido, Alain Finkielkraut! Ha deseado usted comentar el 'affaire Olivier Duhamel', del que por cierto ya se ha hablado en este mismo programa. Recordaré que Olivier Duhamel formó parte de nuestro equipo: era un cronista muy bueno, como ya he tenido ocasión de señalar. Y lo que usted me dijo sobre este asunto es: 'Lo primero que capta mi atención es que estoy en contra de un linchamiento generalizado'. ¿A qué se refiere?"

Alain Finkielkraut: "Empecemos por el principio. El padre de Albert Camus dijo un día: 'Un hombre tiene que saber reprimirse'. Cuando leí esta frase en El primer hombre me la apropié inmediatamente. Vi en ella el primer artículo de la moral. 'Un hombre tiene que saber reprimirse' es la definición de lo que, en yiddish, se llama un Mensch [en yiddish el sustantivo, en efecto, significa: un buen tío, un hombre de una pieza, un hombre como tiene que ser, etc. Nota del bloguero]. Ahora bien, si llevado por una pasión inesperada o por un impulso irrefrenable, Olivier Duhamel no supo, no pudo o no quiso reprimirse, no sólo cometió un acto reprobable, sino que lo que hizo es muy grave, y no tiene excusa alguna. Al mismo tiempo, observo que nuestra época devora con avidez un M. el Maldito [película de 1931 dirigida por Fritz Lang, en España se tituló: M. el vampiro de Düsseldorf] por trimestre, y me digo que en lugar de llenarse la boca con su moral superior, debería empezar a hacerse preguntas sobre su régimen alimenticio. Y, cuidado, que M. el Maltido no es cualquier cosa: trata de un hombre que asesina a niñas pequeñas.  Molesta -porque aterroriza a la ciudad- a los malhechores en sus negocios, y entonces éstos logran capturarlo... y después de un juicio expeditivo lo ejecutan [Ojo: no es así en la película: intentan lincharlo pero la policía lo impide - N. del b.]. Y lo que debe retenerse de este film son dos cosas. Una: nunca será un progreso sino una regresión cuando una sociedad hace o rehace su unidad en torno al sacrificio de una víctima propiciatoria, incluso si ésta es culpable. Y la otra reflexión, de igual importancia, es que cuando la Justicia abandona las salas de audiencia, también abandona la civilización. Es en ese sentido que hablo, efectivamente, de linchamiento".

David Pujadas: "Pero ¿tiene usted la sensación de que, en este caso concreto, el que nos ocupa, se está buscando a una víctima expiato..., quiero decir a un culpable expiatorio, en cierto sentido...?"

Alain Finkielkraut: "Nos unimos, por así decirlo, nos conjuramos contra él. Quiero decir que todos los platós de televisión de estos últimos días se han convertido en tribunales en los cuales se lleva a cabo una sobrepuja en la condena... A saber: 'Este hombre es una escoria de la humanidad', 'Es un monstruo', 'Su crimen es abominable', etcétera...'. ¿Qué es la Justicia en los tribunales? Es la acusación y la defensa, es el proceso basado en el principio contradictorio, y también es la figura del abogado. Y aquí no hay abogados. Ni tampoco ha podido haber principio contradictorio, porque ni la víctima ni el acusado han hablado. ¡La víctima no ha hablado nunca! Y el gran mérito -uno de los méritos- del libro de Camille Kouchner es el de recordárnoslo. Este libro, él [el hermano de la autora] nunca lo quiso, y cada vez que le hablan del asunto, contesta: '¡Dejen ya de molestarme con estas historias, yo quiero mirar hacia delante y así quiero hacer mi vida....!'. 

David Pujadas: "Disculpe, Alain Finkielkraut, pero es que muy a menudo se trata de un devenir [sic] de la víctima..."

Alain Finkielkraut [interrumpiendo]: "No..."

David Pujadas: "... de la vergüenza, de su voluntad de no querer mirar, a su pesar..."

Alain Finkielkraut: "No, escuche: en nuestra sociedad victimizada, una víctima que se desvía de su función crística está mal vista: incluso se considera como una traición. Y no creo que sea la manera correcta de razonar. Precisamente lo que hace la Justicia es investigar el caso en su singularidad. Y en esto no podemos entrar -en primer lugar, porque no tenemos los elementos-, y cuando tratamos de hacerlo y nos preguntamos: '¿Hubo consentimiento? ¿A qué edad comenzó aquello? ¿Hubo o no consentimiento? ¿Hubo o no hubo alguna forma de reciprocidad...?', entonces inmediatamente todo el mundo se te echa encima y..."

David Pujadas [le interrumpe]: "¡Porque estamos hablando de un niño de 14 años...!"

Alain Finkielkraut: "No: primero, estamos hablando de un adolescente, que no es lo mismo. Para especificar el delito, hay que saber si hubo consentimiento o no. Cada vez que se quiere hacer una distinción parece que se busca una absolución. Cada vez que se quiere buscar la especificidad del caso, a uno le acusan casi de complicidad con el delito. Ahora bien, la Justicia, en su ejercicio, se basa en una virtud intelectual que los griegos llamaban phronesis, y que se suele traducir mal por 'prudencia', pero no es eso; es 'la inteligencia de los casos particulares'. Hoy, esta frónesis, esta sabiduría práctica, se ve prácticamente barrida por... 'la furia de la piedad'. Estas son palabras de Michelet en relación con "la enfermedad de los hombres de 1793", enfermedad... ¡que les llevó a constituir un tribunal revolucionario sin abogados! Y es esta 'furia de la piedad' la que anda desatada hoy en día. Hubo el otro día un programa muy interesante en France Culture, en el que un filósofo -muy fogoso él- hablaba incluso de que este asunto era un crimen, y no sólo eso, sino un 'crimen contra la humanidad'... Tal concepto se inventó después de Auschwitz... ¡y ahora se le endosa a Olivier Duhamel! Y hay una abogada, Marie Dosé..."

David Pujadas: "Justamente la vamos a escuchar aquí..."

Alain Finkielkraut: "¿Ah, sí...?"

Y aquí acaba el extracto.


En Valeurs Actuelles se reconstruye el resto de la intervención, en estos términos:


Alain Finkielkraut: "[...] Así, la simple contradicción se percibe hoy en día como un delito, incluso cuando la expresa un abogado, cuyo papel también consiste, en parte, en cuestionar el testimonio de la víctima, hacerle preguntas, interrogarla. Pensemos en Solzhenitstin, que supo fustigar la tentación voyeurista de cierta prensa, y en Racine, quien dio cuenta de la especificidad del incesto con padrastros o madrastras. Todo lo cual  no significa que deba aceptarse la noción de 'omertà',  en este caso tal vez por un deseo reiterado de la presunta víctima de no presentar una denuncia. No estoy diciendo todo esto como una disculpa. Digo que hay que saber establecer diferencias, y así es cómo piensa y así es cómo se ejerce la Justicia".

 

***


Preguntado por su despido en Le Parisien, Finkielkraut declara:

"Es una expulsión injusta, de una increíble tosquedad. Estoy consternado. No se despide a nadie por eso. Es como si yo hubiera cometido un delito irremediable. Que se escuche lo que dije en su totalidad. Y si lo que dije sigue pareciendo ambiguo, que se me pida que dé más explicaciones en el programa. En ningún momento he sido complaciente con Olivier Duhamel. ¡En absoluto! Sólo traté de tener un pensamiento sutil. Y no cambiaría  hoy nada de lo que dije. Vivimos en un mundo de delirio colectivo, y soy víctima de esto..."

Le Parisien le indica que Fabien Namias, Director General Adjunto de LCI, considera que en el tema del incesto se excluye la idea misma del consentimiento, a lo que Finkielkraut responde: "Por supuesto que el incesto es un delito, pero debe ser especificado. ¿No tenemos acaso derecho a hacernos preguntas? Estamos condenando antes del juicio...".


p.d.

El filósofo afirma reservarse ejercer acciones judiciales ante la magistratura de lo laboral por su despido.