La pesadilla de los antirracistas y la enemiga del woke. Una "asimilada" y a mucha honra.
Aquí en V.A. & V.O.
Y aquí en traducción exprés.
"Rachel Khan, la pesadilla antirracista de los descolonialistas"
Escritora, directora de una asociación dedicada al hip-hop, ex atleta, jurista: Rachel Khan multiplica sus facetas. Destaca por su fuerte oposición a la doctrina victimista defendida por los activistas descolonialistas. Como su último libro, "Racée" [De raza]. Una lucha iconoclasta que le ha valido ataques hasta desde su propia asociación. Retrato.
Por Alexandre Bertolini
Publicado el 26 de marzo de 2021
"Me molestaba que se señalara tanto al macho blanco; me dije que yo tenía el envoltorio adecuado para decir cosas que son nuestros valores fundamentales", declaró Rachel Khan en el programa de Zemmour y Naulleau en la televisión Paris Première el miércoles 24 de marzo. Nacida de padre gambiano y madre francesa de origen judío polaco, esta cuarentona comprometida con la lucha contra el racismo y la discriminación lo tenía todo para convertirse en un icono interseccional. Pero a la mujer que creció en Touraine no le gusta que la encasillen, sobre todo en cuanto a sus orígenes.
En una entrevista concedida a Le Figaro el 12 de marzo, dijo que se sentía "lo contrario de una víctima": "Considero que tengo mucha suerte, pero este tipo de postura no genera ruido. Probablemente habría tenido una carrera más mediática si hubiera elegido ser una 'emprendedora de la victimización'. Como mujer, judía, nieta de deportada, negra y demás... cubro muchas casillas para poder indignarme por mi/mis condición/es. "
Múltiples pasiones
Pero Rachel Khan ha elegido un camino totalmente diferente. Guiada por el gusto de sus padres hacia el conocimiento y hacia Francia, su madre es librera y su padre fue profesor de francés. Durante su juventud, le fascinaban el teatro, la danza, la música y la literatura y practicaba la danza clásica. Después se dedicó al atletismo, que practicó a un alto nivel durante su adolescencia, en velocidad y triple salto, e incluso llegó a ser campeona de Francia de 4×100 metros en 1995. Al mismo tiempo, cultivó sus pasiones artísticas, sobre todo al unirse a un grupo de hip-hop.
Posteriormente, Rachel Khan estudió en la Universidad Panthéon-Assas, donde obtuvo una licenciatura en Derechos Humanos y Derecho Humanitario y un DEA (posgrado) en Derecho Internacional. De 2009 a 2015, fue consejera cultural en el gabinete de Jean-Paul Huchon (Partido Socialista) en el Consejo Regional de Île-de-France. Dice que pertenece a "una izquierda socialdemócrata" y que votó a Emmanuel Macron en las dos vueltas de las elecciones presidenciales de 2017. Hiperactiva, se convirtió en actriz y consiguió papeles en el cine y el teatro.
En 2018, participó en un manifiesto de 16 actrices negras o mestizas "Ser negra no es mi oficio", que abogaba por una mejor representación de la diversidad en las pantallas. Fue ella, en el texto, quien utilizó la expresión. Desde entonces, se ha distanciado de las posiciones radicales del movimiento antirracista en el cine, especialmente encarnadas por Aïssa Maïga, iniciadora del manifiesto: "Creo que las cuotas rompen la verdadera meritocracia [...] es como decir a los 'racializados' que no hagan nada y que el éxito les llegará porque sí, que ya tienen su papel gracias a su color de piel", se indignaba en Le Figaro.
Racée, un libro contra las denuncias de las víctimas
Para dejar las cosas claras, Rachel Khan acaba de publicar un libro, Racée (Editions de l'Observatoire), el 10 de marzo. También firmó un artículo con la ensayista Caroline Fourest y la actriz Isabelle Adjani en la revista Elle el 18 de marzo, en el que advertía en contra de "una nueva forma de censura" en el cine. Las tres mujeres defienden su visión universalista del cine y manifiestan su negativa a dejar el Séptimo Arte en manos de los comunitaristas.
En Racée, Rachel Khan arremete con dureza contra el sinsentido antirracista imperante. Se preocupa por las futuras generaciones: "Tenemos hijos, no podemos dejarles la idea de que en la vida hay que ser una víctima. Imagínese a un niño de 4 años: 'Hola, me llamo Charlie, tengo 4 años, soy una persona racializada'", dijo en Le Figaro. Una entrevista en que no dudó en atacar a las celebrities de las minorías que denuncian con mucha alharaca el racismo de la sociedad francesa: "Camélia Jordana debería explicarnos cómo ha conseguido hacer una carrera tan exitosa si Francia está realmente tan plagada de racismo sistémico...¿no?". Lo mismo ocurre con la cantante Yseult [...] Si ganó un premio "Victoire", ¿entonces acaso fueron personas racistas las que se lo dieron? No estamos en Soweto, sino en Francia...".
Su libro llama a rechazar los repliegues identitarios mezclados con discursos de victimismo y defiende la necesidad de librar una lucha antirracista, laica y universalista, lejos de las batallas del nuevo antirracismo. "Los comunitaristas han comprendido que la noción de minorías es un trampolín. Para ellos, la única cuestión es cómo mantener una línea de demarcación en este mundo de mezclas que les permita alimentar sus pretensiones de ser víctimas", escribe en el libro. La jurista denuncia a los representantes comunitarios que hablan en nombre de las minorías. "En nuestro sistema democrático, nunca he votado a Rokhaya Diallo para que me represente", afirma Rachel Khan en su entrevista a Le Figaro.
Una batalla de palabras
Si eligió la palabra "racée" [de raza] para el título de su libro, es para burlarse del término "racisé" [racializado], repetido hasta la saciedad por los supuestos antirracistas, que, según ella, asignan a los individuos un estatuto de dominado y les da derecho a la victimización. En realidad, su libro trata sobre todo de palabras. En él, lanza una mirada crítica a las nociones y expresiones del vocabulario "políticamente correcto" y descolonizador.
En mi visión de la creolización, es la relación con el otro lo que hace su identidad
El término "souchien", [neologismo a partir de "souche", raíz, origen: originista?¿] significa un francés en boca de Houria Bouteldja (expresidenta del Partido de los Pueblos Indígenas de la República)", la "diversidad", un grupo al que "ellos" decidieron que ella pertenecía, "sin avisarme", escribe. Está claro que no le convence el procedimiento de etiquetar a las personas según su origen... También fustiga a expresiones como "vivre-ensemble" [el vivir juntos], "mixité" [mixidad] y "non-mixité" [no mixidad], que destruyen el lenguaje so capa de una "benevolencia inclusiva". Como explicó en el programa de Zemmour y Naulleau, ella prefiere defender las palabras "creolización" y "firma": "En mi visión de la creolización, es la relación con el otro lo que hace tu identidad, y la firma es lo estrictamente opuesto a la identidad y la asignación".
Atacada dentro de su propia asociación
Posiciones todas ellas valientes que no le facilitan la vida, y le granjean, como es lógico, su cuota de ataques. La entrevista concedida a Le Figaro ha despertado la ira de algunos administradores de la asociación dedicada al hip-hop "La Place", que ella dirige, con el apoyo del Ayuntamiento de París. Estos últimos, sin decirle realmente de qué la acusaban, se desmarcaron de sus declaraciones y explicaron en un comunicado de prensa que "los comentarios que actualmente hace la señorita Rachel Khan en los medios de comunicación en el marco de la promoción de su libro le son propios y no reflejan en absoluto las opiniones de los miembros del consejo de administración de La Place-Centre Culturel Hip-Hop de la Ville de Paris."
Pero podemos adivinar fácilmente sus motivaciones. "Hay un ambiente de culpabilización, de victimización y de oposición al Estado y a su modelo republicano en algunos grupos", se lamentó Rachel Khan en Le Point el 4 de febrero. Desde que empezó la polémica, la ex atleta recibe ataques racistas como ser tachada de "Bounty" [negro por fuera blanco por fuera] o de "la negra de la casa" en las redes sociales, en particular. "Tengo la impresión de que me atacan más los racistas que se autodenominan "racializados" que los demás", declaró a Le Figaro. Denuncia "el disfrute de humillar al otro en las redes sociales" y los 'insultos'."
Partidaria de la asimilación
Rachel Khan es una víctima más de la dictadura de lo políticamente correcto, que lleva al ostracismo a personalidades consideradas "problemáticas" por blasfemar contra la doxa progresista. Es la famosa "cultura de la cancelación", importada de Estados Unidos, a la que Rachel Khan se opone. El 27 de febrero, en la cadena LCI, denunció la situación en las universidades: "La verdadera preocupación en la universidad, que se esconde detrás del islamismo, es la cultura de la cancelación. La novlengua, el feminismo interseccional, las personas racializadas que tienen más derecho a hablar que los profesores designados-como-hombres-blancos a la hora de dar cursos sobre la colonización. El problema es esta bienpensancia, el pensamiento único prepotente. "
Frente a Zemmour y Naulleau, en Paris Première, recordó también el contexto de "liberación de la palabra" y animó a "subrayar la dominación woke" en un mundo obsesionado por las relaciones de poder. Definitivamente, lejos de adherirse al movimiento "woke", que agrupa a activistas extremistas obsesionados con la protección de las minorías, Rachel Khan rechaza el modelo multicultural, en nombre de la identidad francesa, como explicó a Le Figaro: "Sería realmente perder nuestro patrimonio, nuestra elegancia, así como un poder singular en nuestra forma de resistir en aras de la igualdad y la justicia. "
La asimilación permite trascenderse a uno mismo
Rachel Khan defiende la asimilación, un proceso por el que pasaron sus padres y que le transmitieron a ella. "Mi padre llegó a Francia a finales de los años sesenta. No era su país de origen y, sin embargo, me transmitió ese amor por la herencia francesa. Nací en Touraine, en la región de Descartes, Rabelais y Balzac. Eso es lo que me dio algunas claves muy valiosas en la vida. Hoy me doy cuenta de lo importante que fue y de hasta qué punto esta transmisión de Francia por parte de mi padre fue un acto de amor", explicó, agradecida, a Le Figaro.
"La asimilación nos permite trascendernos a nosotros mismos. Incluso más allá de la cuestión de la integración, el término 'asimilar' significa adquirir. La asimilación cultural no pretende privar al otro de sus raíces, sino, por el contrario, permitirle adquirir un complemento con el que poder alimentarse", concluyó. La actual presidenta de la comisión de deportes y juventud de la Licra (Liga contra el racismo y el antisemitismo) no rechaza la expresión de Romain Gary, un autor que la inspira: "No tengo una gota de sangre francesa, pero Francia corre por mis venas".
Y todo ello en contraste con una época que empuja a los hijos de los inmigrantes en brazos de los racialistas.
Fin